Diario de León

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Radioaficionados en la era del chat

En plena revolución del whatsapp y las tecnologías, de la conexión a internet y de comunicarse a golpe de click, en LEÓN persisten los radioaficionados, una unidad custodia de un hobby con solera que aún tiene muchos mensajes que dar

Fernando, sentado con los cascos puestos, juntos a Lorenzo, Carlos y Andrés, en la sede de la U-30, en la torre del parque de bomberos.

Fernando, sentado con los cascos puestos, juntos a Lorenzo, Carlos y Andrés, en la sede de la U-30, en la torre del parque de bomberos.

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a.g. valencia
León

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En los tiempos del Whatsapp una afición con solera persiste en la provincia. La radioafición no se ha perdido pese a la vorágine de las tecnologías, de la conexión 4G o de poder comunicarse con cualquier parte del mundo de manera instantánea. Y es que mucho de ésto se adereza en este hobby que marcó un antes y un después en el siglo pasado y que todavía promete seguir ‘dando guerra’.

Muchos de los radioaficionados ya peinan canas pero se saben guardianes de una afición que requiere del gusto por las comunicaciones y la electricidad. En León, este hobby tiene nombre y apellidos: U-30, la unidad que se fundó a principios de la década de los 80 y que sigue vigente como testigo del paso del tiempo y la evolución de las telecomunicaciones. Así, en una vieja sala en la torreta del parque de bomberos, Fernando Montaña, Andrés Fernández, Lorenzo Villafañe y Carlos Javier, entre otros, se reúnen cada jueves desde hace años para seguir compartiendo esta afición y ahora también, después de tantos momentos, amistad.

Entrar en la torreta es como viajar en el tiempo. Los viejos transistores, los recuerdos, las radios, fotografías y un enorme cartelón saluda a quien llega. Una antigua foto de Posada de Valdeón tampoco deja indiferente. Entre tanto, libros, carnés y códigos siguen custodiando un hobby con mucha vida en la era del chat. Y es que a estos radioaficionados y a quienes les precedieron podría considerárseles los precursores del Whatsapp. Ellos ya quedaban para hablar por radio hace años en lo que denominaban ‘ruedas’, un chat sin ordenador ni conexión a Internet.

Son muchas las anécdotas que guarda la U-30, llamada así porque en 1981 cuando se fundó fueron 30 socios quienes pusieron la ‘primera piedra’. Los mismos que un año después decidieron enviar una carta al entonces rey, Juan Carlos I, también conocido radioaficionado, para hacerle socio de honor y entregarle una enseña de oro y diamantes. No lo dudaron. Tanto es así que el periódico La Hora Leonesa en su edición del 21 de enero de 1982 recogió la noticia: «Recibid nuestra gratitud, Señor, por este acogimiento que comporta un hito inolvidable en nuestras vidas, y, también, entrando en un lenguaje que os es perfectamente familiar, por la alta distinción que ya nos habéis concedido al enviar vuestras tarjetas Q.S.L., a cada uno de los miembros de nuestra U-30», subrayaba el discurso del acto de entrega de la distinción al monarca, que continuaba: «queremos deciros, Señor, que somos especialmente sensibles a la generosidad de vuestros actos, y que es muy importante para nosotros el hecho de que nuestro rey sea también el primer radioaficionado de España». Todavía, cuentan, a día hoy felicitan las fiestas al monarca y les contesta. Juan Carlos no es el único socio de honor de la U-30, después de plantear este reconocimiento el club también se lo concedió al entonces alcalde de León, al jefe de Telecomunicaciones o al presidente de la Diputación. También durante algunos años organizaron los Populares de León para homenajear a figuras insignes. Hoy, todavía, mantienen vigente una cita por Navidad.

La radioafición en la provincia es anterior a la década de los 80. Los actuales mantenedores de este hobby hablan de que en los años 40, Alberto Gallego, el doctor Luna, Joaquín Nieves, Gelete y otros muchos abrieron la veda de la radioafición en León. Sin embargo, fue después de la muerte de Franco cuando el sector se liberalizó y se empezaron a conceder más licencias. «Antes resultaba complicado que te dieran permiso», explican, desgranando algunos de los entresijos de este hobby que requiere de conocimientos de electrónica e incluso de un lenguaje específico basado en el código Q —un código de deletreo— que les permite comunicarse, y entenderse, con cualquier país del mundo. Por ejemplo ‘88’ significa besos.

Aunque la U-30 se inauguró en 1981 desde unos años antes ya funcionaba en León la Banda Ciudadana, que vivió una temporada en la clandestinidad hasta que se legalizó. La Unidad leonesa llegó a tener un enorme auge en la década de los 90, cuando llegó a sumar más de 200 socios en activo. «Entonces no había móviles y se utilizaba como un medio de comunicación y entretenimiento», aseguran estos radioaficionados quienes explican que ahora quedan los que realmente tiene afición por la radio. «Seguimos investigando y buceando en la electrónica», matizan. Son incansables, aunque sean menos.

La radioafición no se queda solo en una forma de ocio y entretenimiento, cumple, además, una labor social, pues colaboran con Protección Civil dentro de la Red de Radio de Emergencias. Argumentan que en una catástrofe lo primero que se caen son las telecomunicaciones por eso su labor se hace imprescindible, ya que ellos emplean la ionoesfera como espejo para comunicarse y hacer que la onda rebote y poder establecer señal. Por eso, recuerdan como en las catástrofes que en la década de los 90 sacudieron América Latina ellos fueron un puntal importante para poder conectar a leoneses con algunos de sus familiares en las zonas devastadas. También colaboraron en otros tiempos en las cabalgatas, en la Semana Santa o en el conocido rally Ciudad de León.

Aunque los tiempos han ido evolucionando, ahora la era digital también deja su huella en la radioafición, aunque la forma de comunicarse no ha cambiado, «sigue siendo de antena a antena, no hay cables que soporte nada, es todo inalámbrico», explican, recordando como algunos de estos radioaficionados autoconstruían sus propios equipos.

Cada radioaficionado mantiene su propio distintivo que les identifica. Todos los aficionados españoles llevan la marca EA (que es el distintivo del pais), si además son de León se acompañan del número 1 (que es la marca de la zona norte) y después ya sigue el identificativo propio de cada uno.

La radioafición en León tiene todavía muchos capítulos que escribir, muchas ondas que llenar, muchas Q.S.L., que mandar. Esas tarjetas de confirmación que llegan a cualquier parte del mundo a través del correo y de las asociaciones. A Fernando, Lorenzo, Carlos y Andrés les unió la radio. A ellos con otros muchos y así con buena parte del planeta. La mayoría no se ponen cara pero comparte el tesoro de la comunicación.

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