Diario de León

Cien años de una biblioteca crucial

La biblioteca del filántropo

En todas las escuelas Sierra-Pambley (Villablino, Hospital, Villameca, Moreruela de Tábara en Zamora y León) la biblioteca tenía un lugar destacado y relevante. Fieles al principio regeneracionista de Costa de «escuela y despensa» y herederos de los ilustrados, los hombres fundadores y Patronos dirigentes de la Fundación Sierra-Pambley impulsaron en todas sus escuelas la existencia de una bibliteca que en los años previos a la Guerra Civil fue pública y circulante

El primer fichero que tuvo la biblioteca.

El primer fichero que tuvo la biblioteca.

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En diciembre de este año llega a centenaria la Biblioteca Azcárate de la Fundación Sierra-Pambley de León. Con este motivo, y a modo de felicitación, de reconocimiento y de homenaje por su labor intelectual y social, por su presencia y por su amplísimo contenido, recojo y resumo lo que sobre ella escribí en 1995 en mi libro cuya referencia es: Cantón Mayo, I. (1995). La Fundación Sierra-Pambley, una institución educativa leonesa. Secretariado de Publicaciones de la Universidad de León, 534 pp. ISBN: 84-7719-504-8)

Estas líneas únicamente se refieren a la Biblioteca, siendo el estudio de toda la Fundación un tomo de 534 páginas, que aún así, resumen el devenir de la misma desde su origen a la Guerra Civil. Resta por investigar un periodo aún más largo que el rescatado, pero ello será tarea de otras personas y de otros trabajos. Hasta esa fecha se refieren también las líneas que siguen.

Patio interior de la Fundación Sierra-Pambley donde se ve a la izquierda el famoso arco escarzano de la biblioteca.

De todas ellas, la biblioteca más destacada fue la que se desarrolló en la Escuela Industrial de Obreros de León. Desde sus inicios, en 1903, funcionó una biblioteca escolar dotada con los presupuestos anuales de la enseñanza. A la muerte de Gumersindo de Azcárate, en 1917, siendo presidente del Patronato de la Fundación, sus herederos donaron sus libros a la Biblioteca de la Escuela de León. Cossío, su sucesor en la presidencia de Patronato, decidió que se constituyera con ellos una biblioteca pública aneja a la Escuela de León que llevase el nombre de Azcárate. Esta biblioteca desempeñó desde su inauguración un importante papel en la vida cultural leonesa, tanto por el volumen de libros prestados, como por la calidad de las personas que los solicitaban.

El acta en la que el Patronato de la Fundación Sierra Pambley toma posesión del legado de Gumersindo de Azcárate dice: «El Patrono Azcárate (Pablo) dio lectura de una comunicación de los herederos del que fue nuestro inolvidable presidente D. Gumersindo de Azcárate ofreciendo al Patronato las obras que constituían su biblioteca. Se acordó la aceptación y manifestar a dichos señores el agradecimiento de la Fundación. Se acordó también que dichas obras se trasladaran a León por cuenta del Patronato, para que allí constituyan el primer núcleo de la Biblioteca pública que se piensa crear en la casa del Fundador, con el nombre Biblioteca de Azcárate».

El patronato estuvo cierto tiempo desbordado por la testamentaría y meditando la forma de la idea expresada tan claramente. Los libros llegaron a León el 22 de febrero de 1918 y se almacenaron e local de la escuela mientras se habilitaba una digna biblioteca para depositar el tesoro que suponía el legado de Azcárate.

El diseño de los muebles de la Biblioteca Azcárate fue obra de Cossío bajo la supervisión directa de Cárdenas. Cossío estaba influido por las bibliotecas inglesas del XVIII y realizó un diseño sobrio y clasicista al estilo de Oxford

El profesor de Dibujo era, desde que se abrió la Escuela , el Arquitecto Municipal, Manuel Cárdenas, que debió ser contactado por el director, don Segundo Álvarez, ya que el fundador no lo conocía. Su sueldo osciló entre 1.375 y 1.750 pesetas anuales. Trabajador infatigable, paralelamente a su trabajo, en el Ayuntamiento y en la Fundación, Cárdenas realizó como arquitecto una extensa obra en la ciudad: edificios como el emblemático Pallarés en 1922, y en los pueblos de la provincia proyectó un sinfín de Escuelas, entre ellas las de Cistierna y Burón, cuya pizarra le sirvió Segundo Álvarez que era representante de varias casas pizarreras.

