Diario de León

Bercianos del Páramo

¿Qué ocurrió con el maestro Jeremías?»

Un investigador desvela la verdadera historia de Jeremías González, asesinado en 1936 a un kilómetro de su casa sin acusación alguna

Lugar en el que fue fusilado el maestro Jeremías. BENÉITEZ

Lugar en el que fue fusilado el maestro Jeremías. BENÉITEZ

León

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La Guerra Civil Española fue protagonista de innumerables historias, de las que muchas quedan por contar y hacer justicia con muchos hombres buenos que fueron eliminados sin juicio ni sentido alguno, fruto de la barbarie de un enfrentamiento carente de cualquier mínima razón. Es el caso de Jeremías González Cañas, maestro de Bercianos del Páramo, que fue asesinado a escasos metros de su casa el 30 de agosto de 1936. Un hecho que conmocionó a la comarca en aquel momento.

El investigador Javier Benéitez ha sido capaz de reconstruir una historia muchas veces mal contada repleta de errores y datos inciertos.

Cuenta Benéitez que Jeremías nació el 24 de noviembre de 1893 en Campo de Villavidel y tras fallecer su primera esposa, natural de Valencia de Don Juan, con la que tuvo dos hijos, contrajo matrimonio de nuevo el 3 de junio de 1929 con Secundina García García, como él, natural de Campo de Villavidel. Con ella tuvo otros tres hijos más: Secundina (1930), Dionisio (1931) y Victorino (1935), que aún vive.

Jeremías, tras aprobar en 1911 los exámenes de la reválida elemental en la Escuela Normal de Maestros, obtiene el título de maestro con 18 años y comienza su vida profesional hasta que es llamado al servicio militar. En 1929 ya reside con su mujer en Bercianos del Páramo donde ocupa plaza de Maestro Nacional. Con él vive su esposa y los tres hijos de ellos. Los dos de su primer matrimonio residen en Campo de Villavidel con sus abuelos.

Crónica del Diario de León de 9 de julio de 1932. BENÉITEZ

En la planta baja del actual ayuntamiento de Bercianos del Páramo se encontraba la escuela, siendo el ala izquierda la vivienda del maestro.

Transcurrían los primeros días del mes de julio de 1932 y Jeremías, volcado en sus labores docentes, participó en unas Conferencias Culturales en al escuela de la vecina localidad de San Pedro Bercianos, como quedó reflejado en el Diario de León el 9 de julio de 1932. Entonces ya hablaba de la conveniencia de establecer bibliotecas.

La feliz armonía de la familia se vería truncada sin que ninguno pudiera imaginarlo. Corría el mes de julio de 1936, apenas unos días después del inicio de la Guerra Civil, y los maestros estaban el punto de mira por los que ahora tomaban el poder.

Amigos, vecinos y familiares habían avisado a Jeremías «¡Van a por ti! ¡Escóndete!». Pero él les contestaba que no había hecho nada malo y no tenía nada que temer. Y seguía realizando en bicicleta habitualmente sus viajes a Campo de Villavidel.

El domingo, 30 de agosto de 1936, poco antes de la seis de la tarde, el maestro cogió su bicicleta sin saber que no volvería más. Dijo ir a San Pedro Bercianos a ver al maestro del pueblo, Aurelio. Pero un poco antes de entrar en la vecina localidad lo interceptaron dos agentes uniformados que, en un principio no le debió sorprender ya que uno de ellos, al parecer, era bien conocido por él. Fue, precisamente este agente el primero que arremetió contra Jeremías tirándolo de la bici de un empujón para luego, ayudado por el otro, lo golpearon con la culata de sus fusiles, lo cogieron por los brazos y lo colocaron de espaldas a una pared de tierra que aún se mantiene en pie, disparándole hasta darle muerte.

Todo fue visto por unos jóvenes que se bañaban en el arroyo cercano, siendo testigos de los hechos en primera persona.

Los malos presagios de amigos y vecinos se habían cumplido y Jeremías fue asesinado a los 42 años. Su mujer recibió la noticia de que su marido había sido trasladado mal herido a la prisión de San Marcos, a pesar de que numerosos testigos ya habían visto el cuerpo muerto del maestro al lado de su bicicleta.

La familia abandonó Bercianos y volvió a Campo de Villavidel. Durante muchos años, en el lugar donde fue Jeremías fue asesinado, vecinos, familiares y amigos dibujaron con un palo o su pie en la tierra una cruz en señal de duelo. Luego con tiza blanca, cuando el pavimento cubrió la tierra. Algunos aún hoy lo recuerdan como un hombre bueno.

Enterrado en León

Al cabo de tiempo a la familia le fue comunicado que sus restos mortales fueron depositados en el cementerio de León, a pocos metros de donde después fue construida la denominada Capilla Laica, inaugurada en 2013, donde a día de hoy, y sin que la familia tuviera conocimiento, una placa rinde homenaje al maestro, aunque con su apellido escrito de forma errónea cambiando ‘Cañas’ por ‘Baño’.

«Esta es la verdadera historia de la muerte del maestro de Bercianos del Páramo, desconocida para muchos», señala Benéitez, y nada de que estuvo recluido en la prisión de San Marcos y luego fusilado, como se ha publicado con datos erróneos. Jeremías nunca fue acusado de nada y jamás se le abrió expediente alguno.

Los vecinos de la localidad y los familiares siempre conocieron la identidad de su asesino, un agente que servía en Santa María del Páramo, dado a los excesos con otros vecinos, como cuentan algunos autores al referirse a él por éste y otros hechos.

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