Diario de León

Alfonso IX, el último monarca heterodoxo rey de león

La historia del último rey leonés, Alfonso IX, (1171-1230) está por escribir, o lo que es lo mismo, lo poco que se ha escrito sobre esta historia es parcial, incompleto y desde luego centralista, que quiere decir castellano.

COLECCIÓN «REYES DE LEÓN»

COLECCIÓN «REYES DE LEÓN»

Publicado por
JUAN IGNACIO FERRERAS | texto
León

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Según los manuales oficiales de historia,Alfonso IX fue un rey guerrero que conquistó Mérida, Cáceres, Badajoz y otras villas fronterizas, y que a su muerte dejó el reino a su hijo Fernando III de Castilla, que unificó, y así para siempre, Castilla y León. Pero la Historia, la real, es más complicada. Es cierto que conquistó ciudades a los moros, pero también es cierto que se negó a asistir a la batalla de las Navas de Tolosa, (1212), verdadera cruzada contra el almohade. Es cierto que a su muerte, vino la unión de Castilla y León, pero no es menos cierto que para ello, sus hijas, herederas legítimas, Sancha y Dulce, hubieron de renunciar al trono a favor de Fernando III e irse a un convento. Que durante su largo reinado, Alfonso IX, hijo de Fernando II y Urraca de Portugal, estuvo a punto de acabar con el reino de Castilla, es un hecho y de aquí, supongo, y también de su falta de colaboración en las Navas de Tolosa, ha venido esta especie de silencio histórico. Es un rey que molesta a los conspicuos historiadores patrios por demasiado inquieto, veleidoso, etc., como le apellidan en los libros. Hay algo y aún «algos» que se suelen silenciar en esta muy complicada historia, entre «esos algos» están sus dos excomuniones. El papado influye abiertamente en la política española y arropa desde un primer momento a Fernando al que después canonizaría. Se trataba, una vez más, de la colaboración entre la Iglesia y España, es decir, Castilla «la unificadora.» Alfonso IX, ya inició su reinado bajo la conspiración de su madrastra, Urraca Lope de Haro, que sostenía que el reino de León correspondía a Sancho, el hijo que tuvo con Fernando II pues consideraba que Alfonso era hijo ilegítimo, dado que el matrimonio de sus padres se había considerado nulo. Se casó dos veces, con Teresa, hija de Sancho I de Portugal, y con Berenguela, hija de Alfonso VIII de Castilla. De sus 15 hijos, habidos dentro y fuera de los matrimonios, destacan Sancha y Dulce, hijas de Teresa y legítimas herederas, y el futuro Fernando III, hijo de Berenguela, y las dos veces sus matrimonios fueron anulados por la Iglesia por razones de parentesco, es decir, por razones políticas. Dos papas, Celestino III, que en 1196 excomulgó al rey por sus acuerdos con los almohades, y el terrible y poderoso Inocencio III; ambos se opusieron desde el primer momento a Alfonso IX. Éste para que le levantaran la excomunión, pues ésta desvinculaba el juramento de obediencia a los súbditos respecto del rey, cedió las dos veces y dos veces se separó de sus esposas, al parecer ilegítimas; aunque, en este caso, la historia no constata levantamiento contra el rey; es decir, rey y reino se presentan como unidad consolidada; mas todo se preparó para que, a su muerte, el reino de León desapareciera del mapa español. Sin embargo, este rey, cuyo reinado abarca desde de 1188 a 1230, ante las instigaciones de la madrastra y ciertos nobles, convoca las que quizás sean las primeras cortes europeas de la Historia. Se celebraron en San Isidoro de León, y allí, por primera vez, acudieron representantes no sólo de la nobleza y de la iglesia, sino de los que tributaban, es decir, de los que después constituirían la clase burguesa de las ciudades, muestra patente de cierta intención regia, modernidad y avance político alcanzado por la monarquía leonesa. En esta Curia Plena se dictan decretos transcendentales para la historia política posterior. Así, el rey se compromete a defender la paz pública y los intereses de los particulares frente a cualquier violencia. Compromiso que afectaba directamente contra los abusos de los nobles. Estos, en caso de litigio, debían someterse a la justicia real; si desobedecían perdían la caloña de 500 sueldos, lo que equivalía a perder su condición de nobles. Por otro lado el rey garantizaba la inviolabilidad del domicilio, declarando inocente