El trabajo de Cárdenas como arquitecto encargado de construir varias escuelas en la provincia le apartó un tiempo de la Fundación, encomendando sus clases a Segundo Álvarez y luego a su ayudante, un alumno de la tercera promoción llamado Guillermo Fernández «muy competente y formal» según sus palabras.

Las instrucciones para la biblioteca las llevó directamente Cossío, inspirado en la biblioteca de la ILE y en las bibliotecas universitarias inglesas. En 1918 Cossío había encargado a Cárdenas, profesor de Dibujo de la Fundación, el proyecto de reforma para las obras de reparación en la casa del fundador y la construcción de la casa de la maestra, para lo cual Cárdenas realizó una memoria que presentó al Patronato, contemplando dos posibles opciones: construcción de un pabellón aislado en el patio, con planta y dos pisos, que presentaba el inconveniente de ocupar mucho espacio en el patio y la ventaja de permitir ampliar el taller de cerrajería, o bien construir un cuerpo adosado al edificio haciendo la prolongación del taller en la planta baja construyendo una escalera interior y compensando al maestro de la parte que utilizaban. El Patronato prefirió la segunda opción, a la que añadió obras de mejora de las conducciones de agua, modificaci ón y ampliación de los talleres, remodelación de las tapias de la calle Dámaso Merino y de las interiores que separan el patio de la Casa del Fundador , abriendo una puerta que los comunicara . El Ayuntamiento concedió licencia de obras el 3 de junio de 1918 y las obras comenzaron inmediatamente, realizando con los albañiles parciales. A las obras proyectadas se unió má tarde el diseño de la Biblioteca Azcárate.

Brazo menor de la L de la Biblioteca Azcárate con el arco escarzano diseño de Cárdenas.

El principal problema de Cárdenas fue el de adaptar para Biblioteca un local preexistente en la planta baja del edificio de la Escuela y parte de la casa del fundador. Lo resolvió diseñando una sala de lectura en forma de L, con vistas al patio en la parte del brazo más corto y en paralelo a la calle del Bayón con el más largo, y con pequeñas ventanas a esa misma calle.

La forma primitiva del local de la biblioteca no era de L. Existía una cancela que daba al patio, que Cárdenas sustituyó por un amplio ventanal bajo un arco escarzano de 2, 75 de ancho, por 2, 28 del alto que dotase a la biblioteca de claridad. En ese mismo brazo eliminó un espacio destinándolo a servicios higiénicos y guardando así más aún la forma rectangular del brazo más corto a la izquierda. Habilitó una nueva puerta al local desde el portalón de entrada a la escuela, que es la que se utiliza en la actualidad. El brazo derecho constaba de un rectángulo y un ensanche bajo la casa del fundador que daba a la plaza de la Catedral. Cárdenas despreció el ensanche y lo dedicó a almacén de libros. Cossío aprobaba o eliminaba cada plano hasta conseguir la estética y proporcionalidad actuales

Tras la Guerra Civil, Cárdenas apareció como un hombre acorde con el régimen; ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y en su discurso de investidura justificó y alabó las apariciones del Caudillo y la arquitectura monumental de éste

El diseño de los muebles de la Biblioteca Azcárate fue obra de Cossío, realizándose los mismos en el taller de carpintería de la Fundación, bajo la supervisión directa de Cárdenas. Cossío estaba influido por las bibliotecas inglesas del XVIII y realizó un diseño sobrio y clasicista que recuerda la Biblioteca de Cadrington de Oxford. El conjunto de los muebles lo forman veintiocho cuerpos, tres de los cuales corresponden a las puertas acristaladas de acceso a la biblioteca, a los servicios y a la hemeroteca. Todos los cuerpos de los armarios son de dos hojas, de un metro de anchura, excepto cuatro armarios de una sola hoja y diferentes medidas, que e encuentran intercalados para adaptar el total a los muros. La altura es uniforme, de 2, 82 m., y se remata con una moldura de corte simple y clásico. Se sigue el sistema de «biblioteca natural» es decir, adosada a las paredes. Las estanterías cubren todos los muros, excepto los de las ventanas de la antigua calle del Bayón. Existen además otras dos estanterías de 0, 80 m. de ancho para aprovechar los laterales del derrame interno del gran ventanal que da al patio de la Escuela.

Para la pintura y el mueblaje que faltaba, Cossío escribió a Segundo Álvarez: «Está bien lo de pintura y madera para la Biblioteca. Sin decidirlo ahí no quisiera resolver nada del mueblaje que falta. La desdicha en que estoy me ha impedido ver todavía a Cárdenas. Por el catálogo no se preocupe. Lo hará el Bibliotecario. Esto es lo de menos para abrir la Biblioteca».

