Diario de León

SIN LÍMITES

25 años de la familia de forzudos más increíble de España

Los Jiménez muestran a Diario de León algunos de esos retos imposibles y muy peligrosos

León

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Su pelo de color cobrizo se ha tornado en blanco, el de las canas de una edad que si bien para el resto de mortales deja numerosas huellas para Luis Jiménez apenas ha supuesto un cambio relevante. Tal vez el de la experiencia de tantos años retando a lo imposible junto a su hijo Emilio ‘Bili’ y posteriormente con su hija Sandra y sus nietos Cristian y Desireé. De apellido Jiménez y de nombre Luis, este astorgano de corazón y residencia nacido en Castrocalbón ha hecho de su pasión un modo de vida .

Con el whu-shu, un arte marcial, como cincel para esculpir su personalidad, ha logrado dominar cuerpo y alma para desde esa paz interior acometer retos como mover un autocar de 14.500 kilos al que habría que sumar 81 personas más dentro con la coleta, doblar una lanza afilada clavada en la tráquea o mover un vehículo de 30 toneladas con el cuello.

Desde hace 25 años sólo interrumpidos por la pandemia del covid su perfil de hombre Guinness ha quedado plasmado en una exhibición anual que realiza en Astorga y que ha extendido a otros puntos de la geografía provincial e incluso nacional. En su poder nada menos que cuatro récords del mundo al que hay que añadir uno de su hija Sandra.

Un aval que desde la humildad trata de mejorar año a año. Con 69 años y 48 su hijo ambos aún tienen cuerda para rato. «Nosotros realizamos estos retos para demostrar que el control del cuerpo y la mente es esencial para superar los retos, ya sea lo que acometemos nosotros como los que se pueden presentar en la vida cotidiana de las personas», precisa Bili, orgulloso de su padre del que aprendió una pasión por el deporte que «de no haber sido así tal vez no me habría permitido disfrutar de la vida hasta hoy en día».

Este sábado, en la Plaza Arquitecto Gaudí, frente al Palacio Episcopal y la Catedral, dos de los emblemas de Astorga , Luis y Bili escenificaron para Diario de León algunos de esos retos que los han llevado a tener el reconocimiento de miles de personas. Tampoco faltaron alumnos que en su día comenzaron su andadura en las artes marciales con ellos y que incluso tres décadas después siguen aprendiendo de la filosofía de Luis y Bili, un aprendizaje al que también han hecho partícipes a sus hijos.

Un cuarto de siglo que ha moldeado la vida diaria de esta saga de forzudos que abarca ya hasta una tercera generación. Y que empezaba por el año 1970 cuando Luis se adentraba en el mundo del culturismo. Incluso mejor dos años más tarde ya en 1972 con el kung-fu de la mano de un maestro de Astorga.

Luego vendría su paso por el Kyoto de León, su cinturón negro primer Dan (ya va por el sexto) y el paso a la enseñanza de este arte marcial en 1990 tanto en Astorga como en Bembibre, Montealegre, La Silva, Almázcara o Brañuelas.

Campeón nacional al igual que su hijo Bili, su conocimiento de este y en especial aplicando una se sus ramas, el chiuen, lo llevó a abrir sus horizontes a retos mayores. «Si controlas tu mente y tu cuerpo puedes dominar también los retos», apunta Luis que precisamente empezó a convertir su día a día en una demostración de que nada es imposible. O al menos intentarlo.

Primero fueron piedras de gran dimensión, una lanza... y así hasta alcanzar una dimensión más elevada. La que lo llevó a plantearse mostrar al púbico, primero a sus vecinos de Astorga y luego al resto que así lo quisiese, todo lo que había conseguido.

Ante los ojos incrédulos de muchos y asombrados de todos su primera exhibición los dio a conocer al mundo. Y demostró de lo que son capaces. «Para intentar todos nuestros retos la preparación es máxima», precisa Bili que apunta que «nada queda al azar. Nosotros entrenamos los 365 del año desde hace ya mucho tiempo. Es una rutina que no puedes dejar si quieres lograr algo».

Entre otras cosas batir constántemente récords del mundo. «Cada reto nace de Luis y yo ayudo en lo que puedo. Luego diseñamos cómo afrontarlo para que cuando llegue el día no existan errores. Pueden pasar cosas, caro está, pero que nunca pasen porque hayamos descuidado la preparación», precisa Emilio Jiménez ‘Bili’ que precisamente lleva al lado de su padre practicando el kung fu «desde que tenía ocho años y ahora cuento con 48 para 49».

