Diario de León

AMBASAGUAS DE CURUEÑO

La solidaridad gana la lucha y apaga el fuego

El matrimonio cuya casa sufrió un incendio agradece a los vecinos que evitaran la ruina total del edificio. «Tienes que seguir luchando, porque los tus trofeos se quemaron todos». Se lo decía «El Grillete» a Ibán Sánchez tras pelear brazo con brazo en la casa del abuelo «Fleta», junto a otros vecinos, los bomberos... para dominar unas llamas que, a pesar de los graves daños, eran reducidas gracias a ese esfuerzo unido.

Los graves daños del incendio pudieron ser aún mayores.

Los graves daños del incendio pudieron ser aún mayores.

Publicado por
A. Barreñada | Ambasaguas
León

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Ambasaguas de Curueño ha sido en estos días uno de los pueblos leoneses que ha sufrido el cruel zarpazo del fuego en sus viviendas, como se informaba en estas páginas. En esta ocasión (afortunadamente sin daños personales) la tragedia fue menor de lo que pudo haber sido gracias, en buena medida, a la solidaria entrega de los vecinos del lugar y de otros próximos, a la que se sumaba la labor de los bomberos de la ciudad de León, de la Guardia Civil de Vegas del Condado… De todos a los que Transi y Generoso, el matrimonio que veía en la mañana del domingo, con toda la angustia imaginable, cómo podía reducirse a cenizas mucho más que su hogar, querían hacer llegar su agradecimiento.

No son muchos los que le conocen por su nombre (Generoso Rodríguez), pero con el Fleta de Ambasaguas pocos son, en riberas y montañas leonesas, en otras tierras, los que no han tenido ocasión de compartir buenos momentos. Criador de mastines campeones (como su recordado Cabezón ), emigrante cuando la vida obligó retornado emprendedor ilusionado y fiel a ese nombre oficial suyo en cuanto puso en marcha, amante de la lucha leonesa que promovió en corros singulares, es mucho más que abuelo de uno de sus grandes campeones: Ibán Sánchez. Una de las penas más grandes que le quedan a Fleta tras el desgraciado incendio es que en él se perdieron los mejores trofeos ganados durante años por Ibán y que allí tenían, en ese espacio en alto ahora desaparecido, su lugar de honor. Pero el resto de la casa, gracias a todos los que se entregaron en esa otra lucha, se salvó.

Hace relación la pareja a todos los que allí tiraban de mangueras, subían al tejado con riesgos impredecibles, jugándose (no es exageración) la vida. Sin querer olvidarse de nadie, entre éstos se encontraban José Manuel, Luisín y Miguel, Toño, Juan Carlos, Ricardo, el Grillete y «el mí Ibán»... También los de Devesa, los de Cerezales —que trajeron sus mangueras, porque las del pueblo «estaban bajo llave del presidente, que no está aquí, vive lejos»—, la alcaldesa de Santa Colomba, la Guardia Civil, los bomberos —«entendemos bien que estamos a treinta kilómetros de León y todos los problemas que ellos tienen»— y las mujeres del pueblo, que, en los momentos más difíciles, sacan su especial coraje: «Cuando después de haber pasado todo lo peor yo ya me vine abajo —dice Fleta— las paisanas me abrazaban y me daban todos los ánimos para salir adelante».

Los daños quedaron limitados a una parte reformada aneja a la principal de la vivienda, pero fueron tan notables que, en la tarde del mismo día del siniestro, y aún siendo domingo, con la unión de todos esos convecinos entregados, llenaba siete camiones de escombros ya retirados. El lunes comenzarán a reconstruir lo dañado. El fuego no pudo imponerse, en esta ocasión, al esfuerzo de un pueblo unido.

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