Diario de León

el reto del paredón

Naranjo de Bulnes, la pared inmortal

«La cima no significa nada, la pared todo». John Long. Al Picu Urriellu lo separan del nivel del mar 2.519 metros. Y aunque no es la más alta, es una de las cumbres más emblemáticas de España.

La cordada de ‘los mosqueteros’, integrada por Seni, Javier, Miguel y Álex, en la cima del Naranjo de Bulnes el 4 de julio.

La cordada de ‘los mosqueteros’, integrada por Seni, Javier, Miguel y Álex, en la cima del Naranjo de Bulnes el 4 de julio.

Publicado por
JAVIER FERNÁNDEZ LÓPEZ
León

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Mucho ha llovido desde aquel 5 de agosto de 1904 en el que don Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa de Asturias, y Gregorio Pérez, ‘el Cainejo’, hollaron por primera vez la cima del Naranjo de Bulnes o Picu Urriellu.

Más de un siglo de aventuras enseñorean las paredes del imponente peñasco, su caliza ha sido testigo mudo de la lucha titánica del ser humano, triunfos y tragedias que ni el escribano del Génesis podría presentir. Extensos artículos de prensa, toda una colección de libros e innumerables reportajes en las cadenas de televisión han convertido a esta montaña en la más emblemática de España.

Situado en el corazón de los Picos de Europa, no es la más alta, pero su aspecto, siempre imponente, con sus estilizadas aristas, lo acreditan como verdadero icono del alpinismo español. Solamente las vías de la cara sur del Torre Santa le hacen sombra a esta mole pétrea.

La lista de montañeros que han dejado su rúbrica en el Picu es muy larga: Pedro Pidal, Gregorio Pérez ‘el Cainejo’, Gustavo Schulze, Pedro Udaondo, Rabadá y Navarro, los hermanos Gallego, María Isabel Pérez (nieta el Cainejo), Teófila Gago Pérez, María Jesús Aldecoa, Ana Isabel Martínez...

Pedro Pidal y Bernaldo de Quirós, marqués de Villaviciosa, con su escopeta. Su cordada con el Cainejo fue la primera en hacer cumbre en el Naranjo de Bulnes, un hito histórico en el alpinismo español. Era el 5 de agosto de 1904.

Gregorio Pérez Demaría, el Cainejo, junto a Marcelino Garrandi y su burra.

Los míticos hermanos Martínez, Alfonso y Juan Tomás, con la mujer de éste, Asunción.

César de Prado y Pedro Udaondo en la cima del Picu. ARCHIVO HISTÓRICO DEL DIARIO DE LEÓN / C. DE PRADO / R. CUBILLAS

Alberto Rabadá y Ernesto Navarro contemplan la cara oeste, que ellos lograron abrir.

Placa en homenaje a Ramón Ortiz y Francisco Berrio, muertos en el Naranjo.

La cordada de Pérez de Tudela, Antonio Luis de Tena, Pedro Antonio Ortega ‘el Ardilla’, Pedro Páramo, Alfonso Martínez y las bisnietas del Cainejo en la cima del Picu .

María Isabel Pérez, nieta del Cainejo, primera mujer en hacer cumbre.

Ana Isabel Martínez con el Picu al fondo. C. DE PRADO / R. CUBILLAS / EFE /ALBERTO MORANTE

Sur directa’ o ‘Hermanos Martínez’ está considerada como la vía normal. Se trata de la más frecuentada, abierta por Alfonso y Juan Tomás Martínez —personajes muy activos en la historia del Picu— el 13 de agosto de 1944 y que repitieron innumerables veces con sus clientes.

El pasado 4 de julio, la cordada de ‘los mosqueteros’, integrada por Seni, Javier, Miguel y Álex, hacemos cima por esta vía, la más clásica sin lugar a dudas. La mayor dificultad la encontramos al comienzo V- de grado, unos metros más arriba la Primera Reunión, continuando otro largo llegamos al nicho Segunda Reunión, saliendo de esta en una corta travesía con las presas muy pulidas por la saturación de escaladores que cada año la transitan. Proseguimos por un diedro unos 40 metros que nos lleva al anclaje de rápel en la terraza central, donde se junta con la vía Víctor. Seguimos avanzando por la parte izquierda alcanzando el anfiteatro, ya sin dificultad destacable pero con riesgo de caída, los guías —Carlos y Roberto— ejecutan la técnica —cuerda corta— y por la cresta hacemos cima. Abrazos, discursos, felicitaciones, lágrimas… el día es claro y el panorama de cine, esperado con verdadero anhelo. El espectáculo es codiciado por montañeros del panorama nacional y de otras latitudes.