Unos retos que entrañan altos riesgos para la salud. «Lo sabemos pero también que estamos preparados para ellos. Mira que llevamos un cuarto de siglo haciéndolo y hasta ahora nadie puede decir que no haya salido bien. Sabemos que un fallo te puede costar un daño importante que incluso puede llegar a la muerte», apunta Luis, para el que el paso de los años no supone un lastre. «Tengas la edad que tengas si dominas tu mente y cuerpo puedes hacer cosas que ni te imaginas».

Metas que han podido ver cientos de miles de personas e incluso millones en sus participaciones en programas de televisión. «Nosotros no nos planteamos vivir de ello sino de nuestro trabajo diario», remarca Bili, profesor en Astorga y Bembibre de kung-fu. Su padre, hasta que le llegó la edad de jubilación trabajaba en el Ayuntamiento de Astorga (y años antes también impartía clases de artes marciales).

Ocho o a lo sumo diez exhibiciones al año son el escenario para que esta saga de forzudos astorganos conviertan en algo menos de dos horas lo imposible en real. «Lo que pretendemos es demostrar que a través del deporte y un arte marcial como el que practicamos sea visto como una forma de educación y formación personal, de salud y también para moldear a buenas personas».

Ese efecto llamada se ha dado ya en varias ocasiones con espectadores que han querido aprender artes marciales al verlos. «Incluso algunos llevan con nosotros mucho tiempo. Eso sí, nosotros no les enseñamos a arrastrar camiones o a realizar estos retos nuestros sino a aprender del kung fu».

Esos retos que llevan asociados la palabra récord en alguno de los casos. En la actualidad nada menos que cinco. Cuatro de Luis y uno de Sandra. En este último caso arrastrando un camión de 12 toneladas con el cuello. Luis acumula cuatro que en algunos casos ha ido mejorando con el paso de los años. Mover un autocar de 14 toneladas y media añadiendo el peso además de 81 pasajeros, hacer lo mismo con un camión de 10.000 kilos con los dientes, treinta toneladas con una cuerda al cuello o arrastrar 1.500 kilos con su pene llevan su firma.

Como también la de su hijo Bili, capaz de aguantar una piedra de granito de 240 kilos sobre su caja torácica mientras con un mazo la rompen a golpes. 

Los Jiménez, de Astorga, son la familia de forzudos más en forma de toda España.

Maestros del kung-fu y de la vida

Las artes marciales corren por la sangre de la familia Jiménez. Su pasión y sencillez a la hora de trasladarla a la gente tiene en sus alumnos la mejor expresión. Algunos se iniciaron de su mano hace casi tres décadas y han seguido amando el kung-fu a su lado.

También con sus hijos. Ayer en Astorga algunos de ellos quisieron arropar a sus maestros como Raquel González, Paula Ramos, Iván Lema, Rogelio García, Ángel García, Hugo Rico e Iván Ramos. Pedro Moreno, Zenaida, Noelia y un largo etcétera no pudieron estar presentes aunque sí mandaron un abrazo desde la distancia a unos maestros que han sido además del deporte de la vida para ellos. Porque la familia Jiménez además de sangre también tiene otros muchos integrantes más de corazón y admiración.

Exposición

Fotos, medallas, galardones, recortes de prensa y mucha vida confluyeron en la exposición que el colegio La Salle, en el que Bili estudió siendo como apunta «el primer gitano que lo hizo en el primer año del centro». abierta excepcionalmente para mostrar una parte de su vida y logros un largo pasillo y una amplia sala dejaron constancia de lo que esta increíble familia de forzudos ha logrado. Y siempre como embajadores de una ciudad como Astorga que no dejan de pronunciar allá donde vayan, sea un escenario de televisión, una radio, ante famosos...Instantáneas que Bili agradece poder mostrar «no todas porque son muchas las que tenemos guardadas en cajas» gracias a Mario, director del colegio La Salle. «Nos gustaría que tanto aquí en este colegio como en Astorga y allá donde vayamos que nos recordasen como una familia sencilla que trata de mostrar lo que sabe. De ser feliz y de ayudar a los demás a que comprueben que en la vida no debe haber obstáculo que nos pare».

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