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Lobby leonés en Bruselas

Conocer el corazón de Europa para ganar

Emiliano Alonso Pelegrín lleva toda su vida ligado a la Unión. Trabaja desde Bruselas como lobista, defendiendo intereses ante los poderes públicos europeos. Así analiza el reto histórico ante el que está España y también León

León

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Hay veces que una fecha marca el devenir de una persona. Algo que va más allá de la mera casualidad. A Emiliano Alonso Pelegrín le ha sucedido. Vive en el corazón de Europa desde que acabó Derecho en la Universidad de León.

La primera promoción que pudo hacer los cinco años de carrera en el Campus leonés, antes de que fueran de cuatro años, se llamaran grados y se necesitara después un máster. Él lo tiene en conocimiento de la maquinaria europea. Desde dentro. Es lobista. Lobby es también vestíbulo. Entrada a un lugar.

Este leonés que tiene despacho en Bruselas y trabaja en la delegación ante la UE de la Cámara de España, logró una beca del Gobierno español en 1984 para estudiar un postgrado en derecho de la UE en Brujas, en el Colegio de Europa, justo cuando España estaba en plenas negociaciones, a punto de firmar el Acta de adhesión a lo que entonces se llamaban Comunidades Europeas. Ahí comenzó todo. Ahí, y el 1 de enero de 1986, el día en que empezó a trabajar en Bruselas, el mismo día de la entrada de España en la Unión.

Yo también me pregunto por qué se relega el corredor Atlántico frente al Mediterráneo. Ahora, habrá oportunidad de relanzarlo con fondos de recuperación»

Treinta y cinco años después, Alonso Pelegrín está ante un nuevo reto. Él, y el continente entero. La pandemia desatada por el coronavirus Sars-Cov2 ha puesto en marcha el mayor mecanismo económico en el continente tras la Segunda Guerra Mundial.

Un despliegue sin precedentes, una inyección histórica de dinero para rescatar a la Europa de los 27, para que no se hunda. La cara b está en saber cómo gastarlo.

«Hay que saber lo que se quiere y saber cuándo y ante quién actuar», resume Emiliano Alonso Pelegrín. La receta vale para España y también para Castilla y León y para la provincia. La oportunidad histórica de cambiar el modelo económico para entrar de lleno en el futuro tiene sus claves.

—A diferencia de los fondos europeos que transformaron España en los años 90, ahora se trata de fondos sin modelo, precedentes o manual de instrucciones ya que no se sufre una pandemia habitualmente. Hablamos de una página en blanco que hay que rellenar con el ‘greendeal’ y la digitalización como hoja de ruta.

«No habrá duros a cuatro pesetas y nos estarán mirando con lupa»

Sabe de lo que habla este especialista en asuntos internacionales cuando asegura que «la información es clave».

«Llevamos meses preparándonos para ayudar a administraciones, asociaciones y empresas. El Gobierno ha anunciado que la mitad de las subvenciones, unos 35.000 millones de euros, serán ejecutadas por las comunidades autónomas pero creo que eso es insuficiente y que deberían participar en el diseño de los componentes del plan nacional y del que sólo se conocen vagamente las líneas maestras. Lo mismo cabe decir de los agentes económicos y sociales.

A cuatro meses del plazo final de abril 2021 para presentar el plan en Bruselas, no es fácil saber lo que está haciendo el Gobierno y eso debería ser motivo de preocupación ya que hablamos de la mayor operación de ayuda de la historia de nuestro país y, desde luego, de nuestras vidas. Europa quiere que la sociedad civil haga suyo y se apropie del plan de recuperación», dice.

A Emiliano Alonso Pelegrín, que trabaja para administraciones, asociaciones y empresas ayudándoles a entender la UE y las organizaciones internacionales para aprovechar las oportunidades, gestionar las amenazas regulatorias y defender sus intereses ante los poderes públicos europeos e internacionales, en Bruselas y en Ginebra, le sorprende que el debate político en España «esté centrado en los presupuestos sin visión más allá y, en cuanto a los fondos europeos, con más preocupación por lo que le toca a cada uno que por construir proyectos de futuro sobre los que nos examinarán la Comisión y los vecinos del norte, siempre recelosos de lo que pasa por el sur de Europa...». Un asunto, el de España y sus cuentas nacionales, que observa con «extrañeza», dice.

Hay ya cierta urgencia. Porque el tiempo corre y los plazos se agotan. Y porque no estamos solos en esta competición de todo un continente que busca nuevos caminos de futuro después de la pandemia. Una oportunidad histórica tras una de las mayores crisis de la historia. Para León también.

