Diario de León

la estancia del poeta

Recuerdos de un ángel en Páramo

Ángel González, un poeta clave en la generación de los 50, Llegó un día frío y lluvioso a Páramo en 1943 acompañando a su hermana maestra para curarse de su tuberculosis

Casa donde vivió Ángel González en Páramo del Sil, hoy Centro Rural de Innovación Educativa.

Casa donde vivió Ángel González en Páramo del Sil, hoy Centro Rural de Innovación Educativa.

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León

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He quedado con Ángel, mi guía, para que me muestre la tierra que acogiera al poeta Ángel González Muñiz. Espero que un ángel me lleve hacia otro ángel. Y así logre tal vez sentir una suerte de espiritualidad que me religue con la madre naturaleza, en este caso con un espacio proverbial en bosques, arroyos y montañas, cuyos efluvios me embriagan de poesía. «Embriaguémonos sin cesar. De vino, de poesía o de virtud...», recitaba el poeta Baudelaire.

Corría el año de 1943, todavía en plena posguerra incivil, cuando el poeta de origen astur se fue, con su madre y su hermana, a Páramo del Sil, pueblo situado en las estribaciones de la Sierra de Gistredo, en el Bierzo Alto.

Cuenta mi guía o cicerone que la llegada del poeta a la estación de tren de Páramo del Sil coincidió con un día frío y lluvioso. Y como esta estación queda alejada del centro del pueblo -hay un buen trecho-, tuvieron que esperar al raso sereno, durante largo tiempo, a que fuera a recogerlos un paisano con su carro. «La espera fue triste y desamparada, porque el jefe de la estación decidió cerrar el edificio», escribe Luis García Montero en Mañana no será lo que Dios quiera . Algún atadijo como pertenencia era, al parecer, todo su capital. Ambiente de penuria el que se vivía en ese momento.

Resulta cuando menos sorprendente que el insigne poeta -uno de los más grandes, aparte de Gamoneda, de la Generación del 50- fuera a parar a este lugar, donde llegó a vivir durante una larga temporada.

En realidad, el hecho de que hubieran destinado -en el fondo desterrado- a su hermana a ejercer como maestra en Páramo del Sil, fue lo que determinó que se trasladara con ella y con su madre a esta localidad berciana. A Maruja -quien llegó a casarse con un ponferradino llamado Aniceto- la condenaron a pena de destierro en Páramo por sus ideas republicanas. Por su parte, el joven Ángel González andaba aquejado de tuberculosis pulmonar, pero el clima seco, aunque frío de Páramo del Sil, le fue apropiado para espantar la tisis y aun otras dolencias, ya que se trata de un lugar de aguas cristalinas, tranquilo y sano, donde se respira un aire purísimo.

Durante el tiempo que Ángel González permaneció en el Alto Bierzo, «con el miedo todavía pegado a los talones», fue atendido por un médico de Faro (Fornela), según me cuenta mi guía, quien me habla del poeta como alguien cercano, sencillo, coherente y con gran humanidad.

Mi cicerone tuvo la suerte de compartir con el poeta astur dos intensos días en Páramo del Sil, cuando, después de más de medio siglo, regresó a este espacio sugerente con el fin de rodar un documental, Esta es mi tierra, para la Televisión Española. De esa época data una revista, El Material -también conocida como A Páramo del Sil, Revista de los Maquis de la Literatura -, editada en Asturias, en la que colaboraba el joven González -inspirado por Juan Ramón Jiménez y Neruda, incluso por Antonio Machado y Rubén Darío- junto a sus amigos Manuel Lombardero y Paco Ignacio Taibo I, entre otros.

El poeta recuerda con cierta extrañeza su estancia en este pueblo del valle del Sil, porque más que ver el mundo, lo oía: «por mi ventana entraba el rumor del campo: retazos de conversaciones, las campanas de la iglesia cuyo sentido no tardé en adivinar, las esquilas de los rebaños que iban y venían del establo al monte, el fondo sonoro más adecuado para leer con pasión a Juan Ramón Jiménez. Fueron tres años excepcionales, raros», llegó a decir, tiempo que pasó leyendo y escribiendo, estudiando música, dibujando, a la vez que había comenzado la carrera de Derecho con desgana en la Universidad de Oviedo, su ciudad natal.

El balance final de su estancia en Páramo del Sil fue muy positivo, allí respiró el aire que le devolvió la salud y en este pueblo hizo su aprendizaje de poeta. Todo un éxito.

