Luis Antonio Alonso recibe el oro tilenense

Era un día para sentirse orgullosos del territorio y así fue. El día para poner en valor la importancia de varias comarcas que miran a un mismo pico. Santa Colomba de Somoza acogió ayer uno de los actos programados por el Grupo de Acción Local Montañas del Teleno, con motivo del 25 aniversario que celebran durante este año. El salón de plenos de la casa consistorial de la localidad maragata estaba a rebosar para presenciar la entrega de la cuarta insignia de oro de Montañas del Teleno.

El afortunado en recibir esta distinción que pretende reconocer públicamente la labor realizada por un personaje ligado al territorio en alguno de los campos de la cultura, las tradiciones o la economía en esta ocasión ha sido el pintor con proyección internacional Luis Antonio Alonso Martínez, más conocido como el ‘Van Gogh de Lucillo’ o el ‘Pintor de la Luz’.

Previamente a la entrega de la insignia, el acto contó con una mesa redonda bajo el título de ‘Ayer y hoy de Montañas del Teleno’ en la que participaron el presidente y la gerente del Grupo de Acción Local, Narciso Fernández y Ana Fe Astorga respectivamente, y el coordinador de la Federación para la Promoción Rural Integral de Castilla y León, Víctor Jolín.

Tras la mesa redonda, tuvo lugar la entrega de la insignia de oro a Alonso Martínez, al que el presidente de la asociación calificó como «el más grande pintor de estas tierras». «Queremos reconocer a Luis Antonio por toda una vida de trabajo y estudio captando la esencia cromática y la luz de estas tierras para convertirla en arte y que el mundo aprecie la belleza del Teleno», explicó Fernández.

Una distinción que Alonso Martínez recibió emocionado y tras recogerla destacó: «en Lucillo vivo, pinto y sueño. En pleno corazón de la Maragatería, una tierra dura y osca para sus gentes y, sobre todo, para desarrollar una labor creativa. La falta de medios y el haber nacido donde me ha tocado nacer me ha hecho seguir siempre la intuición del alma, sin otra ambición que la fe en mí mismo, de ahí que mi vida sea difícilmente inseparable de mi obra formando una simbiosis de pensamientos y pinceladas, emociones y colores». Asimismo, dedicó la insignia de oro a su madre «por la educación que me ha dado y porque siempre ha creído en mi obra».

Como no podía ser de otra forma, el acto finalizó con un baile maragato y un convite tradicional para todos los asistentes.