Diario de León

Julio Saurina recuerda en la Ronda Lírico-Pasional su infancia "como bandera de la Madre Dolorosa”

León

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El director de Comunicación de la Cámara de Comercio, Julio Saurina, recordó que la Ronda Lírico-Pasional “es memoria, la misma de aquel chiquillo que, con orgullo, cruzaba el patio trasero de san Isidoro portando la bandera de su Madre Dolorosa, y que marcaría para siempre su manera de vivir. Es recuerdo de vida, la que pasa por estas calles: cortas, lúgubres, silentes y vacías. Refugio de guerra y de posguerra, que solo altera su pulso, cuando llega lo que se espera”. 

Saurina tiró “de retranca” para ejercer la labor de mantenedor de la Ronda Lírico Pasional organizada este Miércoles Santo por la cofradía del Santo Cristo del Desenclavo. “Dispónganse a escuchar alocuciones tan atípicas, centradas en curiosidades, pocos datos y algunas anécdotas, como atípico es este mantenedor. Con cierta ironía, sin caer en la falta, lo que por esta tierra llamamos, retranca”, avisó al inicio.

“Podría contar hoy la historia de esta ciudad milenaria, de nuestro origen romano, de la disposición arquitectónica, o de la defensa del campamento. Podría hablar del arte que se conserva en las calles y plazas en las que nos encontramos. Podría describir lo que pensarían en su tiempo “Guzmán a don Suero”, pero no lo haré, porque ya está dicho y bien dicho. Porque ya está contado. Porque no escucharan hoy lecciones de historia, ni de arte. Quizás sí, de filosofía popular. Doctos en la materia, antes que este universitario, han dejado constancia del arte, la historia, la tradición y el verso”.

Tuvo un recuerdo para sus antecesores, entre otros: Cayón Diéguez, García Díaz, García Armesto, Vergara Pedreira; Jáñez Gallego, González Fernández y Cordero Carro, resumidos a modo de “pase de la lista” que son y serán historia de la Ronda del Desenclavo y por ende de nuestra Semana Santa.

“Este nunca fue el barrio de los oficios tradicionales, pero si lo fue de los tratantes de vino y trigo, de bueyes y de hilo, a finales del XVIII y en los primeros años del XX. Tanto es así que se dice que, a esta altura, por donde discurre la procesión del santo Cristo de las Injurias entre carracas y golpe de horqueta, se situó el primer establecimiento de venta textil de lo que hoy conocemos como ciudad y parece acreditado que un tal Pedro Figueroa se anunciaba en 1915 en el semanal “León de España” como vendedor de paño y sedas. Y de igual modo se acredita que es el tal señor el que pone en circulación lo que se convirtió en vulgo popular: “acreditado establecimiento donde se viste la gente elegante y fina, gente de santa Marina”.

Recordó cómo a mediados del siglo XX había en Diario de León dos cajistas que colaban de “rondón” artículos periodísticos, ecos de sociedad o poemas, a la mínima falta de texto que encontraran, llenando así los huecos y haciéndose un sitio como “periodistas” de oficio. La jornada se hacía larga y una vez finalizada salían de los talleres del periódico y hacían parada en un obrador de panadería situado muy próximo a Pablo Flórez. Eran los primeros poseedores de la edición del Diario del día, y según ellos mismos contaban también los primeros que regresaban a casa con, “un pan debajo del brazo”. Estos mismos, especialmente uno de ellos, se ocupaban de relatar la crónica de la Semana Santa y dar cuenta de los únicos actos con los que se contaba: la Novena de los Dolores, y las procesiones de la mañana y la tarde de Viernes Santo.  

Rememoró que en abril de 1946, y en la única publicación de entonces sobre la Semana Santa en León, describía Cayón Waldaliso nuestra semana: “La Semana Santa Leonesa no es fastuosa ni deslumbrante. Nos son ricas sus cofradías; ni las Vírgenes visten costosos mantos, ni valiosas joyas; ni los pasos son un triunfo de cera y luz”. Y añadía, “Así es la Semana Santa leonesa: sencilla y austera, pero de gran religiosidad”.

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