—En medio de esta confusión, y siendo tantas las necesidades de la tierra, no podemos esperar sentados. Habrá que adelantarse, concentrarse en áreas de futuro y poner en marcha estrategias inteligentes de lobby. Hay que convertir el envejecimiento de la población y la despoblación en una oportunidad para empezar a cambiar las cosas: los fondos serán un tren que sólo pasará una vez y además vienen concentrados, Next Generation entre 2021-23 y el resto de los fondos, incluidos los de transición justa para las zonas exmineras, yo vengo de familia minera. Y todo esto hasta 2027, que es cuando termina el Marco Financiero próximo.

Tiene claras las áreas por la que hay que apostar. Las «pistas prometedoras», como él define. Son:

  • Agroalimentación
  • Construcción
  • Energía,
  • Transporte y movilidad hacia Europa
  • Desarrollo rural inteligente

La estrategia también la tiene clara: «Debemos ser muy persistentes, casi machacones».

— No pasará otro tren en años. Hay dos aptitudes posibles: considerarnos injustamente tratados, navegar hacia el pasado, seguir envejeciendo demográficamente y despoblarnos. O salir a agitar el debate diseñando y proponiendo proyectos de futuro que combinen la presencia pública con la frescura del sector privado.

Emiliano Alonso Pelegrín sigue al frente del primer despacho español de lobby que abrió en Bruselas, Alonso & Asociados. Europeísta convencido, defiende el lobby como «expresión máxima de la democracia participativa», define el europeísmo como «el mejor y más innovador proyecto político de este siglo», sostiene que la UE «ha actuado rápido y contundentemente ante la crisis pero no hay nada ganado», cree que la Junta de Castilla y León «está siendo ejemplar haciendo los deberes pronto, asimilando la información disponible, concentrándose en áreas estratégicas y haciendo lobby ante el Gobierno» y alerta de que los Países Bajos «y no sólo ello» y su concepción sobre cómo se emplea el dinero en el sur de Europa es una dificultad añadida para España «sin ninguna duda».

— Estamos ante una oportunidad única de cambiar el modelo económico. ¿Por dónde empezar?

—Definiendo el qué (sectores o clusters de futuro), el cuándo (antes de ayer...), el cómo (mediante un buen lobby) y el dónde (Valladolid-Madrid-Bruselas).

—¿A qué compromete el Mecanismo de Recuperación y Resilliencia de la Unión?

—A respetar normas muy estrictas de fondo y forma. No habrá duros a cuatro pesetas y nos estarán mirando con lupa a través del Reglamento que debería entrar en vigor este mes de enero de 2021.

—¿Influyen en Europa las disputas políticas internas de los partidos españoles o es indiferente?

—No, salvo que se vulneren principios fundamentales o el propio Derecho de la UE. La Unión Europea es una comunidad de derecho donde los estados ceden soberanía para compartirla y donde el Tribunal de Justicia es quien interpreta en último término el derecho de la UE. Derecho que, por cierto, es directamente aplicable (no hace falta ley interna) y tiene efecto directo (cualquier ciudadano puede reclamar ante un juez de León el cumplimiento de un Reglamento de la UE). Por ello, utilizar Bruselas como altavoz político o ‘tribunal de segunda instancia’ de nuestros conflictos internos ni es recomendable, ni da resultados. Tan sólo nos debilita como país.

Estudiar en el Colegio de Brujas fue la llave que le abrió la llegada a Bruselas. Hacerlo en el momento en que dos nuevas democracias, la portuguesa y la española, dejaban atrás una dictadura y se reencontraban con Europa fue para Alonso Pelegrín «un absoluto privilegio».

«El Colegio de Europa de Brujas no sólo es la institución académica de referencia a nivel europeo, sino un símbolo de la idea y la construcción europea, además de haber sido fundada por un español, Salvador de Madariaga, en 1948 al terminar la Segunda Guerra Mundial», explica.

El profesor de Derecho Político de la Universidad de León Manuel García Álvarez, que había estudiado en ese colegio, le animó a irse fuera. Y también el profesor de Derecho Internacional Privado, José Carlos Pérez-Rozas. —«a ambos les envío mi homenaje y agradecimiento»—. «Bruselas era el lugar donde había que estar para asomarse al proceso fascinante que vino después», apunta.

Toda su vida trabajando en Bruselas, en programas de la UE como los Fondos Feder o la cooperación económica de la UE con terceros países en alimentación, energía, transporte, construcción y cultura, le ha permitido comprender bien los mecanismos de la Unión.

—Dicen que en política priman los afectos sobre los intereses, pero en política europea se empieza por compartir intereses y se tejen luego los lazos afectivos.

Él además cree más en la voluntad política de liderazgo de ciertos países para avanzar que en la adhesión inquebrantable y pasional de los ciudadanos.

—¿A qué cree que se debe el cambio de actitud de Alemania y Angela Merkel con los países del sur respecto a la anterior crisis de 2008?

