Diario de León

LOS EFECTOS DE LA NEVADONA

Rescate en Riaño

Susana Bayón, celadora medioambiental en la montaña leonesa, ayuda a un ciervo a salir de la nieve. Como ella, decenas de agentes y vecinos intentan ayudar a la fauna salvaje y al ganado a mantenerse con vida tras la nevadona

Susana Bayón, celadora medioambiental, rescata a un ciervo atrapado el jueves pasado en la carretera de Riaño a Boca de Huérgano

Susana Bayón, celadora medioambiental, rescata a un ciervo atrapado el jueves pasado en la carretera de Riaño a Boca de Huérgano

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SUSANA VERGARA PEDREIRA | LEÓN
León

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Ella es Susana Bayón. El jueves pasado, en pleno temporal, no dudó en lanzarse del coche para intentar rescatar un ciervo atrapado en la nieve. Era mediodía, en la carretera que va de Riaño a Boca de Huérgano. En sus 18 años de trabajo en la provincia no había visto nada igual. Bayón es, junto con Judith, una de las dos únicas celadoras medioambientales que hay en León. Circulaba junto a su compañero José Manuel Castrillo en medio de una fuerte nevada, con ventisca y mucho frío, cuando vieron delante de ellos al ciervo. Iba por mitad de la carretera, huyendo de lo que se conoce ya en León como 'la nevadona'. Asustado por el ruido del motor, saltó a la cuneta y quedó enterrado. Había más de metro y medio. Susana Bayón se bajó del coche, cogió la pala y liberó al animal.

La imagen, tomada por su compañero, ha servido para reivindicar la labor de los celadores medioambientales de la Junta. Creen que la foto, que se ha vuelto viral en las redes, es la imagen del trabajo y el esfuerzo hecho por muchísima gente anónima durante este temporal. Y Susana, una héroe.

Susana Bayón ha salido del anonimato. También su trabajo. Nadie sabe qué ha pasado con el ciervo. Logró huir pero eso no garantiza su supervivencia. “Están agotados”, dice José Manuel Castrillo. “La mortandad va a ser elevadísima”, augura.

"Teniámos miedo de que le atropellaran las quitanieves, que no paraban de pasar", recuerda Susana Bayón. "Las carreteras les permiten ir de unas zonas a otras. Es su salvación", apunta.

Como Bayón y Castrillo, decenas de personas trabajan a destajo estos días en la Montaña leonesa. Ayudando a vecinos, intentando dar de comer al ganado, auxiliando a la fauna salvaje en peligro, poniendo coto a los furtivos y a quienes aprovechan la debilidad de los animales para cobrarse sus piezas. Celadores, agentes y miembros del Seprona están en alerta. Sobre el terreno y en las redes sociales, donde se cuelgan vídeos con la 'caza al ciervo' o persecuciones en coche a lobos por las carreteras de la montaña.

“Bajan a la carretera en busca de refugio, son las únicas zonas que están limpias”, explica Castrillo. Allí encuentran un lugar donde aliviar sus patas congeladas, caminar sin morir enterrados en la nieve y chupar la sal que depositan las máquinas quitanieves. Pero una persecución, a menudo para grabar un vídeo que colgar en Internet, puede acabar con ellos. “No sólo es la carrera, que les causa gran ansiedad y se produce en un momento de gran debilidad, es que saltan a los arcenes y se quedan atorados. Ya no tienen fuerzas para salir de allí y mueren”, describe José Manuel Castrillo.

Susana Bayón y su compañero llevan a cabo estos días otra tarea menos gratificante: hacen recuento de los cadáveres. Esta mañana han localizado ocho ciervos muertos en las proximidades de las carreteras pero saben que en la profundidad del bosque, al borde de los arroyos, hay “muchos más”.

“Son las únicas zonas de la montaña que no están cubiertas y mordisquean raíces y alguna hoja de los árboles. Quedan allí exhaustos”, describe.

José Manuel Castrillo lleva un par de inviernos trabajando en la Reserva Nacional de Caza de Riaño. Susana Bayón, 18. El censo que están haciendo será fundamental para delimitar la caza en Riaño. De ese informe saldrá el número de cabezas que podrán ser abatidas. Es un aviso para quienes aprovechan la debilidad de la fauna salvaje para darles caza. “Cuantos más mueran, menos se podrán cazar luego”, avisan.

Bayón y Castrillo recorren carreteras, caminos y pistas. Han visto a corzos saltar a los comederos de vacas y yeguas. Y venados compartir terreno con el ganado.

Cuentan con el apoyo de los vecinos. Saben que la nevadona puede arruinar su economía. “Y hay una mayor sensibilización social sobre el medio ambiente y los animales”, dice José Manuel Castrillo.

En eso hay unanimidad en la Montaña. No tanto en la ayuda lanzada desde el aire. Creen que los políticos, presionados, adoptan medidas que son perjudiciales para los animales. Se asustan por loe helicópteros y abandonan las pocas zonas llanas y con menos nieve que han encontrado. En su huida, se lanzan de nuevo en la nieve, de donde ya no pueden salir. No tienen fuerza para regresar al ''llano' y mueren a pocos metros de las pacas de alimento caídas del cielo.

Susana Bayón cree que la mejor medida sería repartir la comida en esquís y raquetas de nieve y usar el helicóptero sólo en las zonas inaccesibles a pie y sólo si la situación de aislamiento se prolonga durante mucho tiempo.

"Es duro decirlo pero en la montaña rige la ley de la selección natural", apunta. "Dicen en los pueblos que la nieve limpia mucho y es verdad. Quizá estos animales que están tan delgados y llegan tan débiles a la nevada tengan brucelosis u otras enfermedades que, por cierto, están diezmando la cabaña ganadera en Picos", dice.

La Federación de Caza de Castilla y León ha solicitado a la Junta autorización para que las sociedades y clubes puedan colaborar en la alimentación de la fauna de las montañas y ha hecho una llamamiento a todos los cazadores y miembros federados de los clubes de caza para que presten su ayuda. Además, recomiendan que en el encuentro con animales salvajes o domésticos atrapados en la nieve o huyendo de ella no se acerquen con los coches ni den voces o apremien a los animales ya que en la desbandada caen en zonas profundas cubiertas con nieve donde se produce su muerte si no tienen suerte.

La que tuvo quizá el ciervo que rescató Susana, el mediodía del jueves, en plena nevadona, en una carretera de Riaño.

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