a quién matara por defender su casa. ¿También molestó esta convocatoria a Cortes a la autoridad pontificia? ¿O quizás les molestara el que se fundara la primera Universidad, la de Salamanca? Nunca lo sabremos a ciencia cierta, hasta que se estudie con detalle el reinado entero. Llamar heterodoxo a Alfonso IX, puede parecer exagerado, pero aunque para empezar, nos las habemos con un excomulgado, también nuestro último rey fue un heterodoxo políticamente. Las líneas históricas parece que estaban trazadas de antemano: se trataba de acabar con los musulmanes en una guerra que siempre es considerada como una cruzada religiosa, y Alfonso no sólo llega a pactar con los almohades, y hasta a aliarse con ellos en un intento de acabar con Castilla, sino que se inhibe de la cruzada religiosa, y se niega a asistir a la importante, históricamente quizás decisiva, batalla de Tolosa (1212), inicio del derrumbamiento almohade. Alfonso IX se equivoca históricamente, ya que sus llamadas vacilaciones, acabaron con su reino, pero todos sabemos que la historia se escribe por los vencedores (y entre los vencedores se encontraba, sin duda, el poeta del Cid, el que nos contó en verso cómo el Cid, él solito, metía en la jaula a un león). Esta historia se acrecienta al descubrir cómo el rey de Castilla, su primo Alfonso VIII le humilló a besarle la mano en Soto Hermoso, cuando a instancia de la madrastra del leonés, Urraca Lope de Haro, hostigó contra él, el cual, encontrándose en circunstancias desfavorables y a fin de defender el reino, y tras varios intentos de pacto, accedió al besamanos. Esta humillación quizá sea la causante del conocido rencor hacia Castilla por parte del leonés. Ante el poder y empuje castellano, Alfonso IX pactó con los reyes de Portugal y de Aragón. Por otra parte ¿qué pensar de un rey perseguido por dos papas, fundador de una universidad y organizador de las primeras Cortes? ¿Qué pensar de un rey que conquista la Extremadura (1227): Badajoz, Cáceres, Mérida, y deja abierto el camino de Sevilla, y que, sin embargo, se niega a continuar la tan traída y llevada reconquista, pensando, posiblemente, que los moros podían seguir viviendo en la España de Guadalquivir? Para los historiadores totalizadores no hay duda, Alfonso IX no entendió la Historia, es más, la intentó desviar y de dos maneras: la primera intentando acabar con Castilla, llegando con sus huestes hasta Burgos «destruyendo, robando y asolando» la Tierra de Campos, según el arzobispo Jiménez de Rada; la segunda, desligándose de la empresa común (no tan común) de la Reconquista. De aquí su condena o lo que es peor, su ninguneo por parte de los historiadores. Sigue faltando, como quedó apuntado, una historia de este rey. Ciertamente, ante el debilitamiento de Alfonso VIII tras la derrota de Arcos, Alfonso IX pactó con los almohades de Yusuf Ya¿qud y les solicitó recursos con los que atacó a Castilla. De igual modo actuó el rey navarro Sancho VII «El Fuerte» y el de Portugal. Ante el acoso al reino castellano tomó cartas en el asunto el Papa. Atrajo a todos los reyes cristianos, menos al leonés. Alfonso IX optó por seguir manteniendo relaciones con el Califa y recibió la excomunión, lo que implicaba desvinculación de obediencia de los súbditos. El rey leonés siguió terco y actuando por su cuenta, toda vez que la medida papal era inútil,pues sus súbditos mantenían la obediencia. Para los que no creemos que la Historia haya ocurrido como tenía que ocurrir, para los que creemos que el azar está presente en el devenir, podemos preguntarnos ¿qué hubiera ocurrido si en 1196, las tropas de León, Navarra y musulmanas, las tres juntas en unión, acaban con Castilla? La Historia patria hubiera cuando menos, sido ligeramente diferente. Y lo mismo: si Fernando III hubiera respetado a sus hermanas de padre, cuando las despojó de la herencia y las envió a un convento. Claro, la historia escrita lo dice de otra manera: que el santo Fernando llegó a un acuerdo con sus hermanas, que las dotó espléndidamente, y que ellas prefirieron irse a un convento antes que reinar. Nada más natural en esta época y en todas ¿cómo no preferir un convento a un trono? Alfonso IX es el único monarca de su tiempo con personalidad propia, no sólo no sigue los dictados del Papa sino que tampoco parece estar de acuerdo