Diario de León

TRIBUNALES ■ EL CASO DE LA PEREGRINA

Un trámite bancario desencadenó la detención de Muñoz Blas en Asturias

Los agentes recibieron la orden de localizar a una persona «extremadamente peligrosa»

Vicente Prieto y Miguel Ángel Muñoz Blas hablan al comienzo de la vista en la Audiencia. RAMIRO

Vicente Prieto y Miguel Ángel Muñoz Blas hablan al comienzo de la vista en la Audiencia. RAMIRO

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a. g. valencia | león

Con la única información de que «es extremadamente peligroso» y «puede ir armado», los policías que participaron en la detención de Miguel Ángel Muñoz Blas, el único acusado por la muerte de la peregrina Denise Thiem, narraron ayer como se desarrollaron los acontecimientos aquel 11 de septiembre en Grandas de Salime, localidad asturiana donde fue localizado el hombre después de que dos días antes hubiera abandonado su residencia de Castrillo de los Polvazares.

Fue un trámite bancario, realizado por Muñoz Blas en la caja de ahorros de este pueblo de Asturias, el detonante que desencadenó la detención. El policía local que ayer testificó en el juicio, que se desarrolla en la Audiencia Provincial, explicó que una llamada le alertó de que una alarma habían saltado en la sucursal «después de que esta persona — que estaba en busca y captura tras su huida de Astorga— realizará la gestión». Al acercarse al lugar, un trabajador le describió los rasgos de Muñoz Blas y le dijo que parecía un peregrino y que llevaba una mochila.

Con estas indicaciones, el agente fue hasta el albergue donde corroboró que el ahora detenido estaba alojado. «Sin embargo en este momento no estaba en su habitación, donde sólo encontramos su mochila». Lo que en ese momento sí se comprobó con los responsables del alojamiento fue que Muñoz Blas se había registrado con su nombre y DNI. Tras confirmar los datos, el policía espero las indicaciones de los superiores y tras dar una vuelta por el pueblo identificó al sospechoso en la terraza de un céntrico bar. «Lo vigilé desde mi oficina que está a escasos metros», testificó ayer.

Mientras, los efectivos de la Policía Nacional pusieron en marcha el dispositivo para la detención, tras recibir la llamada y las indicaciones de que se trataba de una persona «extremadamente peligrosa, que podría ir armada y que, al parecer, había matado a otra», sin especificar más detalles. De este modo, en un vehículo se desplazaron los agentes de Luarca que procedieron a la detención, recorriendo una distancia de 95 kilómetros, y en otro el resto que se encargó de garantizar que el sospechoso no emprendiera la huida en taxi o autobús.

Ya en Grandas de Salime, los policías nacionales, con la ayuda del agente local, detuvieron a Muñoz Blas en la terraza de un céntrico bar. Aunque dudaron —tal y como explicaron ayer— porque sus rasgos habían cambiado respecto a la fotografía que portaban del sospechoso, procedieron con el operativo, pidiéndole el DNI y comprobando que era quien buscaban. «Se salvaguardaron todos sus derechos, se le redujo e inmovilizó», respondió el efectivo responsable a preguntas de las partes. «El detenido no mostró resistencia aunque sí se sorprendió», dijo.

Muñoz Blas estaba en el bar junto a otras siete personas cuando se le detuvo, mientras simultáneamente otro agente mostraba su arma al grito de «¡Alto, policía!», como medida disuasoria e intimidatoria. «Inmediatamente se le informaron de sus derechos», subrayaron.

Tras la detención, Muñoz Blas fue trasladado a las dependencias municipales, donde quedó custodiado por dos policías. «Prohibí que nadie hablara con él y que él se comunicará», dijo el responsable, con el objetivo de «garantizar y salvaguardar sus derechos». Incomunicado hasta que llegaron los agentes especializados, el acusado esperó en el Ayuntamiento asturiano, donde también quedó custodiada su mochila que «no se abrió».

«Primero le informamos verbalmente de sus derechos y después se los hicimos saber de forma manuscrita, documento que firmó», explicaron los testigos, que corroboraron que Muñoz Blas no sufrió ningún tipo de agresión ni menoscabo. «Se respetaron todas las garantías, fue una detención limpia en la que se adoptaron todas las medidas y se empleó la mínima fuerza», explicaron los policías.

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