Diario de León

Santidad en peligro de extinción

El olíbano, la resina aromática que se extrae de los árboles Boswellia para el incienso de uso religioso, es cada vez más escasa y puede desaparecer.

El papa Benedicto XVI introduce incienso en el botafumeiro de la catedral de Santiago de Compostela, en el Año Jacobeo 2010. Su característico uso en varias religiones estaría amenazado por la falta de agua y el crecimiento de la población humana

El papa Benedicto XVI introduce incienso en el botafumeiro de la catedral de Santiago de Compostela, en el Año Jacobeo 2010. Su característico uso en varias religiones estaría amenazado por la falta de agua y el crecimiento de la población humana

Publicado por
Manuel Noriega
León

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El incienso fue uno de los tres regalos que los Reyes Magos llevaron al niño Jesús, según recoge la Biblia. Se quema en ceremonias budistas, es una ofrenda a dioses hinduistas y vuela dentro del botafumeiro en la catedral de Santiago de Compostela, entre otras celebraciones religiosas. Y ahora su existencia está en peligro.

No se debe confundir el incienso original, que procede del olíbano, una resina, con las varas de falso incienso que se queman en lugares de masaje y en casas de medio mundo. Estas últimas están hechas de madera de palo santo, originaria de Sudamérica.

El olíbano es una resina amarillenta que se consigue tras la solidificación de la savia del Boswellia, en sus dos variedades el Thurifera y el Sacra. Estos árboles crecen sobre todo en África y Asia, concretamente en el subcontinente indio.

En el proceso para obtener estas piedras traslúcidas de color amarillo, que pueden recordar a un cuarzo sucio, los trabajadores rascan las cortezas de los árboles silvestres para extraer los granos áureos para que después, una vez secos, puedan ser mezclados con otras fragancias o distribuirse sin alterar.

Ese olor tan característico y tan importante para las comuniones espirituales de diversas religiones puede desaparecer en pocas décadas. Según un estudio publicado recientemente, en los próximos 20 años se prevé que las cosechas de incienso se reduzcan a la mitad.

Un grupo de científicos ha analizado casi 22.000 árboles Boswellia en 23 localizaciones diferentes en el este de África y han establecido las edades de 202 de estos árboles contando los anillos de crecimiento. Para prever las poblaciones futuras, utilizaron algoritmos informáticos para establecer la tendencia.

Los resultados que obtuvieron resultan poco halagüeños: según sus modelos, en poco más de 15 años los bosques de Boswellia se reducirán un 50%, tal como han publicado en la revista científica Nature Sustainability.

El Gobierno del sultanato de Omán advirtió hace casi cinco años que la especie Boswellia sacra, de la que se obtiene el incienso más valorado, estaba en peligro de desaparición. Un tercio de las plantaciones se habían perdido por la falta de agua y la falta de interés en su preservación.

POBLACIÓN

Detrás de esta disminución se encuentran diversos factores, con el propio hombre como uno de los culpables principales.

Las poblaciones humanas aumentan a un ritmo vertiginoso. Un 60% de la población vive en Asia, de los que 1.400 millones se calcula que lo hacen en China y 1.300 en India, donde se encuentra una de las principales reservas de los árboles del incienso. Por otro lado, en África viven otros 1.200 millones de personas.

Asia y África son los continentes más poblados muy por encima de Europa, con 738 millones, Latinoamérica y el Caribe, con 634 millones y América del Norte y Oceanía, con 358 y 39 millones, respectivamente, según datos de la ONU.

Y va a ir a más. Según la misma organización, la población mundial aumentará en más de 1.000 millones de personas en los próximos 15 años; en más de 2.000 en 2050: y llegará a 11.200 millones de habitantes con el nuevo siglo.

A la cabeza de este crecimiento está África, junto con India, uno de los dos puntos geográficos en los que más Boswellia hay actualmente.

La presión de las poblaciones humanas coloniza cada vez más espacio y recursos. La sobreexplotación del terreno y el ganado son las principales causas del descenso de la población arbórea del incienso.

Se talan o se queman para darle otros usos al suelo y los árboles jóvenes sirven de pasto a los animales. Pero no está todo perdido, los científicos dicen que la situación puede ser reversible.

Para ello se deben instaurar medidas de conservación de estos árboles, como vallarlos para que los animales no puedan acceder a ellos, establecer cortafuegos que las llamas no puedan devorar estas plantaciones, y dosificar y repensar los métodos de extracción de la savia.

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