con la cruzada religiosa contra el musulmán. Como dije, es dos veces heterodoxo si por heterodoxia entendemos, en este caso, cierta personalidad e independencia en la conducta. Que esta conducta condujera a la pérdida del reino, no fue ninguna ley histórica, ninguna necesidad de la Historia, sino la derrota del reino de León ante la todopoderosa Iglesia aliada con la Castilla de su hijo Fernando III, más el grupo de la nobleza terracampina. Si por heterodoxia entendemos solamente herejía religiosa, no creo que Alfonso IX cayera en ninguna, aunque fuera excomulgado, pero si damos el significado de heterodoxia a todo lo que se aleja o se opone a la doxa, a la opinión generalizada y aceptada por una muy educada memoria colectiva que se llama memoria histórica, no hay duda, Alfonso IX fue nuestro rey heterodoxo leonés. Un heterodoxo que se opuso a la historia de su tiempo, y que hasta intentó escribir otra historia. Una historia que respondía a un programa diseñado a partir de 1134 y acabado tras las Cortes de 1208 y que termina en 1230, fecha que indica el final del «Reino de León» como entidad política independiente. Alfonso IX había nacido en 1171, y subió al trono en 1188, cuando murió, en 1230, había reinado 42 años en los que pudo cambiar la Historia de España. Alfonso IX, cansado de guerrear con el rey castellano, pactó la paz casándose con Berenguela, hija mayor de Alfonso VIII. Dado el parentesco y «otras razones», el Papa lo excomulga, y el leonés nuevamente hace oídos sordos. Los inicios del siglo XIII fueron agitados. Un Concilio celebrado en Salamanca abordó la delicada situación matrimonial del leonés. La paz con Castilla nuevamente se rompe y Alfonso, aprovechando la conocida excomunión se separa de Berenguela. Vuelve a pactar. El castellano aprovecha la paz con el leonés y realiza incursiones en el Mediodía francés para reclamar herencia de su esposa Leonor, donde es herido y testa la sucesión a favor de su nieto Fernando, hijo de Alfonso y Berenguela. Alfonso IX que intuía la asfixia del reino leonés emparedado entre Castilla y Portugal, guerrea contra su hijo. Atisbaba que la autonomía leonesa peligraba. Firma con el rey de Portugal para que la sucesión recayera en sus hijas, Sancha y Dulce, habidas en el primer matrimonio anulado con Teresa de Portugal. Mas la oscilación cayó a favor de Castilla y definitivamente se abandonó «la solución portuguesa». En 1987 y 1988, las Cortes Autonómicas de Castilla y León, celebraron un Congreso dedicado a estudiar el origen leonés de las llamadas Cortes;. Recordaron las primeras Cortes europeas de 1188, a las que siguieron las de Benavente en 1202, y otras en el mismo León en 1208. Nacieron estas novísimas Cortes de la evolución de la Curia Regia que, en 1188, se transformaron en Curia Plena; y a ellas acudieron no solamente obispos, nobles y tenentes de la Monarquía, sino ciudadanos elegidos de las ciudades del Reino, uno por cada ciudad; asistían , por primera vez en la Historia, no sólo los que podríamos llamar futuros burgueses sino también sesmeros (agricultores), pecheros (que tributaban o pechaban) y también omnes de pequeña manera , como ha quedado anotado en las Actas llamadas Cuadernos de Cortes . No hay pues que insistir sobre la importancia política de estas curias plenas que, de alguna manera, son también una desviación heterodoxa de las curias regias que se celebraron en la época como único consejo capaz de regir el destino de todos los súbditos. A este congreso que acabo de reseñar, y en cuyos trabajos se estudió la nueva política parlamentaria del Reino de León, tendría que seguir otro, en el que se estudiaran los conflictos también políticos de León con Castilla; y los problemas, más que conflictivos, entre la Iglesia de los dos Papas ya nombrados y Alfonso IX. Sería la única manera de entender el más rico reinado del independiente León. El más rico, interesante, etc., pero también el último. Alfonso IX tiene una de las más pequeñas calles en la ciudad de León, no tiene ninguna estatua ni monumento, ni en León ni en Salamanca, donde en verdad podrían muy bien recordar quién fundó su Universidad, ni en Santiago, cuya catedral se consagró durante su reinado(1211). Pero no en balde se pierde un reino y una libertad.

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