UN POCO DE HISTORIA

Las montañas siempre han sido parte de los ingredientes culturales de cada nación: los ‘Pirineos Cantábricos’ (ahora Cordillera Cantábrica), los Pirineos, el Cáucaso, los Andes, el Himalaya... Son patrimonio de la humanidad y todo un legado de generaciones pasadas, presentes y venideras. Condensar la historia del Naranjo de Bulnes en dos páginas es imposible pero señalaremos algunos recortes de las vivencias en esta mole calcárea que tantas ilusiones, sacrificios, grandeza y tragedias alberga.

El 22 de julio de 1918 se declara el Parque Nacional de la montaña de Covadonga. Es el primero de Europa y el segundo del mundo: antes fue el de Yellowstone, en Estados Unidos, en 1872. Durante las primeras décadas, mantienen la hegemonía del Picu una familia, la de Víctor Martínez junto con sus hijos Alfonso y Juan Tomás. Principalmente por la cara sur realizan el servicio de guías contabilizando unas 300 escaladas.

El 5 de agosto de 1954, coincidiendo con el 50 aniversario de la primera al Naranjo, se inaugura el refugio Vega Urriellu. En el evento, la Federación Española de Montaña organiza un campamento internacional con nutrida participación. Sucesivamente tendrá sus ampliaciones a lo largo de los años.

El 8 de marzo de 1956, Ángel Landa y Pedro Udaondo, cordada vasca de gran trayectoria en el mundo montañero, realizan la primera invernal al Naranjo. Es la cara norte, la vía Hermanos Regil.

Llegan los años 60 y el principal problema, la inexpugnable cara oeste, continúa virgen. En julio de 1962, los maños Alberto Rabadá y Ernesto Navarro estudian a fondo esa cara y establecen un posible itinerario. Inician la escalada el 15 de agosto con todos los pertrechos y finalmente el 21 alcanzan la cima después de cuatro vivac en la pared. En aquel entonces es la escalada de mayor dificultad en España. Desgraciadamente, al año siguiente fallecen en el tercer intento a la pared del Eiger, en los Alpes Suizos.

Otro gran reto pendiente es la primera invernal a la cara oeste. El 30 enero de 1969, Ramón Ortiz y Francisco Berrio inician la escalada. El mal tiempo les acompaña y el 2 de febrero, cerca de la cima, el primero de la cordada cae al saltar un taco de madera y, seguidamente, todas las clavijas, incluidas las de la reunión. Los alpinistas vascos se precipitan por la arista noroeste cien metros hasta quedar las cuerdas enganchadas en un saliente. Los escaladores, seguramente ya sin vida, quedan suspendidos y la única solución algunos días después es cortar las cuerdas precipitándose los cuerpos 400 metros hasta la base de la pared.

No trascurre mucho tiempo y el 10 de febrero de 1970, Gervasio Lastra y José Luis Arrabal realizan un nuevo intento. La tormenta los paraliza ocho largos días en una pequeña repisa. Acaparan los titulares de los periódicos y los telediarios. Finalmente, el complejo rescate da sus resultados y son recuperados, pero lamentablemente Arrabal fallece una semana después.

Por fin, el 8 de febrero de 1973 lo logran las cordadas formadas por Miguel Ángel García Gallego, ‘el murciano’, y José Ángel Lucas, y en la otra Cesar Pérez de Tudela y Pedro Antonio Ortega, ‘el ardilla’. Todo el país está pendiente del acontecimiento, esta vez con final feliz.

Las mujeres también forman parte de la historia del Picu. En 1935, la nieta del Cainejo, María Isabel Pérez Pérez, es la primera en hacer cima. Ese mismo año consigue ascender Teófila Gago Pérez. En 1955 es María Jesús Aldecoa quien interviene como aperturista en la vía Cepeda, en la cara este. De obligada mención es la leonesa Ana Isabel Martínez que registra un centenar de escaladas al Naranjo.

Esta montaña es una de las que más itinerarios de escalada tiene, 68, y es posible que a la hora de escribir estas líneas tengamos alguno más. Durante la apertura de la vía Sueños de Invierno se batió el record de permanencia en la pared: 69 días seguidos.

Hasta aquí, un pequeño resumen a grandes rasgos o, si lo prefieren, a vuela pluma. merece la pena leer el libro de Isidoro Rodríguez ‘Naranjo de Bulnes, un siglo de escaladas’, quizá el más completo, preciso y ameno de esta gran montaña que tantos hombres y mujeres escalaron para alcanzar la cima de un pico que ya es una pared inmortal en el alpinismo español.

Montando el rápel por la vía Hermanos Martínez, considerada la más clásica de todos los ascensos al Picu. EXPEDICIONARIOS.

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