Diario de León

Historia de un sueño que no fue imposible

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A finales de los años 40 España padecía una preocupante escasez de penicilina, frente a una demanda creciente. El Gobierno decidió en 1948 promover esta industria y convocó a las empresas españolas a un concurso. La iniciativa tuvo escaso éxito. Hasta el propio Fleming se sintió molesto ante la posiblidad de que España tuviese su propia fábrica de penicilina.

En julio de 1949 se constituyó Antibióticos, con la participación de seis laboratorios fundadores: Abelló, Ibys, Zeltia, Leti, Uquifa e Instituto Llorente; y un capital social de 40 millones de pesetas.

Los primeros pasos de producción se dieron de la mano de Schenley Lab, empresa norteamericana dedicada a la destilación y que participó en el desarrollo de los de los antibióticos. En León se inició enseguida la construcción de la planta, con el compromiso de producir 6.000 kilos de antibióticos al año y la protección de un mercado controlado durante 15 años.

La primera fase se concluyó en 1952, y al año siguiente se realizaron las primeras pruebas de fermentaciones.

Durante sus primeros 25 años de vida fue creciendo hasta contar con las plantas de producción (fermentación, filtración, extracción, síntesis y acabado estéril); y en otra zona con el área de Investigación y Control, los laboratorios y la planta piloto.

Antibióticos fue la consolidación de un gran negocio que, cuando se concibió, «parecía un sueño imposible», según sus precursores. «Fabricar penicilina a gran escala en España era algo casi impensable, y un proyecto con escasa viabilidad económica». La historia demostró que no tenía por qué ser así. Y se encargó de demostrar también que destruir aquel sueño no era tan difícil.

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