Diario de León

Aniceto López. Espumosos López. Quintana de Fuseros

«Yo soy adicto a estas burbujas»

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A sus 80 años y después de 65 al frente de Espumosos López, su fundador Aniceto López desgrana la larga vida del gas. «No tendría yo ni 20 años cuando le compré esta fábrica a mi tío. ¿Sabes cuánto me costó? 30.000 pesetas», bromea. Y es que desde aquel entonces Aniceto empleó a todos sus allegados en las gaseosas. «Hoy sin el apoyo de los familiares sería imposible mantenernos», comenta el octogenario que recuerda con nostalgia una época en la que había gaseoseros en cada pueblo y tras nombrar una larga lista de antiguas fábricas concluye con un «hoy en el Bierzo, apenas quedamos nosotros».

Sin embargo, esta ‘soledad’ tampoco parece desanimarle, pues en cuanto explica las consecuencias del abaratamiento de los productos de las grandes superficies, le vienen a la memoria aquellos días en los que hacía los repartos a caballo, «hasta en carro y en vaca», explica.

Aquí, igual que en Santa María del Páramo, la tecnología también llegó a las gaseoseras. «En 1992 automatizamos las máquinas, pero antes, todo, todo, todo lo hacíamos a mano. Hoy solo seguimos mezclando el jarabe a la manera tradicional», argumenta López, quien si de algo está orgulloso es del agua que utiliza en su producto. «Viene de la montaña, no hay otra igual, esta es imposible de encontrar en los supermercados».

Hoy la factoría de Quintana sigue viva en las manos de los descendientes de Aniceto. «Continuamos repartiendo desde Bembibre hasta el Manzanal y llenamos cada vez que hay más de 100 cajas vacías, con menos no merece la pena», argumenta el fundador de Espumosos López, quien asegura que la fórmula se ha mantenido intacta durante todo este tiempo. «También la del refresco de naranja y limón», otra de las bebidas de esta casa. Además se confiesa «adicto a la gaseosa casera. Si fuera mala y a mis 80 años yo ya no estaría aquí y … mírame», se despide.

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