Diario de León

CANTO RODADO

El vendaval

«Tratarse bien también es hacer política», dijo Mayte Olmedilla, de las Funanviolistas, en aquel patio que fue del instituto femenino, con la muralla romana por límite y un gato por testigo..

León

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El buen trato es, sin duda, la más elemental de las políticas. Por que es la base de los derechos humanos. Y los derechos humanos son como una fuente de la que emanan bienestar, respeto, justicia, vida... Cuando celebramos 50 años de la primera pisada humana en la Luna o los avances de la genética para curar enfermedades se nos olvida que para que toda ciencia funcione tiene que haber humanidad y humanismo. Buen trato.

Algo que se ha echado en falta en este proceso de Gobierno fallido, como gusta llamar ahora a los fracasos. Para hacer como que en realidad no ha ocurrido nada. Cuando realmente ha sucedido una catástrofe anunciada por el vendaval y las tormentas que se llevaron de cuajo los árboles o los abrieron en canal para matarlos.

Ni el PSOE ni Unidas Podemos han estado a la altura de sus votantes para resolver la situación. Y se ha desperdiciado una oportunidad inédita para seguir el cambio de rumbo en las políticas públicas después de años de austericidio.

Salir al hemiciclo a echarse las culpas como un matrimonio fracasado fue un espectáculo lamentable que ni los aplausos de sus respectivas bancadas pudieron disimular. Dicen que en la televisión las risas falsas hacen parecer buenos a los chistes malos. Eso intentan sus señorías con la clá. Hacer creer que las palabras huecas, los trastos que se arrojan a la cabeza, llevan algo dentro además de violencia.

Con el terreno bien abonado para que Ciudadanos, el PP y Vox hagan el agosto en un hipotético y cada vez más probable escenario electoral, la izquierda se ha pegado en la cara del pueblo. El lenguaje belicista del PSOE o el desprecio a las áreas sociales de Unidas Podemos, al tacharlas de floreros o de carecer de competencias, dieron una imagen de lo que en realidad iba a ocurrir desde el primer momento. Tranquilidad, señores de la banca, las eléctricas y la Ceoe, que aquí no habrá ni jeringonza a la portuguesa.

Ahora el PSOE da la espalda a Unidas Podemos y mira a ver si Ciudadanos y el PP, en un arrebato de sentido de Estado, ejem, le hacen presidente. Otra boutade de Sánchez. ¿Cómo se explica que alguien dispuesto a hacer un gobierno de izquierdas mendigue ahora el apoyo de la derecha? ¿Cómo se explica que la vicepresidencia del Gobierno, la oficina de Carmen Calvo, filtre un documento manipulado para desacreditar al contricante?

¿Cómo se explica el silencio ante la campaña de descrédito de Irene Montero? En este país, donde hubo un ministro de Sanidad que dijo que el síndrome tóxico era un problema de un bichito, un presidente de Gobierno nos metió en una guerra que ha sembrado la muerte en oriente y occidente, un vicepresidente calificó el desastre del petrolero Prestige sobre el océano Atlántico como unos «hilillos», una ministra de Educación confundió a José Saramago con una tal Sara Mago, supuesta celebriti, y otro presidente del Gobierno calló la crisis que nos embestía; un país donde una ex ministra del PP absuelve de toda culpa a la exalcaldesa de Madrid, Ana Botella, por la venta de viviendas públicas a un fondo buitre, se pone el grito en el cielo porque Irene Montero sea vicepresidenta. ‘Se le van a caer los pelos del sobaco, gritaron los de la caverna, que no han dejado de identificarla como la mujer de... No contaban con que el ego de Pablo Iglesias se echara hacia atrás y renunciara a estar en el Gobierno y tenían que dinamitar la opción Montero.

Estos señores, por cierto, no abren lo boca ante el Gobierno más machirulo de Castilla y León —seis hombres y tres mujeres en las consejerías y lo que te rondaré morena en altos cargos— y callan ante los asesinatos machistas con un niño de 11 años como última víctima de la venganza de un maltratador que había quebrantado la orden de alejamiento y fue detenido. Un tipo del que la Guardia Civil había advertido ante el riesgo que podía correr el niño... Pero la justicia, como casi siempre, prefirió la ceguera.

El error de Pablo Iglesias ha sido decir no. Tiempo había de romper. Ahora todo se lo ha llevado el vendaval. Empezando por el buen trato. A sus votantes.

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