Diario de León

ÓSCAR BALBOA ARREGUI. Neurorradiólogo intervencionista del Caule

«La neurorradiología tiene futuro y será necesario formar profesionales»

f. otero perandones

f. otero perandones

León

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—Qué es y de qué se encarga la neurorradiología intervencionista o neurointervencionismo?

—Realiza los procedimientos diagnósticos y/o terapéuticos aplicados en enfermedades que afectan al sistema nervioso y a su recubrimiento meníngeo y osteoarticular, así como a la región cervicofacial. Hay técnicas endovasculares, con un importante desarrollo en los últimos 20 años, que son alternativa de primera elección para el tratamiento de aneurismas cerebrales o malformaciones arteriovenosas de la médula espinal. Las técnicas percutáneas, con punción directa de la lesión a través de la piel sirven para, por ejemplo, embolizar lesiones tumorales o malformaciones vasculares en localización más superficial, reforzar o cementar vértebras fracturadas (acuñadas), o realizar inyección intradiscal de diferentes sustancias para reducir la presión de un disco intervertebral herniado.

—¿En qué consisten?

—Los tratamientos endovasculares se basan en el uso de catéteres de muy pequeño calibre (menores de 2 mm) que se introducen por dentro de las arterias o venas y son guiados por un especialista neurorradiólogo por un sistema de imagen radiológica de buena calidad hasta la lesión diana. A través del catéter se colocan pequeños dispositivos o inyectan sustancias para tratar la patología. Con una punción en la ingle o en la muñeca, se inyecta líquido de contraste y se dirige el catéter hasta la lesión cerebral o medular.

—¿En qué especialidades y patologías usan estas técnicas?

—Patologías de varias especialidades como neurocirugía, neurología, oftalmología, otorrinolaringología, cirugía plástica, cirugía maxilofacial, etc… Se pueden realizar, por ejemplo, la exclusión (embolización) de un aneurisma cerebral roto que se ha presentado con un cuadro clínico tan grave como una hemorragia cerebral; la exclusión de un aneurisma cerebral descubierto de modo incidental en un escáner o resonancia cerebral, para evitar el riesgo de su rotura; la exclusión de una malformación arteriovenosa cerebral o en la médula espinal; el cierre de fístulas o vasculares patológicas en la cubiertas meníngeas del cerebro o medulares; o el cierre de arterias patológicas en tumores de cabeza, cuello o columna vertebral con la finalidad de limitar el crecimiento tumoral o facilitar la resección quirúrgica posterior; la apertura (angioplastia/stent) de una estenosis arterial para mejorar el flujo de sangre al cerebro; o la extracción de un trombo arterial cerebral en un ictus agudo (trombectomía).

—En el caso del ictus, ¿Cómo lo diagnostican y tratan?

—Un ictus agudo o infarto cerebral no es doloroso, como suele suceder en el infarto agudo de

miocardio, aunque en los dos el mecanismo de la lesión es una obstrucción vascular que conduce a la muerte de las células nerviosas y del miocardio respectivamente. La falta de dolor, que siempre nos pone en alerta, hace que sea de suma importancia saber reconocer otros signos clínicos de alarma de un ictus agudo: asimetría facial brusca al tratar de sonreir o acorchamiento brusco de un lado de la cara, una pérdida de fuerza o adormecimiento bruscos en alguna extremidad, una alteración repentina del habla, o una pérdida de visión durante unos segundos… nos pueden avisar de que ese infarto cerebral se va a producir. Es muy importante que esos signos los valore de forma rápida un médico. Uno de cada 6 leoneses padecerá un ictus a lo largo de su vida. Un tercio se recuperará, otro tanto quedará con secuelas neurológicas y el resto morirá. Es una patología frecuente e incapacitante. El reconocimiento y tratamiento urgente (fibrinólisis o trombectomía) es lo único que permite una recuperación completa o parcial de la clínica neurológica y de las graves secuelas. Desgraciadamente el tiempo para aplicar estos tratamientos es muy corto. Sólo son efectivos en las primeras 4 o 5-6 horas desde que se inician los síntomas.

—Hace tiempo que estos tratamientos se realizan en el Caule. ¿Se hacen en otros centros?

