La imagen que sana

Un retrato de 20 x 30 cada dos días. Rosa Sánchez Ramiro es la paciente que con más intensidad ha colaborado con Carlos Canal en este proyecto. Ella es médico también. Paciente y médico. «Carlos puso en mis manos una forma de mirar para mí nueva -la fotografía- y ésta, de forma casi instintiva, se alió con mi otra voz, la palabra escrita», escribe Rosa en el prólogo del libro Recuperar la luz. «Desde la primara imagen y en el primer texto, descubro que Rosa posee una capacidad de comunicar y expresar sus sentimientos de una manera profunda», explica Carlos Canal. Es por eso que Rosa se convierte en uno de las pacientes más emblemáticas de su exposición. Sus cambios físicos durante el tratamiento de quimioterapia y la dura batalla contra el cáncer se reconvierten en ella en energía para crear un mundo interior que se manifiesta en las instantáneas y los textos que componen esta exposición. «Tradicionalmente se ha utilizado el dibujo, la pintura, la escultura y la música como expresiones artísticas con finalidad terapéutica, actualmente la fotografía se ha convertido en el arte visual por antonomasia, y desde el punto de vista terapéutico simbolizar sentimientos y experiencias a través de imágenes constituye un medio de expresión y comunicación más valioso que la expresión verbal». Así defiende Canal su proyecto, que ha servido para que sus pacientes del Hospital Carlos Haya de Málaga vivan su enfermedad como una experiencia positiva. El escenario donde discurre la acción es una habitación de la sexta planta del Hospital Carlos Haya de Málaga, en la unidad de agudos del servicio de Hematología. «Los retratos se convierten en espejos con memoria que nos sirven para observar el paso del tiempo y permiten al paciente no perder su identidad, amenazada con cambios físicos ligados al tratamiento», a firma Canal que cree que la fotografía aplicada en el campo de la salud se convierte en una terapia artística, «permite a los pacientes expresarse espontáneamente a través de imágenes simbólicas que facilitan la introspección y posibilitan interpretaciones referentes a su situación física y psicológica, revelando la trayectoria de sus pensamientos». Con la fotografía como terapia el paciente tiene más facilidad para elaborar sus conflictos interiores y superar el estado de shock derivado de padecer una enfermedad tumoral. «Mejora la calidad de vida y la relación médico-paciente que discurre en un marco de colaboración y respeto mutuos, el paciente se convierte en sujeto activo en el proceso de su curación».