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Pestaña que no siempre mantuvo buenas relaciones con los otros líderes leoneses, Santillán y Durruti. En concreto, en el debate surgido a partir de «El Manifiesto», en una reunión celebrada en enero de 1932, Durruti irritado por las propuestas y negativas de Pestaña tomó una silla por el respaldo y amenazó a Ángel, quien se quedó mirándolo fijamente e imperturbable; su serenidad desarmó al colérico e impetuoso Durruti, que abandonó su actitud diciendo: «Si no fueras quién eres…» La febril actividad anarquista de estos años, 1932, la corta Azaña con rigor a la vez que declarará «no estaba dispuesto a que se me comiese la República». Numerosos miembros del sindicato son detenidos y deportados a Guinea. Pestaña protesta airadamente contra esta acción gubernamental. Tras la depuración de los Trentistas, dimite de la secretaría de la CNT. Pestaña ensaya alternativas, todas conducentes al mismo fin: detener el amenazante fascismo, pues considera que este representa «la exacerbación de la potencia capitalista» .

La línea clásica del anarquismo se centraba en el sindicalismo, con ausencia o abstencionismo en el compromiso político electoralista y sosteniendo línea crítica y activa contra todo poder político. Ante la nueva situación sociopolítica hispana, Pestaña, en posición posibilista y pragmática, plantea la relación entre sindicalismo y política, participando tanto en el juego electoral como en el parlamentario. Defiende la necesidad de crear un partido para, de modo transitorio, y sin romper con los postulados cenetistas y el fin propuesto: lograr el comunismo libertario; pues «el comunismo libertario, la formación de comunidades libres, no será posible sino después de un periodo de transición». Desde su optimismo sobre la bonhomía natural del ser humano y dejando un lado el apoliticismo anarquista, estima la necesidad de actuar, frente al capitalismo dominante, con las mismas posibilidades. Es consciente del crecimiento de la derecha y de la expansión de su partido más representativo, la Ceda. Así, pierde confianza en el sindicalismo libertario de acción inmediata y única, a la vez que considera la necesidad de reunir y unir fuerzas. Con estos planteamientos convoca en Madrid la Conferencia Nacional de Alianza Obrera Antifascista, a la que asisten representantes de todos los partidos y sindicatos relevantes de la izquierda . Se elabora un plan de acción con el fin de frenar el fascismo a la vez que se pacta evitar los ataques personales o grupales entre los participantes; se apuesta por la unidad. La propuesta en este momento no cuaja, pero germinará, en 1934, la Alianza Obrera y, en 1936, el Frente Popular.

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