—La fibrinólisis o tratamiento con el medicamento intravenoso en las primeras 4,5 horas desde que se inician los síntomas se puede realizar en el Hospital del Bierzo y en el Hospital de León. La trombectomía o tratamiento endovascular de extracción mecánica del coágulo que obstruye la arteria cerebral necesita personal experto en neurorradiología y una sala con aparato de angiografía vascular para conseguir guiar el catéter u otro dispositivo desde la ingle o muñeca hasta la arteria cerebral obstruída en las primeras 6 horas. Sólo es posible, en esta provincia, en el Hospital de León. También se podría llevar a cabo en el Hospital Clínico de Valladolid y en el Hospital de Burgos. 

—¿Qué resultados tiene?

—Varios estudios internacionales publicados este año demuestran el gran beneficio de aplicar estos tratamientos, iniciando el farmacológico lo antes posible y continuando el neurointervencionista cuando el coágulo sea extenso y ocluya una arteria cerebral de gran calibre. Para llegar a tiempo, se necesita una exquisita coordinación entre diferentes equipos que debe ser promovida desde la administración sanitaria.

—¿En qué consisten las técnicas percutáneas?

—El acceso a la lesión tratable es a través de un pinchazo en la piel. Se pueden embolizar lesiones tumorales o malformaciones vasculares localizadas superficialmente en la cara y cuello (embolización percutánea); tratar discos intervertebrales con hernia discal dolorosa mediante la inyección de sustancias que disminuyan el volumen de la hernia (descompresión discal percutánea mecánica, química o térmica); o inyectar sustancias dentro de un cuerpo vertebral  fracturado/acuñado y doloroso debido a la osteoporosis o a una enfermedad tumoral con la finalidad de anular o reducir el dolor y fortalecer esa vértebra (vertebroplastia).

—¿Sustituyen estas técnicas a la cirugía convencional?

—Sustituir no es la palabra adecuada. El desarrollo de la imagen radiológica y de los dispositivos intravasculares han permitido hacer técnicas de tratamiento tan efectivas como las quirúrgicas y menos agresivas para el cerebro o la médula espinal, caso de algunos aneurismas cerebrales. También posibilitan el tratamiento de algunas lesiones en las que la cirugía todavía es muy difícil (trombectomía mecánica en el ictus agudo). Complementa y ayuda a la cirugía, por ejemplo, en la embolización tumoral prequirúrgica de grandes meningiomas cerebrales, que permite al neurocirujano una extirpación más fácil del tumor. En suma, el desarrollo de la neurorradiología intervencionista como de la cirugía convencional, tiende a tratamientos más efectivos y menos invasivos.

—¿Se realizan estas técnicas en un quirófano convencional?

—Lo más habitual es realizarlas en una sala similar a un quirófano de los servicios de radiología, dotados de angiógrafo digital. Una parte fundamental de estas técnicas intervencionistas es la imagen radiológica: nos permite el diagnóstico preciso de pequeñas lesiones vasculares y nos guiará hasta su localización tras la inyección de contraste yodado y su visualización con rayos X. La inversión tecnológica en estos avanzados equipos de imagen es básica para mejorar los resultados de salud del paciente, reducir la morbimortalidad y disminuir los efectos adversos de estos procedimientos. Menos habitual, aunque es posible, es que estos equipos se instalen en quirófanos más espaciosos, con blindaje contra radiaciones y almacén de material intravascular. Cada centro ha de buscar la mejor rentabilidad para los pacientes.

—¿Ve futuro a la especialidad?

—Sin ninguna duda. En un plazo no lejano servirá para recuperar el daño celular o barrera hematoencefálica de un ictus. A medio plazo habrá mejores dispositivos intravasculares que permitirán el tratamiento de lesiones arteriales inabordables quirúrgicamente, como aneurismas complejos o malformaciones vasculares en situación cerebral profunda. A largo plazo tendrá importancia el tratamiento de lesiones neurológicas con células madre y, muy probablemente, también el tratamiento local de diferentes lesiones inflamatorias cerebrales. Todo ello supone la formación de más profesionales y la renovación de tecnología e instalaciones que los gestores sanitarios han de tener en cuenta.  

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