Su interés en ver sobre el terreno la marcha de la biblioteca le hizo proyectar un viaje a León, aunque dudaba por temor al proverbial invierno leonés. Don Segundo le animó garantizándole calor y Cossío realizó una breve visita a la biblioteca en 1920 acompañado de Pablo de Azcárate.

Durante los años 1920 y 1921 hubo un intenso cruce de correspondencia entre Cossío, Segundo Álvarez y Cárdenas, que atendió a los mínimos detalles de diseño del local y mobiliario de la biblioteca, supervisados minuciosa y personalmente por Cossío.

Los trabajos coordinados por Cossío pretendían una amplia utilización pública del gran bien que es la cultura; más aún en esa época en la que no existía otra biblioteca en León dónde encontrar libros en préstamo

Un ejemplo de detallismo son las minuciosas precisiones sobre los rótulos. Cossío mándó a Cárdenas una postal que contenía una letra parecida a la que le gustaba para el dintel de la biblioteca. «Como muestra de la letra que me gustaría para los rótulos rojos, de que hablamos. (...) Resueltamente creo que debemos poner: Escuela de Sierra Pambley. No me atrevo a suprimir el de. Si no cupiere bien, algún enlace o breviatura clara, con tal que sea sobriamente, creo que no haría mal. Y si Vd. pudiese hacer un sencillo croquis para que pudiéramos juzgar su efecto, se lo agradecería mucho», le escribía Cossío a Cárdenas en noviembre de 1921.

El croquis del rótulo de la biblioteca lo diseñó Cárdenas y se lo envió a Cossío, pero en ese tiempo se fue de León Cárdenas, tomando su lugar el también Arquitecto Municipal Isidoro Sáinz de Ezquerra. Cossío aprobó el croquis con pequeños apuntes sobre el tono del verde que debía de pintarse y se lo envió al director Segundo Álvarez: «Devuelvo a Vd. aquí el rótulo de la Biblioteca, que nos parece bien. Ya recuerda Vd. que tanto el marco como las letras deben pintarse del verde que se puso últimamente en el marco de las fotografías. El fondo sobre el que han ir las letras debe pintarse de blanco mate». Ello da idea del interés y el mimo de Cossío por la Biblioteca Azcárate. Cossío se ocupó también de la colocación del rótulo sostenido a un lado y a otro por dos clavos sencillos de hierro de los que hacían en el taller de herrería de la escuela. Otro rótulo debía ir colocado en la cabeza del fichero, bien encuadrado, con la palabra Indice, en las mismas letras y en tono verde. Los cajones para contener las fichas fueron diseñados en Madrid y Pablo de Azcárate trajo el modelo para que los alumnos los realizasen en el taller de carpintería.

El celo y empeño puesto por Cossío en el diseño de la Biblioteca Azcárate sigue fielmente las recomendaciones de sobriedad del fundador: «lo más sencillo es siempre lo mejor». Su correspondencia está impregnada de temas referidos a la biblioteca de León. Tenía previsto inaugurarla con motivo del centenario «no sé cuantos» del fuero de León, según le escribía a Pablo de Azcárate.

La inauguración de la importante Biblioteca Azcárate en la Escuela Sierra-Pambley tuvo lugar el 15 de diciembre de 1921, en el aniversario de la muerte de Don Gumersindo

Cárdenas enfermó en 1920, con una sordera que le obligaba a trasladarse a Madrid y que se hizo irreversible, unida a una bronquitis aguda y un infarto hemorrágico en la tráquea. Tranquilizó a Cossío sobre el supuesto retraso de las obras de la biblioteca el 28 de marzo de 1920 diciéndole que se inauguraría cuando habían pensado, a menos que hubiera huelga de albañiles. Las instrucciones de Cossío a Cárdenas fueron tan detalladas que la biblioteca es casi «de Cossío».

Superada la enfermedad, Cárdenas informó a Cossío de su intención de opositar a la cátedra vacante de la Escuela de Arquitectura de Madrid, para facilitar la educación superior a sus hijos: «Comprendo que es grande mi atrevimiento, pero hay que hacer algo por aproximarse a la Corte en vista del problema de la Educación Superior de mis varones, ya que tanta dificultad se nos presenta aquí».

Cárdenas no obtuvo la cátedra, que fue para Pedro Muguruza; quedó en segundo lugar y no mostró despecho, sino que consideró a su competidor como persona de gran valía y le prodigó elogios. Su caballerosidad y su cultura se ponen de manifiesto en su epistolario con Cossío, con el que intercambiaba opiniones de literatura y pintura.

