Diario de León
Publicado por
Pedro V. Álvarez Collar
León

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Tambarón es una de las cumbres por encima de los 2.000 metros entre el Bierzo y Omaña. Plantada entre las Sierres del Coto y Vizbueno, allá por encima de Montrondo. En sus faldas, a los 1.800 metros, nace el Río Omaña como Arroyo Solanos. Tambarón es también el nombre de un Colectivo, que con el apéndice de Plataforma para la racionalización de la energía eólica en la Montaña Occidental Leonesa, ha nacido recientemente para ocuparse de un tema del que tendrían que ocuparse aquellos que, o bien han sido elegidos democráticamente, o bien cobran por oficio para ello. Es decir los alcaldes, concejales y pedáneos de la zona (entre los primeros), o los funcionarios de medio ambiente, energía o los que les corresponda de la Delegación Provincial de la Junta (entre los segundos). Pero dado que aquellos a los que votamos para que miren por nuestros intereses, parecen ser los primeros que se nos ponen en contra cuando se trata de luchar entre el Bien Común (así con mayúsculas) o el bien particular de alguna empresa, no es extraño que este tipo de Asociaciones, Colectivos o como queramos llamarles broten por doquier como las setas en otoño. Generalmente están formados por gente de la zona en cuestión a defender, aunque estén residiendo en el último confín del mundo. En muchas ocasiones, el hecho de residir en el pueblo en el que se quiera instalar la industria nociva es un handicap, ya que el oponerse significa un enfrentamiento continuo con propios y extraños. Por eso es frecuente que aunque mucha gente sea contraria no lo manifiesten públicamente por medio a represalias de diverso tipo. En esta ocasión estamos hablando de Tambaron, un colectivo formado por personas, muchas residentes en Omaña y otras conectadas de alguna manera con la Comarca, que ante la pasividad mostrada por los ayuntamientos de Riello y Murias de Paredes ante la inminente instalación de varios Parques Eólicos en la zona, se están movilizando para que las administraciones tomen cartas en el asunto y realicen una adecuada planificación. No podemos olvidar que el impacto causado por la energía eólica, aún siendo menor que otras energías más agresivas con el medio ambiente, también tiene sus problemas. Por eso sería necesaria una planificación. Sería imprescindible el trazar un mapa de posibles instalaciones eólicas en toda la provincia, y ya sobre el papel comenzar a analizar pros y contras. Pero este análisis no puede ser realizado solamente por las administraciones que van a recibir unos ingresos, a veces sustanciosos, con dichas instalaciones. Debería de ser estudiado por una comisión formada por las administraciones (locales, provincial, comunitaria), partidos políticos, sindicatos, universidad, grupos medioambientales y todos aquellos que aporten alguna luz sobre tanta oscuridad. Es decir que no se lo guisen y se lo coman entre los Ayuntamientos y la Delegación de Junta, sino sabemos lo que va a ocurrir. Llenarán nuestros montes de Parques Eólicos que, en nombre de una modernidad que solamente ellos pueden entender, van a engrosar los dividendos de las eléctricas pasándose por el forro el bien común de los vecinos de los pueblos, a los que engatusan con que el pueblo va a recibir no-sé-cuántos millones. Dinero sin el que ya vivían estos pueblos y que van a recibir a cambio de acabar con aquellos por los que lucharon sus bisabuelos, unos montes dignos como los que tienen estos pueblos de Omaña. Por eso, no debemos dejarnos engatusar por los apóstoles que predican una modernidad basada en jodernos lo más sagrado. Que no nos vengan con milongas, la modernidad no puede estar basada en que unos sufran las consecuencias, para que otros reciban los beneficios.

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