Diario de León

La pesca furtiva impide la regeneración de la trucha en varios tramos fluviales

Agentes medioambientales vigilan los ríos de Riaño, Boñar y La Robla durante la freza.

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maría carnero | león
León

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Agentes medioambientales de las comarcas forestales de Riaño, Boñar y La Robla han realizado desde el pasado mes de diciembre servicios de vigilancia, varios de ellos nocturnos, dirigidos a los tramos de freza de trucha.

La realización de dichos servicios, según informa la Asociación de Agentes Forestales de León, se realizó de forma coordinada entre los funcionarios asignados a las distintas demarcaciones de estas tres comarcas de montaña, en aquellos días en que la disponibilidad de agentes y la prioridad de servicios permitieron llevar a cabo esta labor. Los servicios nocturnos se centraron especialmente en los días festivos de los dos últimos meses que es cuando mayor riesgo hay de posibles ataques de furtivismo nocturno en los ríos.

Este operativo se enfoca desde la dualidad de objetivos, ya que por un lado se actúa de forma directa en caso de posibles ataques furtivos, y por otro, como un elemento disuasorio eficaz durante un período tan crítico como es el de reproducción de la especie, llamada freza. Según explican los medioambientales, es en este periodo cuando los furtivos, ayudándose del efecto que la luz artificial causa en estos salmónidos, provocan un daño difícilmente cuantificable, pero enorme e irreparable, ya que repercute no sólo en las poblaciones de trucha en un momento puntual, sino también en las generaciones venideras.

Grave perjuicio

La asociación denuncia que la presión del furtivismo sobre la trucha ocasionó graves perjuicios a muchos tramos de ríos trucheros y de arroyos, eliminando muchos ejemplares adultos y en el caso de las hembras, además también todas sus huevas (cada una puede portar miles), con lo que la regeneración de esos tramos se devastó.

Para estas prácticas, los furtivos utilizan arpones, pinchos o tenedores metálicos, redes, butrones, e incluso cables eléctricos. Suelen ser prácticas nocturnas apoyándose de focos y linternas de gran potencia, aprovechando el efecto de la luz artificial y que las truchas se encuentran más agrupadas en los frezaderos.

Una vez sorprendidos los furtivos, los propios agentes son los encargados de formular la correspondiente denuncia en sus oficinas comarcales. La denuncia se cursa por la vía administrativa, lo que conlleva multas con un coste mínimo de seis mil euros. En el caso de que la infracción se haya cometido en un espacio natural, o con una determinada figura de protección la denuncia podría elevarse a la vía judicial.

La presencia de trucha en los ríos es un buen indicador de la calidad de las aguas y del estado de conservación de los ecosistemas fluviales, por lo que el valor de la trucha va más allá del que también tiene como pieza de pesca. León, una provincia en donde la pesca de la trucha es no sólo una actividad deportiva sino también una tradición, atesora uno de sus mejores patrimonios naturales en la calidad y cantidad de sus ríos trucheros, patrimonio en cuya protección, los agentes medioambientales están totalmente comprometidos.

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