Un médico leonés utiliza la fotografía como terapia para luchar contra el cáncer

«Hace algún tiempo tuve la fortuna de caer gravemente enferma. El tesoro de conocimientos y experiencia vital que me ha reportado esa vivencia bien vale sus riesgos». Así comienza el prólogo escrito por Rosa Sánchez en el libro Recuperar la luz , una obra del médico leonés Carlos Canal. Rosa es una paciente del hematólogo nacido en Grajal de Campos en 1954, «pero criado en Cistierna», puntualiza el leonés. Esta enferma aceptó el reto de servirse de la fotografía como terapia para superar la dolorosa experiencia de su enfermedad, la leucemia. El tratamiento quimioterápico ayudó a sanar su cuerpo, pero la experiencia fotográfica le aportó otros beneficios espirituales. Ella no es la única. Otros diez pacientes se han beneficiado de la terapia utilizada por el leonés Carlos Canal en el servicio de Hematología del Hospital Carlos Haya de Málaga, lugar donde trabaja desde hace 27 años. Bajo el título Recuperar la luz , Canal traerá a León en septiembre, a iniciativa del Colegio de Arquitectos que cederá su sala de exposiciones de su sede en la calle Conde Luna como soporte para esta conmovedora obra, las fotografías realizadas por él y sus pacientes. La muestra ha recorrido ya media otras provincias con gran éxito de público y de crítica, ante la carga emocional de las instantáneas realizadas por los enfermos dentro del hospital y los comentarios de los protagonistas que acompañan cada una de las imágenes. «Cuando una persona está en una situación límite aumenta su creatividad», asegura Canal que sostiene que con esta terapia ayuda al paciente a no perder identidad. «La leucemia supone un cambio físico notable. Con las secuencias fotográficas los pacientes aprenden que una cosa es lo que creen que van a ser y otra muy distinta lo que son en realidad». Cinco encuentros Canal traerá a León una muestra de lo que han sido seis años de trabajo con los pacientes enfermos de leucemia. «Son cincuenta encuentros con cada uno de ellos y una conclusión». Cada uno de los escenarios fotográficos de la exposición consta de tres elementos: una fotografía realizada por el médico, otra hecha por el paciente y un texto que el enfermo escribe de lo que le sugiere el momento captado por la cámara . «Todos los pacientes a los que les he expuesto la idea de la terapia fotográfica han aceptado». Tras la experiencia clínica de tantos años tratando a enfermos con cáncer, Canal sostiene que esta terapia funciona, «sirve para expresar lo que sienten, lo que no pueden comunicar con palabras. El enfermo tiene en sus manos una herramienta que va más allá de la palabra, que se relaciona directamente con el inconsciente». Los protagonistas de la obra son los pacientes, sus experiencias y sentimientos en los seis meses de duro tratamiento, en la habitación de un hospital, desprovista de adornos ni detalles personales, nada que les conecte con su entorno más cotidiano. Una cama, una mesilla y un armario. Nada más. El paciente aprende a relacionarse con su enfermedad, con los duros tratamientos, con el sufrimiento, con las pequeñas metas y lo que en su momento pueden ser interpretados como grandes fracasos. Y en todo este entorno aparece un médico. Además de su bata blanca y los resultados de unos análisis clínicos lleva colgada del cuello una cámara fotográfica. «La fotografía y la enfermedad comparten el hecho de ser experiencias corporales únicas y solamente puedes disfrutarlas y aprender de ellas desde la aceptación y el conocimiento de lo vivido», sostiene el médico leonés que inició en el año 1999 este trabajo de investigación para valorar el uso de la cámara fotográfica como herramienta terapéutica en un grupo de pacientes comparándolo con otro que iba a recibir tratamiento convencional «sin el soporte de la creación en imágenes».