Arte, amistad y barro

Todo surgió de la amistad y el cariño que me unen a Charo, se sumaron nuestra insaciable necesidad de hacer cosas, de hacer algo distinto; un proyecto en el que el arte se acerca a la calle, a la vida cotidiana, la artista se involucra con el mundo.

Charo tenía el proyecto de hacer un número indeterminado de retratos, de esbozos, de gestos, para realizar una exposición y yo quiero ofrecer no sólo un espacio expositivo, sino también usar este espacio para el desarrollo de procesos artísticos, pues el arte no está sólo en la obra, sino que está también en el proceso de realización de ésta, y es esa parte, casi siempre invisible, la que queríamos ofrecer al público. En la persecución de este objetivo emergió algo más grande, eso de lo que actualmente tanto se habla: las sinergias, donde no sólo coincidieron personas, sino también proyectos y esto es aún más satisfactorio, unir a gente con ganas de hacer cosas y que, pese al momento que vivimos, quieren seguir luchando “con” y “por” el arte.

Mi experiencia como modelo se me presenta como un nuevo resurgimiento, un bautismo de barro, al fin y al cabo, polvo somos y en polvo nos convertiremos. El proceso es muy edificante, ves cómo tus gestos más característicos van apareciendo en el barro, te ves surgir; todos afirman ver en este proceso la aparición de sus antepasados, la nariz del padre, los ojos de la madre, aquel gesto del abuelo…. Y todo se mezcla en el barro. Mientras esto ocurre se establece un vínculo especial con Charo, ella logra crear un momento de complicidad, en el que todos entregamos parte de nuestra alma; es gratificante experimentarlo, pero es igualmente llamativo ver, desde fuera, cómo los demás también establecen ese vínculo con ella.

FRAN KANYA ENMARCACIÓN