Diario de León

POR PASCUA

La navidad y el ramo leonés (II)

Las cintas, velas, frutas y roscas con que se decoraba la primigenia rama de árbol fueron adquiriendo protagonismo hasta quedar del ramo... solo el nombre

Publicado por
Nicolás Bartolomé Pérez/ Emilio Gancedo
León

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En la anterior entrega de La Llariega apuntábamos los paralelos, que no identidades, entre el árbol de Navidad y el ramo leonés de Navidad, que en su versión más antigua era una simple rama de hoja de árbol adornada, semejanzas que quizá se deban al hecho de tener ambos un origen común relacionado con el solsticio de invierno y el culto al árbol como depositario del espíritu de la naturaleza al que hay que propiciar con una ofrenda.

Verardo García Rey nos ofreció en 1934, en su obra Vocabulario del Bierzo , una de las primeras descripciones de este tipo de ramos vegetales explicando que se trataba de una rama de encina, generalmente adornada de flores, rosquillas y tortas, que llevaba un mozo a la iglesia la noche de Navidad o el día de la fiesta del patrón para celebrar la tradicional fiesta del ramo. En esta celebración participaban mozos portando cayados con vejigas hinchadas, y mozas y niñas llevando velas, colocados todos en filas y recitando cánticos alusivos a la fiesta, villancicos y diálogos o dichos comentando sucesos diversos del pueblo; la ceremonia se ofrecía a la Virgen y al niño Jesús en el altar de la iglesia, zona donde discurría la parte sustancial de la celebración. Los ramos fueron originalmente una rama vegetal a la que posteriormente se le sumaron adornos tales como cintas, velas, rosquillas o frutas, añadidos que con el tiempo adquirieron protagonismo desapareciendo el ramo vegetal para ser sustituido por un soporte de madera de formas muy diversas que se cubre y adorna con las ofrendas, quedando del ramo solo el nombre. Hemos de recordar que, aunque nos estamos centrando en los ramos de Navidad, existen otros de caracteres diferentes como los de boda, de ofrenda en acción de gracias o dedicados al patrón del pueblo en su fiesta. En Rabanal del Camino agradecían con uno de ellos una afortunada operación ocular, y en el texto del ramo se iba contando la historia entera de la paciente, que a punto estuvo de perder la vista. Una de las estrofas decía en concreto: «No distingo vuestra fisonomía/ como Dios no lo remedie/ mi vista ya está perdida».

La recuperación y actualización de la tradición leonesa del ramo navideño es reciente: en la Navidad de 1996, la asociación Facendera pola Llingua elaboró una tarjeta en leonés para felicitar las fiestas navideñas de la que se imprimieron cientos de ejemplares y en la que aparecía el dibujo de un ramo de Navidad. Que sepamos, esa fue la primera vez que comenzó a usarse de un modo masivo un ramo leonés fuera de su contexto tradicional. Pero fue la asociación Raigañu quien asumió desde finales del pasado siglo el estudio, recuperación y difusión de la costumbre adaptándola a los nuevos tiempos y logrando con pleno éxito su incorporación a la sociedad leonesa como un elemento autóctono de estas fechas.

Vemos entonces que la costumbre del ramo de Navidad leonés es un compendio de elementos culturales comenzando por el propio soporte que le da nombre, aunque hoy en día predominan sin duda los de madera sobre los vegetales, pero donde la devoción popular, las ofrendas, el aspecto ceremonial, la música y la literatura popular son también protagonistas. Para finalizar, reproducimos unos pocos versos del ramo de La Baña, en la Cabrera Baja, que recogió José Aragón en su novela costumbrista Entre brumas , de 1921, y que tiene la peculiaridad de ser uno de los más curiosos de cuantos se conocen y de los únicos redactado completamente en leonés: «A llos siñores presentes/ ahora lles pedimos/ que ños presten atención, / ños escuchen con silenciu, este ramu/ y tamián con devoción…/ Alabado sía Dios».

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