Diario de León

Gordoncillo se mete en harina

Abre el Museo de la Industria Harinera de Castilla y León con la restauración de la vieja fábrica ‘Marina Luz’.

Los molinos de cilindro de la casa suiza Daverio se han instalado en su lugar original gracias al hallazgo de un plano en el Archivo Histórico Provincial.

Los molinos de cilindro de la casa suiza Daverio se han instalado en su lugar original gracias al hallazgo de un plano en el Archivo Histórico Provincial.

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ana gaitero | gordoncillo
León

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Sólo falta el olor a trigo húmedo y el polvo de la harina recién cernida. Y los tendrá. El Museo de la Industria Harinera de Castilla y León (Mihacale) de Gordoncillo abre mañana sus puertas con una inversión total de 830.000 euros y después de una década de andadura desde que el Ayuntamiento adquirió, en 2005, la vieja fábrica de harinas Marina Luz.

El alcalde, Urbano Seco, señala que se trata del «mayor centro cultural del sur de León». pues ccuenta con teatro-auditorio, sala de exposiciones y la fábrica de harinas restaurada. «Queremos convertirlo en un museo vivo de la industria harinera», añade.

Fundada en 1936 por el médico Germán García Luengos, natural del vecino pueblo de Matanza, la que se recrea es la fábrica de los años 40 pues la original sufrió un incendio y fue destruida por completo. La apertura de la fábrica supuso en los años 30 «una nueva oportunidad de trabajo en la localidad» tras el duro golpe de la filoxera en las viñas.

En el siglo XXI, la factoría cultural pretende ser un «referente» de la tradición industrial harinera de Castilla y León, casi la única presencia de la revolución industrial en la comarca de Tierra de Campos, y un foco cultural que arranca con una gran exposición de 50 artistas plásticos y 26 poetas organizada por el Instituto Leonés de Cultura.

Junto a la sociedad Gordonzello, que explota 200 hectáreas de viñedo y cuenta con una moderna bodega, este espacio de más de 3.100 metros cuadrados —más grande que la plaza mayor del pueblo— es un motor más en el proyecto de desarrollo rural sostenible de Gordoncillo.

La ‘humilde’ fábrica ha corrido mejor suerte que la harinera señera de León, la fábrica de Alfageme en Armunia derribada recientemente. Marina Luz era una de las más pequeñas de las 27 que había en León en los años 50. Con una capacidad de molturación de 51,49 quintales/métricos diarias muy lejos de la la de Palanquinos con 525,96 y la de Armunia. El empeño municipal la ha puesto en pie y en condiciones de ‘moler’ los granos para los nuevos tiempos.

Maquinaria histórica

El complejo fabril consta de tres edificios: la fábrica de tres plantas con 100 metros cuadrados cada una, la panera de 800 metros cuadrados y la antigua casa de custodias. El Ayuntamiento de Gordoncillo lo compró por 80.000 euros en 2005 e invirtió inicialmente 100.000 euros en su consolidación. Tras sortear numerosos obstáculos y, casi diez años, se reunieron los 650.000 euros (Leadercal-Adescas, Diputación y Ayuntamiento de Gordoncillo) que han permitido su restauración y musealización.

La maquinaria procede de fábricas zamoranas que acaban de echar el cierre puesto que la suya fue achatarrada tras el cierre. Se han comprado tres molinos de cilindros del mismo modelo aunque algo más antiguos, varias máquinas de limpia del trigo (despuntadora, deschinadora, triarbejón), el monitor desde donde se carga el cereal y el rociador para humedecerlo. En total, consta de 16 máquinas y accesorios originales como poleas de transmisión, carretillos, ensaques, básculas y herramientas.

Sin el ruido de la molienda, la fábrica parece congelada en el tiempo. Se conservan las tuberías de madera que, con cangilones interiores, servían como elevador del trigo desde el monitor hasta las máquinas de limpia.

