Diario de León

Bolivia rescata la legendaria vida de Hans Ertl, el «fotógrafo» de Hitler

Conocido como el «fotógrafo» de Hitler pese a que rechazaba ese apodo, el alemán Hans Ertl fue un aventurero, un ermitaño y un hombre que veneró con religiosidad las selvas de Bolivia. Su vida legendaria se ha recuperado en el centenario de su

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JAVIER ALIAGA | texto
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Ertl (Alemania 1908-Bolivia 2000) se hizo famoso como corresponsal de guerra en la campaña del mariscal Erwin Rommel en África -a quien consideraba un «ídolo»- y por su trabajo como camarógrafo de Leni Riefensthal, la célebre cineasta alemana que glorificó a los nazis y de quien fue su amante. Pocos conocen sin embargo que este alemán vivió medio siglo en Bolivia, su «segunda patria», entre la cordillera de los Andes y la Amazonía, en una peripecia de expediciones, cine, un culto religioso por la naturaleza y su afición a la ganadería. «Fotógrafo de Hitler, no. Él era fotógrafo del mariscal Rommel. Amante de Leni, sí, porque mi padre era un mujeriego», afirma con resignación su hija Beatrix, de 63 años, en un encuentro con Efe en su casa de La Paz, donde conserva parte de las viejas fotos de su padre. Las imágenes de juventud muestran a un Ertl enérgico, con aspecto de galán, siempre filmando, a veces en las montañas, e innovando con nuevas técnicas como hizo en el filme Olympia o en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, bajo la dirección de Riefensthal. En su vejez, Ertl todavía exhibía una arrolladora personalidad y lucidez como muestra un documental sobre su vida producido por el antropólogo Jürgen Riester en 1996. En el vídeo, el propio Ertl asegura que no fue miembro del partido nazi, pero que lo reclutaron por la fuerza como corresponsal para la Segunda Guerra Mundial. «Nunca le gustó que le llamaran nazi, él no tenía nada contra los nazis, nada contra los judíos. Era una persona muy pacífica», comenta Beatrix. Pero allí, en la Segunda Guerra Mundial, admiró a Rommel de quien fue su fotógrafo oficial: «Será siempre un ídolo para mí, un hombre como Rommel fue también respetado por (el mariscal Bernard) Montgomery y otros como un gran general del ejército enemigo», sostuvo Ertl. En el vídeo, el fotógrafo no revela si tuvo una relación con Riefensthal como dice su hija, pero se refiere a ella como «una mujer extraordinaria» a la que defiende de quienes hablan de sus amoríos con Hitler. «Por razones políticas un hombre como Hitler jamás se hubiera podido permitir en esa época empezar un amorío con una señora como Leni Riefensthal», sostiene Ertl. Genio y figura, a sus 88 años, el ya anciano pero infatigable Ertl afirmaba para ese documental que su deseo era morir en los brazos de una joven alemana y que «la receta para la vejez es el sexo», aunque también deseaba un corazón que latiese por él. Su hija, que lo consideraba un mujeriego, sostiene que su vida sentimental estaba siempre presente en sus conversaciones y citaba de forma particular una entrañable hazaña amorosa: «Se acordaba de haber hecho el amor a 8.000 metros de altura, en el Himalaya». La llegada a Bolivia Hans Ertl llegó a Bolivia el 3 de marzo de 1950 ayudado por un obispo de Roma, igual que otros nacionalsocialistas, y su vida quedó definitivamente enlazada a este país y en particular a la región oriental de Santa Cruz, donde tenía su estancia: «La Dolorida». Hizo varias expediciones a los Andes y a la Amazonía, realizó filmes como el Paititi e Hito Hito y tras, la desgracia de perder su película Surazo hacia 1960 porque cayó en un río junto con su vehículo, abandonó la fotografía y el cine, según Beatrix. Su vida entonces se convirtió en la de un ermitaño, aislado en «La Dolorida», dedicado a la crianza de ganado y a la protección de la fauna y flora desde su veneración por la Amazonía. «Tengo la sensación de volverme parte de esta creación, de este universo» y «me he vuelto pagano creyente en la creación», sostenía Ertl, a quien los indígenas llamaban: «Juan, el viejo barbudo de la Dolorida, el gringo raro, el loco, el escritor...». Quedó prendado de la sencillez de los bolivianos de quienes dijo, con romanticismo, que tenían un «increíble elemento incorrupto» consistente en ser «como dominguillos» o muñecos que aunque los tiren de un lado u otro siempre quedan de pie. Vivió sus últimos años con la filosofía de que todo es prestado y que debe volver a la madre tierra, a la «Pachamama» de los indígenas. De hecho, él sigue enterrado en «La Dolorida», a pesar de que la hacienda ha pasado a otras manos. Hans Ertl tuvo una esposa que falleció en Bolivia y tres hijas: Beatrix, Haydi, quien actualmente vive en Alemania, y Monika, «su preferida», una militante subversiva con una vida de novela. Y es que Monika Ertl fue, a principios de los años 70, la mujer más buscada de América tras haber asesinado a un diplomático boliviano que supuestamente participó en el cercenamiento de las manos del guerrillero argentino-cubano Ernesto «Che» Guevara. Pero esa es otra historia que además será llevada al cine por una productora alemana.

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