Diario de León

Emprender en el pueblo

Más que una moda, comenzar un trabajo en el medio rural es una tabla de salvación para muchos municipios. Complicado, pero también reconfortante es como lo describen quienes vuelven a trabajar en los lugares de antaño.

Eduardo Gil, en un rincón de El Mirador de Babia, su negocio en Riolago de Babia, a donde llegó tras dejar Madrid con su familia para empezar una nueva vida.

Eduardo Gil, en un rincón de El Mirador de Babia, su negocio en Riolago de Babia, a donde llegó tras dejar Madrid con su familia para empezar una nueva vida.

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Más que una moda, emprender en el medio rural se ha convertido en una tabla de salvación para muchos municipios y la última opción para evitar que la vida rural se agote.

En una provincia como la de León, donde la despoblación es uno de los problemas más acuciantes, emprender se hace aún más complicado. Pero todavía quedan algunos valientes.

«Me he arrepentido muchas veces porque es duro tener que levantarte cada día y luchar para muchas veces ganar muy poco dinero». Éste podría ser el testimonio de un emprendedor cualquiera, pero pertenece a David Santos, un leonés que empezó su negocio, Naturgeis, en el medio rural. Santos deja otro mensaje: «Emprender merece la pena siempre porque, aunque no consigas el éxito, consigues la experiencia».

Testimonios optimistas como el de David cada vez son más numerosos. Quienes deciden irse al pueblo a trabajar lo hacen, muchas veces, como la única alternativa para acceder al mercado laboral, pero también lo hacen, en muchas otras, totalmente convencidos del cambio, aunque no sin miedo. Es el caso de Eduardo Gil, un madrileño que dejó la gran capital con su mujer y sus cinco hijos para empezar de nuevo en Babia. Los doce años que han pasado desde entonces han sido un camino de aprendizaje. «El primer año es el más reflexivo, pero después de doce años estamos encantados», esgrime.

Para acercar un poco más el sueño o la necesidad de emprender en el pueblo se hace casi imprescindible la ayuda de los grupos de acción local de la zona. Un ejemplo es el de Cuatro Valles, que apoyan este tipo de iniciativas que «generan trabajo, riqueza, valor añadido y, además, contribuyen a fijar población en los pueblos». Su gerente, Marta García, explica que todo lo que gestionan son pequeños proyectos de autónomos que han visto la creación de su puesto de trabajo. «Sabemos que invertir en el medio rural no es fácil» y por eso su misión es gestionar ayudas y subvenciones para facilitar la implantación de empresas en los pueblos. Cuatro Valles, en concreto, distribuye un Leader de 3.035.942 euros con vigencia hasta 2020. En 2017 se presentaron 15 expedientes que supusieron una inversión de 2.489.710 euros, la creación de 19 puestos de trabajo y el mantenimiento de otros 64.

Casi todos los proyectos que surgen en el medio rural pertenecen al sector servicios y la brecha digital es uno de los grandes hándicaps a los que se enfrentan. «Buena parte del medio rural no tiene conexión a Internet y en algunos casos ni siquiera cobertuda de teléfono móvil», apuntan. Las infraestructuras deficientes y los escasos servicios como colegios, médicos o comercios, unido a la fiscalidad y a los costes laborales tampoco lo ponen fácil.

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