Diario de León

La firma de luis prieto

Coleccionar la historia

Almacena en su casa de Chana de Somoza las raquetas de las leyendas del tenis. Un total de doscientas palas que mantienen viva la ilusión de quien salta por primera vez al terrreno de juego

Luis Prieto tiene una colección de cerca de 200 raquetas; muchas pertenecieron a famosos jugadores de la historia del tenis.

Luis Prieto tiene una colección de cerca de 200 raquetas; muchas pertenecieron a famosos jugadores de la historia del tenis.

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Ana G. Valencia | Sonia Vidal
León

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La primera raqueta llegó a las manos de Luis Prieto en los años 70, después vino la segunda, la tercera, luego fueron cincuenta, cien y así hasta sumar un total de doscientas palas que guarda cuidadosamente en su casa de Chana de Somoza, un bonito pueblo que se esconde en lo profundo de la Maragatería. Sólo una pequeña parte de su cuantiosa colección es del propio Prieto, pues lo más sorprendente de esta historia, es que este maragato conserva como «oro en paño» las raquetas de las leyendas del tenis. Vilas, Bjorn Borg, Gerulaitis o Lendl, guardan un trocito de su carrera en las bolsas donde este coleccionista traslada cuidadosamente sus palas. Colección, afición e ilusión son los ingredientes de esta receta que convierten a este maragato en el principal artífice de lo que un día será el museo de las raquetas.

La colección comenzó a fraguarse hace quince años y lo más curioso es que este leonés no ha pagado casi nunca por ninguna de estas raquetas. «Por la que más, seis euros». En tono humilde, el coleccionistas confiesa que en estas palas también está escrita la historia de su vida. «Muchas son regalos de los propios tenistas». La primera raqueta llegó a las manos de Luis Prieto casi sin querer, —comenta el propio coleccionista, «al cambiar de pala en vez de venderlas me las fui quedando, las primeras eran mías y con el tiempo me di cuenta de ¿por qué no coleccionarlas?». Algunos amigos de este leonés se enteraron de esta iniciativa y se las fueron regalando. Hasta los clubs de tenis de Madrid también llegó la noticia y así poco a poco, entre amigos, aficionados y tiendas de segunda mano se fue fraguando esta curiosa colección. El boca a boca ha jugado un papel fundamental en esta tarea. «Muchas raquetas me las dejaban en las recepciones de los clubs, y muchas aún no sé ni su procedencia».

Primer saque

Lo cierto es que aunque este leonés comenzó a jugar por pura afición, «mi primo, Lorenzo Alonso, era mi mejor aliado en el juego», bromea, siempre ha estado muy vinculado al mundo del tenis y del deporte. El club de tenis Coslada fue su primera casa. El siguiente paso fue la conquista de los campeonatos de Madrid y de España, «Tengo ciento y pico trofeos».

Conociendo un poco más la vida de este maragato uno se da cuenta de que el tenis ha sido su pasión, aunque ha tenido que compaginarlo con otros trabajos. «Soy representante de productos de mercería y lencería. El tenis ha sido siempre una afición», argumenta el maragato. Su relación con el mundo del deporte le ha permitido conocer a los árbitros y jueces, por ello «a día de hoy cuando todavía jugamos algún partido, se intenta cuadrar para que no afecte a nuestros trabajos».

Tras su paso por el club de tenis de Coslada, decide fundar el club de veteranos de la misma localidad que participa en todos los campeonatos de Madrid. Más adelante, nuestro coleccionista, fichó por el club de tenis de Pozuelo, donde todavía juega en sus filas. «Llevo ocho años en Pozuelo, y estos dos últimos hemos quedado campeones de Madrid en la modalidad de veteranos», presume Luis Prieto, que este año se ha clasificado para el master que juegan los ocho mejores de cada categoría.