Los problemas de salud de Cárdenas retrasaron el avance de las obras, contando con la comprensión de Cossío: «Ya sé que está Vd. tratando de arreglar la Biblioteca para que quede lista a fines de Junio y se lo agradezco mucho. No pude ir por León como pensaba en Semana Santa pero no he abandonado la idea y tal vez fuese por ahí algún día para proyectar con Vd. el arreglo tanto de la Biblioteca como del pequeño museo de reproducciones». Se había proyectado la inauguración para el verano de 1920, pero la enfermedad de Cárdenas, sus oposiciones en Madrid y los propios albañiles retrasaron el proyecto.

A comienzos de 1921 Cárdenas decidió trasladarse a Madrid quedando sin concluir en la biblioteca únicamente la parte del bibliotecario. Cossío sintió su marcha: «Vemos con gran tristeza la despedida del Sr. Cárdenas. Difícilmente hallaremos otro que mejor nos sirva. Y con esto hago de él el mayor elogio. Nos alegramos mucho de que fueran todos a despedirle. Yo, en cambio, iré aquí a verle, en nombre del Patronato, en cuanto tenga un momento».

Cosío visitó a Cárdenas en Madrid y le envió una nota para «reiterar a Vd. ahora oficialmente, y en nombre de todo este Patronato, lo que tantas veces le he notificado , o sea: el testimonio más sincero de la satisfacción plena que sentimos ante la perfecta manera con que Vd. ha venido desempeñando su cargo de Profesor de la Escuela Sierra-Pambley de León, desde el origen de ésta, así como nuestro dolor por vernos privados de su precioso auxilio».

Le pedía luego Cossío que le enviase la liquidación de sus haberes por las labores que, como arquitecto, no como profesor, había realizado para la Fundación desde 1917. Reiteraba el agradecimiento del patronato por la identificación de Cárdenas con los principios fundacionales de desinterés, patriotismo y acendrada modestia, asegurándole que su enseñanza nunca sería olvidada. Cárdenas, respondiendo a los principios que tanto alababa Cossío, le escribió diciendo que no tenía la nota de sus trabajos y que «violentando sus generosos deseos» no la haría, pues «los trabajos que hice como arquitecto, los estimé siempre muy unidos a los que de mi cargo dependían, y si algo más había de cobrar, me doy por muy bien pagado con el honor de conservar su buena amistad y la de los demás Patronos».

Con su marcha Cárdenas dejó de trabajar para la Fundación, pero siguió manteniendo excelentes relaciones con el director, Segundo Álvarez. Mantuvo también la amistad con los miembros del Patronato y dejó en León una probada muestra de su trabajo: la antigua casa de Correos, hoy de la Diputación, al lado de la Fundación, el edificio de Padre Isla nº 5, algunas escuelas y varios chalets que han sido objeto específico de estudio.

Tras la Guerra Civil, Cárdenas apareció como un hombre acorde con el régimen; ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y en su discurso de investidura justificó y alabó las apariciones del Caudillo y la arquitectura monumental de éste.

Sainz de Ezquerra en la Fundación

La segunda parte de la biblioteca corresponde al sucesor de Cárdenas en 1921 tanto en las clases de Dibujo como en el diseño de la Biblioteca: Isidoro Sainz de Ezquerra, también arquitecto municipal. Había pretendido la vacante el arquitecto Juan Crisóstomo Torbado que se disgustó al ser preferido Ezquerra. Don Segundo informó muy positivamente de sus comienzos a Cossío, que se alegraba «del buen comienzo del nuevo profesor, el Sr. Arquitecto Municipal» que había sustituído a Cárdenas.

Sainz de Ezquerra permaneció en la Fundación desde febrero de 1921 a la primavera de 1923 en que pidió ser sustituído a causa de su poca vocación docente. Durante su etapa como profesor diseñó la parte de la biblioteca donde estaba el escritorio del bibliotecario, bajo la primera ventana a la derecha que da a la calle del Bayón y que contiene un mural con una pequeña estantería y un fichero de cajones. Todo ello armoniza extraordinariamente con lo realizado por Cárdenas.

