Diario de León

Los secretos del propolis

Félix Adanero divulga el origen y las propiedades del producto entre los farmacéuticos leoneses.

Félix Adanero es farmacéutico del servicio de Sanidad de la Junta de Castilla y León.

Félix Adanero es farmacéutico del servicio de Sanidad de la Junta de Castilla y León.

León

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LEÓN

Las abejas lo usan para sanear la colmena y para su propia autoimunidad y los antiguos egipcios descubrieron que era idóneo para los embalsamamientos de momias. El propolis es un producto preciado en el siglo XXI a medio camimo entre los medicamentos y los alimentos. Es lo que se llama un ‘medicalimento’, apunta Félix Adanero Jorge, farmacéutico del servicio de Sanidad de la Junta de Castilla y León, que estudia los propoleos de la Comunidad como doctorando de la ULE.

Recientemente ofreció una charla divulgativa en el Colegio Oficial de Farmacéuticos de León junto con el empresario Urbano González (Urzapa) para dar a conocer este singular producto compuesto principalmente de resinas y aceites esenciales y que varía en función de cada zona porque depende de las plantas de las que las abejas obtienen la materia prima para elaborarlo.

El propolis tiene un amplio espectro de usos en la salud (desde preventivo de catarros a fungicida, cicatrizante y en patologías orales) y los nuevos estudios in vitro e in vivo buscan sus propiedades antioxidantes, antimicrobianas, antiinflamatorias e incluso en diabetes y crecimiento del pelo. Adanero prefiere la definición de pro-polis a partir de su etimología griega (en defensa de la ciudad) que la que ofrece el Diccionario de la Real Academia que dice incorrectamente que «es una sustancia cérea». «Es un producto resinoso», recalca.

Entre los siglos XV-XVIII hubo saqueos masivos de tumbas egipcias en busca del polvo de momia (mummia) para elaborar el licor o jarabe de momia al que atribuían propiedades rejuvenecedoras y curativas, que «posiblemente venían dadas por la presencia de propolis en los vendajes».

En 1969, la antigua Unión Soviética ya comercializaba cuatro productos con propolis. Se usaba para evitar el deterioro del estradivarius y en la guerra de los boers, posterior a la II Guerra Mundial, se utilizó como cicatrizante y curativo de las heridas.

El auge que ha cobrado el propolis como complemento natural en el siglo XXI se debe también a sus múltiples aplicaciones: carpintería, agricultura ecológica, veterinaria, alimentación, purificador del ambiente, cosmética (pastas dentales, stick labiales, champús, jabones, etc.). Con alto contenido en flavonoides (antimicrobianos, anticancerígenos, disminución del riesgo de enfermedades cardíacas) y aceites esenciales como el timol (acaricida), eugenol (anestésico) y otras estructuras lo han convertido en un producto demandado por la población.

Dentro de la colmena, donde habitan unos 50.000 individuos, la misión de recoger el propolis se encarga a las pecoreadoras. Estas abejas obreras localizan las plantas cercanas a la colmena y con su mandíbula recortan trozos de resina, especialmente abundante en el populus nigra o chopo.

Esta labor se hace a partir de la primavera cuando la temperatura ambiente alcanza entre 21 y 28 º C. Las pecoreadoras hacen pequeños vuelos para llevar la carga a la colmena, donde las abejas cementadoras les ayudan a descargar porque ellas solas no pueden. A veces se ayudan con cera. Luego barnizan todas las celdillas para sanearlas antes de poner el néctar o cargas de miel. También lo usan para momificar insectos y mantener aséptica la colmena.

El más cotizado es el propolis verde brasileño, pues su contenido en artepillina C le confiere propiedades antitumorales y antivirales. En España y en Castilla y León se obtiene el propolis rojo.

A pesar de ser un producto natural no está exento de efectos indeseables. Tiene polen, por tanto contiene sustancias causantes de alergias. Los apicultores deben tomar precauciones pues quedan partes de abejas con el veneno activo. Es seguro ingerirlo por vía oral.

Se han descrito dermatitis sobre todo por uso de pomadas, lociones, etc. con propolis. Se desaconseja en menores de cuatro años, embarazadas y mujeres en período de lactación. Los enfermos crónicos deben tener en cuenta los efectos metabolizantes de los flavonoides que pueden aumentar la potencia de sus medicamentos.

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