Diario de León

PILOTAR CUANDO EL CUERPO PESA 500 KILOS

El cerebro se queda sin sangre, las extremidades parecen enormes, si se vacían los pulmones no se pueden volver a llenar. Y aún así, hay que tomar decisiones en pleno vuelo, a más de 2.000 kilómetros por hora. Así se pilota un F-18

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El capitán Miguel Acero pilota un F-18, un avión de caza que alcanza velocidades de 2.000 kilómetros por hora y soporta fuerzas centrífugas que vacían el cerebro de sangre y hacen las extremidades siete veces más pesadas.

Lo más peligroso, dice, no es perder la conciencia volando, algo que ocurre muy pocas veces, sino pensar que no estás desorientado cuando sí lo estás.

Acero ejerce de centro de control de uno de estos aviones a la radio del simulador de vuelo del Ala 12 del Ejército del Aire instalado en la base de Torrejón de Ardoz, que visitó la ministra de Defensa, Margarita Robles, para vivir cómo es estar al mando de uno de estos cazas.

Los F-18 sobrepasan la velocidad del sonido, algo que, en sí mismo, dice Acero, no es peligroso. Pero si se conjuga con los giros de los aviones, se producen las conocidas fuerzas G, la sensación de tomar una curva con el coche a gran velocidad multiplicada por muchos dígitos.

«Cuando estamos sometidos a estas fuerzas, que pueden llegar en el caso del F-18 a siete G y medio, sentimos cómo todas las partes de nuestro cuerpo pesan siete veces y media más, con lo que, para moverse en cabina y soportar el peso del casco y otros dispositivos, como gafas de visión nocturna, es bastante exigente», resume el capitán.

La sangre de la parte superior del cerebro va además hacia las piernas, lo que puede provocar pérdidas de visión o incluso caer inconsciente.

Por eso, los 17 pilotos de Torrejón —también hay cazas F-18 y Eurofighter en Zaragoza, Albacete, Morón (Sevilla) y Gando (Las Palmas)— tienen que entrenar su físico de forma especial.

Con fuerzas G, explica Acero, hacen respiraciones cortas y explosivas manteniendo hinchados los pulmones para que no se vacíen del todo, ya que no serían capaces de llenarlos luego. También aprietan los músculos y recurren siempre al que llaman traje anti g, que presiona toda la parte inferior de cuerpo e impide así a la sangre circular por esa zona.

Antes de experimentarlas en el avión, los aprendices de piloto viajan a Alemania una semana para vivir en un simulador la sensación real del cuerpo sometido a estas fuerzas, que encuentran en el G9 el máximo soportable por el ser humano.

Volar en un avión de combate no solo provoca esos movimientos de la sangre, también desorienta. Y es, según el capitán, lo más peligroso por habitual: la sensación de creer que estás perfectamente orientado cuanto no lo estás. Por eso, los pilotos tienen la obligación de hacer un chequeo constante de los instrumentos del avión, sin hacer caso a lo que les dice el cuerpo.

Para llegar a ser un buen piloto de caza hacen falta, dice Acero, «por lo menos 10 años» de formación y prácticas de vuelo real, con un mínimo de 160 horas en el aire como establece la Otan.

Su día a día pasa por el entrenamiento físico, varias horas a la semana de vuelo en simulador y otras tantas en el avión, la mayoría de entrenamiento y alguna muy aislada de reconocimiento de aviones sospechosos. Se trata de naves que no vuelan identificadas, no responden a las órdenes del centro de control o no han facilitado su plan de vuelo.

«Desde lo más sencillo, que simplemente sea un fallo del avión, hasta la situación más crítica que podría ser un caso renegade con un potencial atentado terrorista contra la población civil», dice Acero. «No suelen darse muy a menudo, por suerte», aclara.

Con renegade se refiere a la situación que contempló la Otan tras los atentados del 11-S de que un avión pretenda estrellarse en algún lugar para causar muertos, y es precisamente la maniobra que este jueves se ha mostrado en el simulador con Acero a un lado del hilo.

Salta la alarma y el F-18 virtual despega de Torrejón en solo cuatro minutos. Después de alcanzar al avión sospechoso, en este caso a 40 kilómetros de Madrid, hace advertencias visuales de «aleteo». Al no responder por ningún medio, dispara fuego de advertencia. Como no contesta, pide permiso para dispararle y se abre el proceso de autorizaciones:

—Estoy esperando instrucciones por parte de la autoridad nacional, comunica Acero al piloto desde el centro de control.

—Orden de derribo autorizada, dice al cabo de un minuto y el avión lanza un misil que en la pantalla impacta contra el avión terrorista.

— Confirmo derribo a las 12.19.22.

Minutos después de conducir el ejercicio y esperando no tener que decir nunca esas palabras fuera de la base, Acero tiene claro lo que se queda de su trabajo y sonríe en tierra al recordar lo que siente allá arriba: «Lo que mas disfruto de esta profesión es las sensación de libertad que tienes cuando estás en el aire. Es apasionante».

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