Diario de León

ALTO BERNESGA

León tiene un nuevo columpio gigante. Así es el péndulo de Paradilla

La escultura, obra de Amancio González, se ha instalado en una de las terrazas naturales de la localidad

El escultor Amancio González prueba ‘Columpio’, durante la instalación de la pieza en Paradilla. DL

El escultor Amancio González prueba ‘Columpio’, durante la instalación de la pieza en Paradilla. DL

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Arte y naturaleza se dan la mano en Paradilla de la mano del escultor Amancio González, que está rematando la tercera obra en esta pequeña localidad de la montaña central que se resiste a pasar desapercibida y que lucha por explotar de forma sostenible sus recursos. Columpio, era una pequeña escultura de 60 centímetros que ahora se ha hecho en escala — con seis metros de alto, por dos de ancho y tres de fondo— para instalarla en «una terraza natural» desde la que, una vez en la estructura, se puede divisar «el valle, la ermita, los tejados y unos atardeceres maravillos», como explica Amacio González.

El pedáneo de Paradilla, José González Fernández, señala que esta escultura, que se inaugurará en breve, busca animar el turismo en la localidad, «promover el medio rural y animar a otras localidades a que desarrollen actuaciones similares».

Para acceder a este columpio se ha construido una escalara y «como no arranca desde el suelo da una sensación de balanceo, similiar a flotar», explica el artista leonés, que ya cuenta con otras tres piezas instaladas en la localidad, el Trasgu y su gran mano inspirada en la historia del Celorio.

Aún quedan algunos remates, pero el Columpio ya luce en Paradilla su majestuosidad y busca convertirse en una visita obligada para todos aquellos que se acercan a realizar alguna de las rutas de senderismo que ofrece su entorno natural. «Lo más difícil ha sido escoger el lugar, es un pueblo pequeño pero queríamos agrandar sus posibilidades», indica el escultor.

El pedáneo destaca que, además, se ha instalado un cartel informativo en el que el visitante puede hacer un recorrido por la toponimia de la zona, los verdaderos nombres que los lugareños daban a sus valles, a sus picos o a sus campos. Así, el bildoso , una zona donde crecen los abedules, los ordalejos , los campos que tan sólo se aprovechaban para plantar cebada o la boyariza , donde pastaban las vacas y los bueyes. «Queremos realzar que aquí había un lenguaje propio», señala.

El poeta Juan Carlos Pajares resume la unión de Paradilla con la obra y sus parajes con una pieza que concluye así: «Péndulo sin fin, altibajo, viajero intermitente, tu bamboleo te perfuma de las flores escondidas del avesedo para volver ya siendo otro de ese vuelo».

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