Diario de León

A la caza del ictus

El Hospital de León pone en marcha una técnica pionera en la Comunidad para extraer o destruir trombos en un infarto cerebral en la que participan Urgencias, Neurología, UCI y Neurorradiología Intervencionista.

La sala de radiología intervencionista dispone de la tecnología necesaria para realizar la fribinolisis intraarterial en pacientes con tejido cerebral recuperable.

La sala de radiología intervencionista dispone de la tecnología necesaria para realizar la fribinolisis intraarterial en pacientes con tejido cerebral recuperable.

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El Hospital de León acaba de poner en marcha una nueva terapia para neutralizar los efectos de un ictus o infarto cerebral en fase aguda, enfermedad que constituye la primera causa de muerte entre las mujeres y la segunda en los hombres y afecta a cerca de un millar de personas al año en la provincia.

La nueva técnica se ha aplicado hasta ahora a nueve pacientes con notable éxito e involucra a los servicios de Urgencias, Neurología y Neurorradiología Intervencionista, así como a la Unidad de Cuidados Intensivos. El tiempo es un factor determinante para esta intervención. Salvo excepciones, sólo puede realizarse dentro de las primeras seis horas desde que comienza el evento cerebrovascular. El objetivo es alcanzar el trombo dentro de la arteria y extraerlo o destruirlo in situ.

«En las primeras seis horas desde que se produce el accidente cerebrovascular hay más posibilidades de que se pueda recuperar el tejido neuronal afectado por el infarto», afirma el neurólogo Javier Tejada, responsable de la Unidad del Ictus de León.

Por ahora, el Hospital de León es el único centro sanitario de la Comunidad que ha dispuesto un protocolo de actuación para poder aplicar la terapia endovascular en casos de ictus en los que hay tejido cerebral recuperable. Está en fase de preparación en el Hospital General Yagüe de Burgos.

El procedimiento se inicia con la valoración clínica del paciente en Urgencias y en la Unidad de Ictus. Una vez confirmado el ictus, las técnicas de imagen como el TAC (escáner) y la resonancia magnética aportan la información necesaria para valorar el daño de la lesión isquémica aguda y la conveniencia y tipo de intervención. El TAC de perfusión y la resonancia de difusión permiten visualizar si en el territorio arterial afectado hay cerebro recuperable.

Hay dos métodos de actuación sobre el trombo. Hasta ahora se realizaba la llamada fibrinolisis intravenosa, que consiste en la introducción de un medicamento en vena. La terapia farmacológica es aplicada por los neurólogos de guardia y no requiere la intervención radiológica.

La nueva terapia estrenada en el Hospital de León consiste en llegar por vía arterial hasta el lugar donde se encuentra el trombo, previamente identificado por las imágenes del TAC y de la resonancia magnética. La trombolisis consiste en destruir el trombo por la acción de un medicamento que se inyecta sobre el mismo (fribinolisis intraarterial) o bien es extraído mediante un dispositivo mecánico (trombolisis mecánica o trombectomía).

Este segundo procedimiento, que implica navegación intraarterial, es ejecutado por neurradiólogos intervencionistas guiados por Rayos X y se realiza en la sala de Radiología intervencionista con el paciente sedado. «Es el tratamiento más innovador y el que requiere de más organización», admite Óscar Balboa.

La fibrolisis intraarterial se puso en marcha en el Hospital de León en noviembre del 2011 como un programa de cooperación entre la Unidad de Ictus, el equipo de Neurorradiología Intervencionista y la UCI. «Es un procedimiento costoso, pero ya teníamos la base y por eso se ha podido poner en marcha pese a los momentos de crisis», explica Javier Tejada.

Las dos primeras intervenciones se realizaron antes de que se pusiera en marcha el protocolo y sirvieron de acicate para impulsarlo. «Los resultados han sido muy positivos», agrega Tejada. Aparte de los recursos humanos, la técnica únicamente ha supuesto la adquisición de algún material específico: extractores de trombos de los que antes no se disponía.

La destrucción del trombo en el mismo sitio donde ha taponado la arteria permite que el tejido neuronal recuperable no se dañe más al abrir de nuevo la vía a la irrigación sanguínea. Cuando no llega sangre a la parte del cerebro afectada ese tejido se empieza a necrosar. Si se abre el conducto sanguíneo el daño es menor.

La inmediatez de la respuesta sanitaria ante los eventos cerebrovasculares —416 personas murieron a causa de estos accidentes en el 2009 en León— determina una mejor evolución de los pacientes afectados. «El grado de independencia para la vida es mayor cuando se consigue recuperar tejido que cuando no», subraya Óscar Balboa.

Aparte del beneficio funcional para los pacientes, una mejor recuperación postictus implica un ahorro económico para la sociedad. «Tras una isquemia cerebral el grado de independencia para la vida habitual es mayor cuanto más se reduzca la zona de necrosis tisular», explica.

León es una de las tres provincias de la Comunidad que cuenta con una Unidad de Ictus, junto a Valladolid y Burgos. La creación de estas unidades se sustenta en que una atención específica y en el tiempo más corto posible «mejora el pronóstico de los pacientes y reduce los costes de atención», agrega el neurólogo Javier Tejada. Además también cuenta con un neurólogo de guardia que tiene posibilidad de aplicar la terapia farmacológica intravenosa en casos de ictus.

Por este motivo recomienda a la población que acuda al hospital «en cuanto reconozca que haya síntomas pues hay más posibilidades de tratamiento y van a ser más eficaces». La razón de que los tiempos de respuesta terapéutica eficaz sean más cortos estriba, según matiza el neurólogo, en que el «tejido cerebral tiene una importante demanda de oxígeno y flujo sanguíneo».

Una de cada seis personas puede sufrir un ictus a lo largo de su vida, y el 60% de los pacientes que superan este evento sufren las secuelas durante el resto de su vida. Por eso es importante conseguir disminuir al máximo estas secuelas con un tratamiento en la fase aguda del ictus, de modo que la lesión cerebral sea la mínima posible.

«Entre los factores de riesgo que pueden provocar un ictus isquémico (embolia o trombosis cerebral) hay algunos que no se pueden modificar como son la edad, el sexo, la genética y la historia familiar», apunta el doctor Ángel Pérez Sempere en una guía sobre la prevención del ictus.

Pero hay otros factores de riesgo vascular y estilo de vida sobre los que las personas pueden ejercer cierto control como evitar el sedentarismo, alimentarse con una dieta equilibrada, consumir alcohol con moderación, no fumar, controlar la tensión arterial, la glucemia, el colesterol y el peso. También es importante cuidar la dentadura ya que está demostrado que las personas con infecciones bucales tienen más riesgo de sufrir un ictus.

Evitar el estrés y procurar ser felices es otro de los consejos para prevenir estos accidentes cerebrovasculares que en un año causaron la muerte de 416 personas en la provincia de León, 239 mujeres y 179 hombres, según el INE.

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