—A que sienten esta crisis en sus propias carnes, el virus no distingue entre países, y a que ella quiere dejar en su legado el profundo sello europeísta de la democracia cristiana alemana y el suyo personal. Sin Alemania, no habrá proyecto europeo que se consolide.

Convencido de que política y economía van de la mano, sostiene que «aquí nuestro peor enemigo somos nosotros mismos por no ser capaces de definir un relato común en cosas tan elementales como la educación o, en política europea, la propia elaboración del plan de recuperación».

—En lo estrictamente económico, diría que no sobra ningún sector en la nueva economía española. España tiene un problema de productividad y desempleo, sobre todo en la población joven, que la etapa post-Covid corre el riesgo de acentuar.

Cree que hay que abordar el plan de recuperación con transversalidad «ya que a la hora de elegir en qué invertir debemos fijarnos en las personas y en el desarrollo de la sociedad en su conjunto y olvidarnos de debates estériles tales como diferenciar entre sectores de futuro y tradicionales o entre políticas (economía, cultura, educación, etc)».

Pone ejemplos concretos:

Desarrollo cultural es también hacer más eficiente energéticamente un museo o digitalizar el inmenso patrimonio histórico-artístico y eso implica, al mismo tiempo, oportunidades para las empresas y mejora de la oferta cultural

Educar a los jóvenes para que, además de manifestarse por el planeta y el clima, diseñen las soluciones que mitiguen y adapten nuestro sistema de vida al cambio climático para crear nuevos oficios en renovación de viviendas, para luchar contra el analfabetismo digital no dejando tirado a nadie, etc. Educar acaba dando dividendos, no sólo sociales, sino también en las cuentas de resultados de las empresas

La innovación sólo tiene valor en la medida en que transforma los sectores incluidos los llamados tradicionales como la construcción, el agrícola, el ganadero o el turismo

Un estado protector para los que de verdad lo necesitan no es incompatible con el emprendimiento como actitud vital de todos y cada uno según sus posibilidades. Se trata de crecer mediante un modelo económico basado en la sostenibilidad y que el pastel de la riqueza se haga más grande, llegue a más personas y cubra más necesidades.

—¿Cuál cree que es la causa por la que se relega el Corredor Atlántico frente al Mediterráneo pese a que tiene sensiblemente más tráfico de mercancías y conectará directamente con el corazón de Europa, París y Frankfurt?

—Esa misma pregunta me hago yo. Ahora, habrá oportunidad de relanzarlo con fondos de recuperación.

—¿Por qué no ha logrado León el Centro Europeo de Competencia Industrial, Tecnológica y de Investigación en Ciberseguridad para el Incibe?

—Competía con rivales de talla. Estas cosas exigen un expediente técnico impecable y saber usar inteligentemente el llamado factor bandera, muy habitual en este tipo de negociaciones en Bruselas. Me consta que la candidatura fue muy bien valorada por la Comisión Europea. El asunto superaba el ámbito de lo que puede hacer León como ciudad o nuestra comunidad autónoma.

—¿Por qué no hay más lobbis en España?

—Por nuestra tradición judeocristiana que, incomprensiblemente, aconseja alejarse de los intereses materiales como el gato escaldado del agua fría…defender públicamente intereses particulares está mal visto, justo lo contrario de lo que ocurre en países, por ejemplo, de la órbita anglosajona. También porque tenemos una cultura política que necesita más transparencia y democracia participativa. El lobby sin ellos no funciona.

—¿Suelen lograr sus objetivos?

—Casi siempre. En Bruselas hay que elegir entre comer a la carta o de menú, o lo que es peor, ser plato del menú para que te coman.

—¿Cuándo traspasa un lobby la barrera del tráfico de influencias?

—Cuando quienes hacen lobby dejan de hacerlo e incurren en ese ilícito penal.

Su trabajo en Bruselas en un ámbito tan internacional le permite ayudar a personas, asociaciones e instituciones a relacionarse con el poder público y hacer un buen uso de las instituciones. «De esto va el lobby», aclara.

«Toco de cerca grandes debates de la sociedad tales como el medio ambiente, la alimentación o la gestión de productos peligrosos. Lo que hago me ofrece retos que me gusta acometer», asegura.

—Los lobbistas no somos gurús sino profesionales. Preparar el futuro, no adivinarlo, es una parte esencial de nuestro trabajo pero aún no disponemos de una bola de cristal.

En Bruselas disfruta, dice, de una ciudad verde de tamaño humano pero dimensión universal.

«Me siento un privilegiado por vivir de cerca la aventura europea ayudando a su construcción desde la sociedad civil, de poder explicar y divulgar Europa, desmitificando el lobby y haciendo de él una herramienta de democracia participativa».

—¿En qué le gustaría presionar ante la UE en favor de los intereses de León?

—En cualquier proyecto de futuro para mi tierra.

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