Diario de León

Memoria de las antiguas justas

El 'nuevo' puente de hospital estará concluido pronto si se cumplen los plazos pero ya no acogerá las justas, sino las fiestas medievales

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Los años noventa, del pasado siglo, fueron de gran actividad, tanto lúdica, como de promoción de la gran fiesta por antonomasia de la villa de Hospital de Órbigo. Había nacido el Centro de Iniciativas Turísticas Órbigo, y sus dirigentes, Dámaso Juan (Maxi), como presidente y Ángel de la Torre, como secretario, vieron muy pronto la gran posibilidad turística que les prestaba la historia a través de aquellas Justas que hacía 550 años había mantenido el controvertido don Suero en el puente que unía las dos orillas del río que daba nombre al pueblo y al naciente CIT. Después, por aquello de que «la unión hace la fuerza», se sumaron al proyecto los hosteleros, y algunos vecinos cualificados, a través de una coordinadora específica para dar cobertura a la fiesta.

Pronto se hizo necesario oficializar las Justas para canalizar a través de la Junta de Castilla y León las posibles subvenciones que dinamizasen económicamente el espectacular montaje que suponía mantener la fiesta con la categoría y dignidad que merecía.

La procuradora por las Cortes de Castilla y León, Conchita Farto, a la sazón con mucha actividad parlamentaria, se brindó a tramitar el expediente de solicitud de reconocimiento de la fiesta como de Interés Turístico Regional, encargando, al que esto suscribe, la Redacción de las Justas Medievales en Hospital de Órbigo , para justificar su veracidad, su continuidad en el tiempo y el popular reconocimiento por parte de la Villa de Hospital. Por fin, el día 22 de junio de 1998, la Comisión Permanente del Consejo de Turismo de Castilla y León, otorgaba este reconocimiento a las «Justas Medievales de Hospital de Órbigo».

Memoria del quinto centenario y del estado del puente

Cuando en el año 1934 -"en plena República Española-", se celebró el V Centenario de la famosísima gesta de nuestro paisano, Suero de Quiñones , la provincia entera se conmovió y volvió los ojos hacia la Puente del Órbigo, lugar donde se celebró la controvertida hazaña conocida por El Passo Honroso, a la sombra del antiguo hospital de peregrinos que dio nombre al caserío surgido a su amparo.

Muchas fueron las fiestas programadas con ocasión del centenario, algunas de las cuales se celebraron «in situ», otras tuvieron como escenario la capital leonesa.

También el Diario de León colaboró activamente en la efemérides publicando una separata encuadernada, de 59 páginas, con el título: «El Paso Honroso de don Suero de Quiñones» por el gran periodista Clemente Bravo Guarida.

Pero los expectantes leoneses, más dados al olvido de su Historia, que a la exaltación de los valores locales, vieron con asombro cómo el famoso Puente del Órbigo, testigo de aquel singular suceso caballeresco, se desmoronaba víctima del tiempo, herido por siglos de riadas y sumido en el abandono que más sufren las piedras venerables: el derivado del olvido.

Por eso las fuerzas vivas leonesas, alentadas económica y técnicamente por la Jefatura de Obras Públicas y la junta de Defensa del Patrimonio, tomaron conciencia del creciente deterioro de nuestro histórico puente y llevaron a cabo una profunda y cuidada restauración, que después de un minucioso proyecto, se comenzó en 1946, para finalizar el año 1950, año que pudimos asistir a su solemne reinauguración.

La obra, por tratarse de un caso típico de colaboración entre dos técnicas afines, se encomendó al ingeniero de caminos, destacado en la Jefatura de Obras Públicas, Francisco Rodero Rodero, y al arquitecto, conservador de monumentos -"de feliz memoria para los leoneses-" Luis Menéndez Pidal, que llevaron a cabo su trabajo en absoluta compenetración, consiguiendo así la unidad de criterio indispensable para ultimar con éxito la extensa labor realizada, en la cual fueron eficazmente secundados por el ayudante de Obras Públicas y aparejador, Fernando Mijares Blanco al frente de un equipo obrero de selección. El mejor piropo que pudimos oír en aquella época, dirigido al remate de la obra, fue el que alguien expresó en la inauguración con estas palabras: «El mejor exponente, de la labor realizada, consiste en quedar casi inadvertida la obra ejecutada».

Hoy, 477 años después de la famosa gesta, que incomprensiblemente para este cronista, pierde su reputada referencia como «Justas Medievales», por la de «Fiestas Medievales», nuestro emblemático puente se encuentra nuevamente en reparación, pues en los 61 años que han transcurrido desde la reparación descrita, ha vuelto a ser maltratado por las riadas, por el descuido y por el escaso estudio en la incorporación de nuevos elementos que han propiciado un progresivo deterioro, tanto en la estructura, como en la imagen.

Confiemos, que el actual arquitecto que dirige unas obras presupuestadas en un millón y medio de euros, Melquíades Ranilla, de la empresa madrileña Artemón, pueda presentar en los plazos previstos -"22 meses desde septiembre del 2009-" el «nuevo puente» con su remozada imagen y esa iluminación que los leoneses esperamos «como agua de mayo».

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