La Guerra de la Independencia le pasó factura

La muralla romana de Astorga, visible en la actualidad, se construyó a finales del siglo III d.C. o principios de la siguiente centuria en el marco de un proceso de fortificación que tuvo lugar en la Península Ibérica y que afectó con mayor intensidad al noroeste hispano. Las causas que motivaron su construcción se asocian a un periodo de inestabilidad vivida en los últimos años del imperio romano, especialmente originada por las incursiones de los pueblos bárbaros desde el centro de Europa. A lo largo de las épocas se datan numerosas acciones menores que pudieron afectar a fortaleza, hasta la Guerra de la Independencia, etapa clave para comprender los cambios experimentados en su fisonomía. Las destrucciones provocadas por el duro asedio francés fueron sustanciales, dado que buena parte de los muros fueron abatidos por la artillería, fundamentalmente en el tramo norte y este. Desde ese momento, la historia de la muralla de Astorga es un continuo intento de reconstrucción que llega hasta nuestros días.