Ángel, mi guía, me cuenta varias anécdotas del poeta, incluso que éste le compraba la leche a su abuela María, que su madre Guadalupe se encargaba de llevarle a su vivienda. Me muestra la habitación donde dormía Ángel González y desde la que veía un cerezo, «como metáfora de su propia paciencia solitaria», que le hizo tomar conciencia de la realidad de su salvación. Ahora, en vez de un cerezo, se ve el Edificio de Usos Múltiples. El cuarto del poeta, ubicado en otro tiempo en la antigua escuela de Páramo, hoy el CRIE (Centro Rural de Innovación Educativa), se ha convertido en un agradable dormitorio, en el que se alojan escolares leoneses, y aun otros, dispuestos a empaparse de naturaleza a lo largo del año en Páramo del Sil.

El joven González llegó a ejercer, durante dos meses, como maestro, sustituyendo oficialmente a una maestra, en la Escuela Nacional Mixta de Primout -aldea perteneciente al municipio de Páramo del Sil-, «donde cuenta la leyenda que nunca entrou el sol, y una vez que entrou a todos pasmou», y donde sigue viviendo un pintoresco personaje llamado el Lebrijas. Creo recordar que esto sucedió a principios de marzo de 1947.

Primout es un pueblo perdido y casi abandonado en los montes de la sierra de Gistredo, que llegué a visitar en una ocasión, hace ya un montón de años en compañía de varios amigos y paisanos, entre ellos Miguel Ángel García -hoy Corresponsal de TVE en Berlín-, antes de que algunos «ecoaldeístas» decidieran asentarse como comuna, algo que no llegó a prosperar. El nombre de Primout, aparte de resonancias galas, me invita a fantasear con algún lugar de cuento de hadas y de gnomos.

Ángel González cuenta que este espacio -impregnado de soledad, bosques de abedules y gobernado por una forma comunal conocida como Consejo abierto, en la que prevalecía una democracia directa a toque de campana-, le sirvió como inspiración. La soledad, su soledad -traducida en días muy cortos, noches muy largas, tiempo para meditar y observar toda una vida nueva- se convirtió en fuente de emociones intensas, porque cuando se fue, lo hizo con pena, y aun con la idea de volver, aunque sabía que eso era una idea irrealizable, utópica. El señor que lo subía y lo bajaba a caballo, desde Páramo del Sil a Primout, le miro a los ojos, sonrió y le dijo: «No creo que usted vuelva por aquí, porque nadie vuelve». Ángel González abandonó Primout a primeros de mayo de 1947.

Páramo del Sil, «pueblo minero, un poco ganadero y un poco agrícola», que diría el poeta, es también uno de los puntos de partida hacia varias rutas, entre otras la del lago del Cheiroso y la del Catoute, símbolo éste último de la alta montaña, considerado hasta hace poco como el techo del Bierzo, aunque en los últimos tiempos el pico Valdeiglesias -con 2.136 metros, en el municipio de Palacios del Sil- sea reconocido como el más elevado de la comarca berciana.

Para los amantes de la naturaleza conviene señalar que, hacia el pico Catoute, el excursionista se encontrará con la aldea de Salentinos, en otros tiempos casi deshabitada, y que en estos últimos años ha recuperado, por fortuna, el pulso vital. Merece una visita antes de emprender y empinar camino en busca del mirador del Bierzo: el Catoute, con sus 2.117 metros, como el pico de tus sueños.

Echa uno en falta, todo hay que decirlo, que el poeta Ángel González no hiciera referencia -o al menos no me consta- ni a Salentinos ni al Catoute, tal vez porque no los visitara. No debemos olvidar que llegó a Páramo del Sil para curarse de una tuberculosis pulmonar, la cual requería de todo el reposo del mundo.

Páramo, cuya sonoridad me devuelve a algún sitio legendario, es término con una gran variedad de significantes, entre ellos, Pedro Páramo, el título de la novela de Rulfo. Me gusta esta palabra y me entusiasma este pueblo del Alto Bierzo, en el valle del Sil, sobre todo desde que descubriera que el poeta Ángel González pasó una sustanciosa temporada de su vida -unos tres años- en esta tierra.

Con un Primer Certamen de Poesía, Páramo del Sil le rendirá homenaje en breve a este sublime poeta de aspecto entrañable y profundamente espiritual, al que le encantaba la farra, la vida misma.

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