En el lugar de honor se tenía previsto colocar una ménsula para poner el busto de Don Gumersindo. A primeros de noviembre Cossío sugirió a Don Segundo que no la realizaran pues había pensado en una hornacina. Comunicó su idea a Don Segundo para que se la transmitiera a Sainz de Ezquerra: «Otro ruego para D. Isidoro: Quisiera que, en vez de zapata ni consola para poner el busto de D. Gumersindo, se hiciese en el sitio donde ya sabe Vd. que va a ir, y en el centro de la pared , entre el armario y el borde de la ventana, una hornacina abriendo un hueco en la pared, como se hizo para el índice, sólo que, claro está, en la forma, como digo de hornacina clásica —ya D. Isidoro sabe— de planta semicircular o menos, y rematando en alto, en un casquete esférico. En suma, como entre los romanos y los neoclásicos se solían poner los bustos. El tamaño de la hornacina obedecerá al del busto, para que éste quede en ella bien holgado por todas partes, no con miseria, pero tampoco con exceso. Y por dentro y por fuera todo liso de yeso bien dado, pero sin adornos. Eso es lo más sencillo, lo más serio y lo mejor».

La hornacina tan precisamente descrita aún puede contemplarse hoy en la Biblioteca Azcárate. La idea fue de Cossío el cual señaló que no se pusiera nada al otro lado, «para que no quite importancia al busto de D. Gumersindo como titular que es de la Biblioteca».

Con el busto de Azcárate presidirían la biblioteca sendas fotografías de éste y de Francisco Fernández Blanco, el fundador. Cossío envió las fotos en un bastidor desde Madrid para que sirvieran de referencia en el tamaño de los marcos que tenía que poner Cárdenas: «Me alegro de que rescatase la fotografía puesta en el bastidor. Iba, en efecto, sin marco. Esto hay que hacerlo ahí. El Sr. Cárdenas estaba encargado de ello. Era solo como modelo de bastidor para que ahí se haga al tamaño de cada fotografía y salga más barato que aquí».

Para hacerlos envió envió nuevas instrucciones: «Sobre los marcos, he pensado que habiendo de hacer para cada foto un marco de su tamaño, (...) lo mejor de todo fuese pegar la foto en tela (...) y poner a cada foto un bastidor negro como si fuera un cuadro. La conservación de las fotos sería así mucho mejor. Los bastidores es cosa sencilla que podrían hacerse en la Escuela».

La inauguración de la Biblioteca Azcárate

Los trabajos coordinados por Cossío pretendían una amplia utilización pública del gran bien que es la cultura; más aún en esa época en la que no existía otra biblioteca en León dónde encontrar libros en préstamo. Las características de ser única , amplia apertura, calefacción, estar bien dotada y ser gratuita , amén del prestigio que la Fundación tenía, dieron a la Biblioteca Azcárate especial relieve y jugó un papel importantísimo en la vida leonesa de los años anteriores a la Guerra.

A finales de 1921 estaban concluidas las obras, los muebles y la catalogación de los libros de la Biblioteca Azcárate aunque faltasen algunos detalles. Primero se quiso inaugurar coincidiendo con el aniversario de los fueros de León; luego se buscó otra fecha más íntima e importante para la vida de la escuela: el cuarto aniversario la muerte de Gumersindo de Azcárate: «Vea Vd. ahí si pueden apretar en lo más urgente. Yo quisiera que estuviese hecha también la mesa grande y las sillas para ella, para que se viera también el otro cuarto, y el paragüero, y el aumento de perchas. Me gustaría ver el dibujo, si es posible, del rótulo en un papel a la medida de cómo va a ser» .

Próxima la inauguración, Cossío le pidió a Don Segundo que buscase una mujer formal para la limpieza de la biblioteca, de la escuela y cuidase de la estufa. Además dió los últimos retoques antes de la apertura referidos a la numeración de los armarios: «La forma en que quisiéramos los números envío un modelo de ellos en ese papel. Hay que agrandarla en la forma, proporción y grueso conveniente , pero guardando el mismo estilo. D. Isidoro podría hacerlo con los chicos». Cossío quería que se pusiera una cortina para la cristalera del brazo izquierdo, pero ésta nunca se llegó a colocar.

La inauguración de la importante Biblioteca Azcárate en la Escuela Sierra-Pambley tuvo lugar el 15 de diciembre de 1921, en el aniversario de la muerte de Don Gumersindo. Las muchas ocupaciones de Cossío le impidieron asistir al acto, que presidió Pablo de Azcárate. Segundo Álvarez informó a Cossío de que la apertura había sido un éxito y que las gentes no cabían en la biblioteca. El patronato se hizo eco en las actas del acontecimiento y de que se abría la Biblioteca para honrar la memoria de Azcárate: «Muy contentos del éxito de la Biblioteca. No nos ha sorprendido. Y el Patronato procederá enseguida a agrandarla para que quepan todos. No hay inconveniente en que esto se vaya sabiendo confidencialmente».

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