Diario de León

La riqueza que discurre por los cauces

León, un tesoro truchero

Los ríos de la provincia son de los mejores de Europa para practicar la pesca de la trucha común. Las características, tanto de los peces como de sus hábitats, atraen a pescadores de todo el mundo

Las aguas de la provincia se llenan de pescadores que acechan a las truchas durante la temporada de pesca. MARCIANO PÉREZ

Las aguas de la provincia se llenan de pescadores que acechan a las truchas durante la temporada de pesca. MARCIANO PÉREZ

Publicado por
Antonio Rubio Martínez
León

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La provincia de León, con más de 3.000 kilómetros de ríos, es la que más aguas trucheras tiene de España. Este paraíso acuático fue descubierto en los años 60 del siglo pasado, cuando pescadores de todo el mundo acudían para lanzar sus anzuelos. La cantidad de peces que nadaban por el Sil, el Órbigo, el Curueño y el Esla favoreció que, para muchas personas, la trucha común acabase convirtiéndose en una forma de ganarse la vida. Su gran demanda hizo que los ríos empezasen a vaciarse, lo que, sumado a las muchas decisiones erróneas de las administraciones, desembocó en el final de la época dorada de la pesca leonesa. Hoy, la pintona es Especie de Interés Preferente en Castilla y León y su número aumenta año tras año gracias a la Ley de Pesca aprobada en 2013.

Pablo Castro Pinos, campeón del mundo de pesca de salmónidos con mosca, promociona su tierra allá donde va. El Bombero, que es su apodo, opina que el atractivo de los cotos leoneses está en la dificultad. «Aquí no puede pescar cualquiera», afirma. Aunque hay un gran número de truchas, es difícil pescarlas, lo que hace que solo pescadores experimentados puedan obtener buenas capturas. Otro factor que destaca el pescador es la amplia variedad de escenarios que ofrece la provincia.

Pesca avanzada

Pablo Castro Pinos: «No es tan fácil pescar truchas en León, ese es el atractivo de la provincia»

Más ejemplares

En el Sil se contabilizaron más de 19.000 truchas durante el año 2020, según registro de la Junta

En los últimos años, a pesar de la crisis de ejemplares que hubo en los ríos, se ha logrado que estos ecosistemas se autorregulen. Y es que no por dejar de pescar el número de truchas crece, el río tiene la fauna que puede mantener y se gestiona de forma natural. Esto choca con los protocolos de repoblación, que se llevan a cabo soltando peces en las aguas, lo que acaba provocando que muchos de ellos mueran por falta de alimento y espacio. La Ley de Pesca de Castilla y León puso la solución al problema: la pesca sin muerte. Gracias a esta medida, el numero de truchas capturadas para estudios hidrobiológicos en el Sil ha subido de 4.800 en 2014 a más de 19.000 en 2020, según datos de la Junta de Castilla y León. El río que más número de truchas tienes es el Órbigo, donde los estudios contabilizaron 26.000 ejemplares en el año 2019. Además, las aguas cada vez están más limpias a pesar de existir sustancias nocivas que hace cincuenta años no llegaban al río.

La gastronomía es uno de los sectores que más se beneficia de la pesca. Desde tiempos inmemorables, en los pueblos leoneses se consume la trucha de diferentes formas, dependiendo de la zona. Platos como las sopas de trucha, la trucha a la leonesa o escabechada se pueden degustar en restaurantes de toda la provincia. En la zona del Órbigo se prepara la sopa de trucha, un manjar a base de pan de hogaza, pimentón, ajo y, por supuesto, el delicioso pescado. En Castrillo de San Pelayo está el restaurante Natal, cuya especialidad son estas sopas. Admiten que su distintivo plato siempre ha tenido demanda y que vienen algunos extranjeros a degustarlo.

Las pintonas crecen en tamaño y número. M. AGUILAR

También, muchos hoteles dependen en gran medida de esta actividad y se llenan de pescadores durante las temporadas altas, por lo que se han adaptado para brindarles las mejores condiciones. Algunos negocios ofrecen servicios como la gestión de licencias y de cotos, además de salidas de pesca organizadas con profesionales.

La mosca, favorita

El gallo indio de León es una raza única en el mundo. Sus plumas son empleadas para la fabricación de moscas con las que pescar truchas mediante un método denominado ‘pesca a la leonesa’. Esta ave solamente se cría en La Vecilla y Valdepiélago, los únicos lugares del mundo en los que se puede encontrar. La falta de subvenciones ha hecho que el número de gallos caiga significativamente y que, en la actualidad, se encuentre en peligro de extinción. Se ha congelado su semen, aunque muchos dicen que le quedan menos de diez años de vida.

Así es el turismo de la trucha, un enorme recurso que fluye por lps cauces de las aguas leonesas, aunque quizás no suene lo suficiente.

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