Diario de León

CANTO RODADO

A palabras necias...

Los opresores se disfrazan de oprimidos. Los señores que ocupan el poder en la sanidad culpan a la feminización de la profesión médica de un futuro incierto para la Atención Primaria..

León

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Vivimos tiempos oscuros. Tan negros que no sé resplandecerá la noche como acostumbra la blancura nívea en el invierno leonés, tan preñado de leyendas y recuerdos de nevadas y nevadonas. Tiempos en que las víctimas son sospechosas y las minorías ultramontanas toman el poder.

Tiempos en que los opresores se disfrazan de oprimidos y lagrimean como cocodrilos mojados a punto de echar un bocado a la presa. Y tiempos en que vuelven a sonar los cantos de sirena de esa nación histórica con nostalgia de imperio. Una, grande y libre... ¡Qué yu-yu!

Tiempos en los que el informe demográfico de los Colegios de Médicos de Castilla y León apuntan como problemática la feminización de la profesión porque, claro, las médicas son madres y tienen permisos de maternidad. Como si los médicos no fueran padres y no tuvieran permisos de paternidad que, por cierto, pronto estarán equiparados a los de las madres.

No se les ocurrió hablar del problema de la masculinización del poder en el sector sanitario, ni de los errores que han cometido, los señores gestores, para que ahora la Atención Primaria esté en peligro.

Tiempos, en fin, en los que el alcalde de Valladolid, el amiguín de Silván, se quitó la careta. Hizo cuentas y calculó que proclamar a Valladolid como víctima de la Comunidad puede ser electoralmente rentable. Se retrató como un lobito maltratado por todos los corderos. El quejica de Óscar Puente no tiene ni idea de lo que ocurre en la periferia, que es el resto de la Comunidad. No es solo León, con ser la provincia que, proporcionalmente, ha perdido más con un encaje autonómico basado en el centralismo pucelano.

Al alcalde de Valladolid le parecen poca gente la que ha emigrado a ese ‘centro geográfico’ que era un erial y en el que florecieron los edificios del Gobierno y de las Cortes de Castilla y León como una finca fértil de empleo y actividad. Ahora se queja de que a Valladolid le dan poco. Mentira. Los presupuestos provincializados son una farsa, migajas de lo que se reparte. El grueso de la inversión de la Junta no está por provincias. Va en partidas difusas que son fáciles de manejar.

Ni el que asó la manteca tendría la ocurrencia de plantear como solución a la despoblación más despoblación: concentrar a la gente en una gran ciudad. Puente nos dibuja un páramo de nueve provincias —y digo nueve— con unas pocas ciudades pobladas.

Óscar Puente lanzó la algarada para recolectar votos, lo cual ya es bastante obsceno, pero la comisionada para el Reto Demográfico parece que va en su sintonía. ¿Serála sintonía del PSOE? La solución, dijo en Soria Isaura Leal, está en las ciudades intermedias, pero no sabemos si son las del tamaño de Soria o de Valladolid. Imagino la cara de la delegada del Gobierno, Virginia Barcones, que es de Berlanga de Duero y firme defensora del mundo rural. Se olvida el alcalde, que compite con su antecesor en bocachancla, de esas gentes que dan vida y buenos alimentos a ‘su’ recién estrenado Ecomercado con ayudas de Europa para apoyar las producciones locales y sostenibles. Se olvida del oxígeno que respira, del agua que bebe y de lo que come.

Como León se olvida de esa tradición hortelana milenaria que aún viene a la plaza. O de la nueva generación ecológica del campo que ayer estrenó, despuésde diez años de andadura de Ecomercado, un poco de dignidad municipal en la plaza. Eso sí, después de que se cerraron los fastos de la Capitalidad Gastronómica.

Ayer estaba el mercado animado, con chocolate calentito de comercio justo y ecológico y mariquitas de Benazolve. Con música tradicional y con la nieve de fondo como una estampa invernal. Nos alegraron el día y el alma. Hay tanto que agradecer a estas gentes, a Agrele y al Grupo de Trabajo León Ciudad de Comercio Justo, que se olvida una de tanto despropósito. Y entonces recuerdas que hay que seguir, que hay que actuar y hacer oídos sordos a palabras necias.

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