Diario de León

«Los hechos son contundentes, quería acabar con ella en un acto de dominio machista»

El fiscal ve probado que el acusado de acuchillar a su exmujer «sabía lo que hacía» y pide el agravante de violencia de género

El acusado, a su entrada en el Audiencia de León donde ha sido juzgado ayer y el lunes. RAMIRO

El acusado, a su entrada en el Audiencia de León donde ha sido juzgado ayer y el lunes. RAMIRO

León

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«Es un asesinato en grado de tentativa de libro», asegura en sus conclusiones el fiscal en el juicio que ayer quedó visto para sentencia en la Audiencia Provincial de León contra el acusado de asestar diez puñaladas a su ex mujer mientras dormía en Sahagún, y agredir a su hija de 15 años que trató de evitarlo en septiembre de 2018. Por estos hechos se le pide una pena de más de 14 años de prisión.

Durante la jornada de ayer declararon distintos peritos, como las médicos que atendieron tanto al agresor como a las víctimas, así como guardias civiles y expertos en toxicología que trataron de aclarar si el acusado actuaba bajo los efectos de las drogas, el alcohol y los medicamentos que aseguró haberse tomado esa noche, cuando según su declaración, después de ingerir abundantes cantidades de cervezas, esnifado cocaína y tomarse dos tranxilium, acudió a casa de su ex mujer, de la que se había separado tres meses antes, a buscar una televisión que aseguraba necesitar para dormir. Eran las cinco de la mañana. Según su relato, el aparato se encontraba en el dormitorio de su expareja y mientras lo desenchufaba, la miró «ahí durmiendo tan plácidamente y me entraron los demonios». Fue entonces cuando el acusado se puso sobre ella, la inmovilizó y la comenzó ha hacer cortes con una navaja. «Nunca quise matarla sino marcarle la cara de por vida». Gracias a la intervención de su hija, la mujer pudo escapar a la calle a pedir auxilio. Según se demostró en las cámaras de seguridad del cuartel ubicado enfrente de la casa, él la siguió, la agarro del pelo y continuó con la agresión, llegándola a golpear la cabeza contra el bordillo, hasta que su hija intervino de nuevo para arrebatarle la navaja que seguía llevando en la mano. Fueron los gritos de una vecina, y la llegada de un vecino los que, en principio, disuadieron al agresor de seguir co los golpes «marchándose a su casa tranquilamente», según los testigos, algo que el abogado de la defensa negó, alegando que paró la agresión voluntariamente.

La sesión de ayer consistió básicamente en demostrar si la intención era realmente «desfigurarla físicamente», como mantiene la defensa, o acabar con la vida de su expareja, como alegan la Fiscalía y la acusación. Lo que estaba claro, según todas las partes, es que el acusado estaba obsesionado con su ex mujer. «Cualquier persona con la que hablaba o me relacionaba ya eran mis amantes», declaró la víctima en la primera sesión del juicio.

Se demuestra por los whatssap que la enviaba y por algunos testigos, como su ex jefe o el cabo de la Guardia Civil de Sahagún, que declararon que la «amenazaba y ejercía un control desmesurado con un claro sentido de la posesión que desencadenó en una escalada de agresividad hacia la víctima». La acusación, en su alegato final, repitió las palabras que según la propia víctima y su hija aseguraron en el juicio haber escuchado mientras la agredía: «Yo ya estoy jodido, a ti te mato, hija de puta».

En sus conclusiones puso de manifiesto la «alevosía y la premeditación» con la que el acusado intentó matar a su ex mujer. «Fue a su casa a las cinco de la mañana, ni muy pronto ni muy tarde para que nadie le viera, llevaba una navaja, que según su hija jamás llevaba encima, entró con sus propias llaves, lo que demuestra que se aprovechó de la confianza de su víctima que nunca le pidió que se las devolviera, entró en casa, cerró la puerta, entró en la habitación sin hacer ruido, y también cerró la puerta, luego se puso sobre ella, inmovilizándola y aprovechando que estaba dormida y empezó a asestarle cuchillazos, de los que se trató de defender con las manos. Si no es por su hija, por los vecinos y por los médicos que la atendieron habría muerto sin duda».

En la sesión de ayer también testificaron las médicos que atendieron tanto a la víctima como al agresor y acreditaron que tras examinar al acusado después del suceso se aprecia que conservaba todas sus capacidades cognitivas por lo que rechazan que sufriera ningún tipo de trastorno mental. Tampoco pueden atribuir los hechos al consumo del alcohol ni las drogas, ya que no se apreció en él ningún gesto de embriaguez, por lo que ni siquiera ni el mismo acusado ni el letrado que le asistió solicitó la realización de la prueba toxicológica, algo que el abogado de la defensa atribuyó a «un fallo imperdonable del juzgado de instrucción». Lo que sí se ha demostrado, según una prueba realizada un mes después en el cabello, es que era consumidor habitual de drogas y alcohol, aunque nadie determinó que esa noche le hiciera pediera cabeza de esas manera. Tampoco quedó claro que sufriera trastorno mental transitorio, ya que «él mismo, después del suceso», llamó a 112 para decir que había cometido un intento de asesinato, lo que «demuestra que sabía lo que había hecho», afirma la acusación.

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