«En el futuro se pondrán en marcha con un motor individual. Hemos querido que conserve la pátina del trabajo porque es un museo industrial», apunta Javier Revilla, historiador y autor de la musealización con Susana Barbeito. El museo recupera la memoria de la familia fundadora y también de quienes sudaron en la fábrica. Hombres y mujeres regresan a la fábrica con nombres y apellidos y alguna foto.

Germán García Luengos pudo hacer carrera política. Fue alcalde de Gordoncillo durante unos meses en 1924, al inicio de la dictadura de Primo de Rivera. Prefirió la medicina y la empresa. Un emprendedor nato que contó con el colchón económico de su esposa Marina Alonso Alonso, natural de Gordoncillo e hija de una viuda con capital.

Las primeras noticias de la fábrica aparecen en 1933 en un proyecto que nunca se llevó a cabo para construir unas grandes escuelas en los terrenos que ahora ocupa la panera. La fábrica arrancó en 1936, pero sufrió un incendio en 1944 y se rehizo por completo.

Las hijas accionistas

Fue reconstruida por la multinacional Bühler en 1944 por 300.000 pesetas. En 1947 se afianza la presencia femenina con la creación de la sociedad Harino-Panadera de Gordoncillo formada por Germán García Luengos y sus hijas Abilia, María Victoria y María Jesús García Alonso.

Dejó de molturar hace casi 50 años, en 1965, aunque permaneció activo un molino para piensos hasta 1982. Inicialmente se alimentó con energía de la fábrica de luz de Valderas y a partir de 1925, de la propia de Gordoncillo. En 1947 un motor diésel acaba con los continuos cortes de luz. La harinera vive su esplendor en 1955 coincidiendo con la adquisición de derechos de molturación de ‘La Flor de Miranda’ que sufrió un incendio.

Trece paneles explican la historia de la fábrica y hacen un recorrido didáctico por los diferentes sistemas de molienda (molinos de sangre, hidráulicos, de viento, que también los hubo en Tierra de Campos, de fuego y eléctricos) y los procesos de transformación en molinería (limpia y acondicionado, molienda o rotura del grano y cernido). Recogen curiosidades como las penalidades laborales de los molineros, que, al igual que canteros y mineros, sufrían enfermedades del pulmón por respirar el polvo con partículas de piedra que desprendían las muelas. Y explica que la diferencia entre molinos y harineras no es la moltura por piedra y cilindros o rodillos de unos y otras. «La fábrica de harinas atiende a un modeo de producción capitalista. Todo gira alrededor de un empresario que es quien produce o compra el trigo y contrata a sus trabajadores a cambio de un salario y luego vende en el mercado», afirma Revilla.

La restauración, del arquitecto Carlos Clemente, ha supuesto también un viaje en el tiempo. El edificio fabril, de corte racionalista, se abre al gran patio al que mira también la panera de adobe y tapial, obra de los maestros tapiadores Honorio y Aquilino Peña y restaurada respetando su factura. «Se ha hecho tapial en Gordoncillo después de casi medio siglo», explica el alcalde. La panera conserva el forjado y la cubierta original de madera y el tejado de teja árabe.

‘Granero’ del siglo XXI

Fue el almacén del trigo de Gordoncillo y pueblos limítrofes, pues tras la Guerra Civil el gobierno franquista obligó a entregar cada cosecha al Servicio Nacional del Trigo. La planta baja, donde se recogía el cereal, se dedica a teatro y a oficina de turismo. Pretende crear una biblioteca especializada en molienda.

En la planta elevada, donde se almacenaban los productos obtenidos de la fábrica de harinas (salvados, tercerillas, harina) se habilita una sala de exposiciones que, con 470 m2, es una de las mayores de la provincia y la comunidad autónoma y cuenta con iluminación natural. La factoría cultural arranca mañana bien repleta de otro grano dorado por la cultura contemporánea: Obras de 50 artistas plásticos y 26 poetas estrenan estas paredes de tierra con la exposición del Instituto Leonés Cultura Diálogo e Intersecciones entre poesía y artes plásticas .

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