Diario de León

La España que no quiere ser vacilada

La localidad de apenas veinte habitantes cierra unas navidades con eventos que quieren ser

Imagen del público asistente al concierto de Efecto Retroactivo el pasado sábado en Fáfilas. DL

Imagen del público asistente al concierto de Efecto Retroactivo el pasado sábado en Fáfilas. DL

León

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La pequeña localidad de Fáfilas, de poco más de veinte habitantes, ubicada a escasos kilómetros de Valencia de Don Juan lo volvió a hacer. El sábado cerró unas navidades que quedarán para el recuerdo. El objetivo estaba claro; lanzar un grito no desesperado sino muy vivo contra el abandono que sufre el medio rural. Y vaya si lo han conseguido. La respuesta del público ha superado todas las expectativas.

La primera gran cita tuvo lugar la Nochevieja con una fiesta con verbena con la orquesta Radar, show con el pedáneo, Ricardo Pellitero, disfrazado de drag queen y acompañantes que no le fueron a la zaga. Fue una noche memorable, señalan quienes la vivieron, unas 200 personas aproximadamente llegadas de localidades cercanas de la comarca, principalmente de Valencia de Don Juan, pero también de otras provincias como Valladolid y Zamora.

Pero la cosa no se quedó ahí. Este sábado la fiesta se repitió con otro formato, pero con la misma intención. La localidad acogió un concierto del grupo Efecto Retroactivo, que con sus versiones del pop y el rock en español de los años ochenta, noventa y dos mil hizo pasar otra noche inolvidable a las cerca de 150 personas que volvieron a acudir a esta pequeña localidad. El ambiente fue el de las grandes citas y la implicación del público estuvo a la altura con la presencia de caras conocidas dentro del mundo de la música como casi todos los miembros del grupo Radar o el vocalista y líder de Top Líder, Rafa Pastor, que se quisieron unir a esta reivindicación por la vida en los pueblos a través de la música que durante estas fiestas ha tenido lugar en Fáfilas. Y es que sí, la música fue el nexo de unión de ambos eventos como una manera de demostrar que la cultura y la alegría no son coto privado de las grandes urbes. Es el grito de la España que no quiere ser vacilada.

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