Durante 16 años, Luis Prieto ocupó cargos en la Federación de Tenis de Madrid. Ocho de estos dieciséis fue el presidente del comité juvenil. Destaca que ésta ha sido una etapa preciosa, a pesar de ello «nunca he entrenado a nadie», argumenta. Confiesa que lo más difícil cuando se trata de jóvenes es «lidiar con los padres. Muchos son los que piensan que tienen un Nadal o una Sharapova en casa». Lo más bonito de estar con los jóvenes es ver sus cualidades, — reconoce el coleccionista—, «para jugar al tenis hay que tener la cabeza muy bien amueblada, hasta la cima sólo llegan muy pocos», reconoce. Las lesiones o la adolescencia son las principales causas de abandono de niños, «por los que sin duda yo hubiera apostado».

Muchos de los ejemplares que colecciona Luis Prieto son raquetas de madera, que han sido protagonistas de los acontecimientos deportivos que no volverán a vivirse de la misma manera. Las raquetas son la pluma y la tinta con las que se ha escrito la historia de este deporte. Algunas de las palas que conserva este maragato están dobladas o partidas, fruto de los sentimientos de los tenistas que un día escribieron la historia con ellas. Prieto conserva este tesoro a la espera de que algún día puedan exponerse más allá de los escaparates. Mientras se cumple este sueño, Luis Prieto presta estos tesoros en el campeonato anual de raquetas de madera que se juega en el Manolo Santana Center de Madrid. «Yo no juego este campeonato es sólo para los afiliados del club, sin embargo presto mis raquetas para este tipo de eventos e incluso para fotografiarse con ellas».

Pura satisfacción es lo que sale de la boca de este maragato cuando habla de su colección, y la verdad no le faltan razones.

La historia continúa

Nuestro coleccionista lo tiene claro y entre sus planes de futuro mantiene la idea de seguir jugando al tenis, «todo lo que pueda», argumenta. Espera seguir teniendo éxitos y que «las lesiones me respeten», bromea.

Luis Prieto le da a los jóvenes un consejo muy práctico, «dedicación y paciencia. Los padres deben tener confianza en los entrenadores de sus hijos, que son, con diferencia, los que mejor conocen las cualidades de los niños».

Entre los propósitos que tiene este maragato para el 2012 destaca la creación de un futuro museo. «Queremos empezar configurando una página web para que se puedan ver todas las raquetas a través de la Red». Luis Prieto calcula que cuando la página esté en pleno funcionamiento duplicará su colección, «porque aunque me conoce mucha gente, a través de Internet, otra mucha no sabe que colecciono palas, por lo que pude ser un puente para ampliar la colección». Además, este maragato pretende que la web tenga enlaces y sea interactiva para ofrecer una amplia variedad de las posibilidades de este deporte.

«La mayoría de mis amigos me animan a que amplíe la colección y que intente por todos los medios la consecución del museo, aunque como en todos los ámbitos de la vida, también hay quien te desanima», confiesa Luis Prieto, quien asegura que la idea de crear una exposición con sus raquetas ya cuenta con varios seguidores. «El presidente del club de tenis de Pozuelo de donde soy socio quiere exponerlas, aunque tenemos el problema del sitio. Doscientas raquetas ocupan una barbaridad», bromea nuestro coleccionista quien teme que si alguna vez las muestra en algún lado sin la protección suficiente corra el riesgo de que alguna desaparezca.

Proyecto piloto

Una pequeña imprenta situada en una bocacalle que sale de la plaza Mayor de Astorga es la primera sala de exposiciones que han conocido las raquetas de Luis Prieto. «Un buen amigo, Clemente, me ofreció la posibilidad de exponer parte de mi colección en su viejo escaparate», argumenta este maragato, quien agradece de todo corazón el servicio y la posibilidad que «Clemente me ofreció».

Muchas cosas curiosas sucedieron en el tiempo que las raquetas se lucieron en el escaparate de la imprenta. La primera su periodo de exposición, «inicialmente pensamos tener las palas detrás de los cristales un mes y definitivamente fueron tres», resume Prieto, quien a medida que habla va recordando multitud de anécdotas de esta exposición. «Un anónimo entró en la tienda de mi amigo, curioseó y quiso comprarme una por 6.000 euros». Sin embargo, el coleccionista leonés confiesa que nunca ha vendido, ni piensa vender ninguno de sus preciados ejemplares. «Muchos vecinos se paraban delante del cristal y se hacían fotos y curiosamente más de uno reconoció alguna que otra raqueta como propia o de alguno de sus familiares».

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