Diario de León

Las cuencas mineras celebran Santa Bárbara

Que la patrona guíe la justicia de la transición

No hay carbón, minas ni térmicas, y quizá las cuencas nunca se han encomendado a santa Bárbara tanto como ahora. Los mineros, que lo son aun sin minas, y las comarcas enteras entonan el histórico himno y claman por un futuro

Mineros con su buzo por las calles de Fabero con Santa Bárbara a hombros. L. DE LA MATA

Mineros con su buzo por las calles de Fabero con Santa Bárbara a hombros. L. DE LA MATA

León

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Patrona de los mineros en tiempos sin minas. Protectora de trabajadores que siguen esperando la promesa de un empleo. Auxilio que acoge a comarcas que viven oteando qué parte de la transición energética es justa para ellas. Refugio de gentes que hicieron del peligro y la incertidumbre una forma de vida, y que nunca alcanzaron a temer el cúmulo de circunstancias que han pergeñado el desamparo en el que transitan ahora.

Santa Bárbara sigue tejiendo el manto que abriga a las cuencas. El de quién sabe qué ni cuándo de las comarcas mineras. A ella se aferran en tiempos de vendaval y tormenta quienes desde hace más de un siglo en la provincia se encomendaban a su protección frente a grisú y costeros, derrabes y detonaciones. Frente a destajos y cuchitriles, enredados en los dientes de sierra económicos de la siempre inestable demanda de un carbón al que nunca hubo que dejar de arrancar una demanda laboral.

La santa de las gentes que ganaron muchas batallas pero perdieron la guerra frente a la descarbonización, que ya bastante dice el principio energético que la guía. La patrona de quienes vivieron años y años negando sin tregua la derrota de un modo de vida que se trileaba en los despachos y se negociaba, con ventaja siempre para los mismos, muy lejos de los tajos

La jaula y las galerías nunca pudieron con los intríngulis del ‘pozo moqueta’. Aquí están los resultados. A día de hoy, unas y otras administraciones sacando pecho de inversiones millonarias que asustan como el Gordo de Navidad, y volviendo la cara a la realidad de unas cuencas en las que quienes resisten, cada vez menos, contemplan atónitos, como si aún no lo creyeran, que tanto plan minero y tanto programa de actuación se resuman al fin y al cabo en la sentencia y el declive de una realidad que estaba, sí, condenada a desaparecer. Pero no a ser arrasada sin sentido ni alternativa, por más que ahora a la mina le germinen brotes verdes en forma de rimbombantes alternativas energéticas de las que se sigue a la espera de concreción. Promesas y compromisos, planes y fotos, como siempre, miles. Realidades, también como siempre, las justas.

Las cuencas mineras leonesas celebraron ayer en este escenario administrativo, político y económico otro 4 de diciembre. Que deja en evidencia que santa Bárbara no se rinde. O que la transición llega también a la helada festividad de la patrona.

No hay minas, las alternativas se desdibujan, las cuencas se desangran en lo económico y en lo demográfico, en un entorno pandémico y de territorios vaciados. Las promesas se mantienen y se redoblan, teñidas ahora de justicieros blasones de nuevas fórmulas económicas, resiliencias y fondos Next Generation para amparar... ya se verá. Ojalá no sean nuevas fantasías o mentiras. Ojalá no sea demasiado tarde.

Y así las cosas las cuencas leonesas, pobladas antaño de gentes reivindicativas y peleonas, continúan haciendo de la fiesta de Santa Bárbara el escenario de sus esperanzas. Así celebran estos días los pueblos mineros, si no su realidad, al menos su memoria. No menos, su esperanza.

Santa Bárbara sigue siendo la fiesta grande de las cuencas ya sin minas. Las lámparas buscan ahora alumbrar un túnel no menos negro que los que buscaban bajo tierra. Fabero, Villablino, La Robla, Matarrosa, Bembibre, Cistierna,... El 4 de diciembre sigue siendo santo y seña de la reivindicación de las esperanzas de las comarcas que fueron del carbón.

La santa que ampara a los que trabajan con explosivos, que protege también de las tormentas y los rayos, supera la desesperanza y se mantiene en el imaginario de las cuencas mineras, si no como esperanza, sí al menos como fiesta. Por santa Bárbara, en zona minera, petardos y plegarias.

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