Diario de León

EL MANDATARIO SALIENTE

El presidente que propició que una mujer llegara a lo más alto

Diego de Paz

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El impulso de las tertulias culturales, apoyo a las reivindicaciones históricas, solidez institucional y apertura general a sectores alejados del centro leonés, entre otros logros de un mandato breve

No nos engañ.emos, la propia condición de las casas regionales tiende a que sean, hayan sido, sin restricciones, pero con otro tipo de imperativos, asuntos de hombres. Como si, sin que hubiera una ley escrita, estuvieran reservadas para temas generales abordados desde lo masculino. Y de ahí a cierto machismo hay un solo paso que se da. Diego García Paz dejó el cargo de presidente, pero dejaba también una estructura en la que había dos vicepresidencias ocupadas por mujeres. Esta simple decisión, y al dictado de los estatutos de la Casa de León, propician que ahora haya una presidenta. Este intencionado protagonismo, junto a otras decisiones que aunque quedaran pendientes también iban dirigidas a que la mujer ocupara el lugar que le corresponde en la sociedad, es, sin duda, y sin prejuicios de ningún tipo, uno de los primeros aciertos de un mandato breve, pero, como se suele decir en estos casos, intenso.

García Paz, entusiasta del estudio y la cultura, lo es más, sin impostación alguna, de la modestia. Y puede que no se colgara esta medalla, sino que la adjudicaría al apartado de las decisiones tan responsables como oportunas. Y en estos meses, ese legado deja la huella de un observador con ganas de mantener las esencias pero afrontar, eso sí, desde el rigor y clasicismo, retos de modernización en consonancia con el verdadero significado de la siempre peculiar Casa de León.

Convertir la sede de la calle Pez en un centro de multiactividad fue uno de sus objetivos. Y así fue y mostró su satisfacción aunque asociara este interés al propio generado por el carácter de los leoneses tanto de dentro de Madrid como de fuera de los límites de la capital de España. Impulsó así las tertulias culturales, como encuentro organizado pero con esa filosofía de oportunidad para verse entre los socios e invitados y hablar de los muchos temas que rodean la idiosincrasia leonesa, a veces dada a un ombliguismo exacerbado a la vez que a un fatalismo casi genético que nos hace, para bien y para mal, ser como somos.

Un tipo cargado de pragmatismo sí tenía un sueño como era el de que la Casa de León se convirtiera en referente de temas jurídicos, como un espacio para el pensamiento. No hubo tiempo pero sí para potenciar la mecánica propia de la entidad en el desarrollo de presentaciones y citas dirigidas tanto a poner en valor el pasado leonés como apostar por su futuro.

Hay otros logros de Diego García Paz que desde la aproximación a la actividad de la Casa de León se perciben como idea más que abstracta de gestión destinada a abrir ventanas que en forma de que nuevos nombres ventilaran las viejas ideas con el objetivo de actualizarlas.

A nivel institucional, Diego García Paz defendió la labor anterior y reivindicó la importancia de la entidad en el impulso, por ejemplo, del reconocimiento de León como cuna del Parlamentarismo.

En definitiva, puede decirse que García Paz ha supuesto en pocos meses de mandato un activo para que en pleno siglo XXI una casa regional tenga aún protagonismo. Queda la encrucijada, aún por desvelar, de cómo mantener, gestionar, afrontar su mera subsistencia, más allá de cuotas de socios o subvenciones, que permitan que el día a día no ahogue un lugar que puede ser encuentro ineludible para los leoneses que desde fuera de León sienten la provincia con todas sus fuerzas.

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