Diario de León
Los acordes y los toques de tambor se detendrán, pero solo por unos días.

Los acordes y los toques de tambor se detendrán, pero solo por unos días.

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CAPILLOS ARRIBA PABLO RIOJA BARROCAL
León

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U n año más, el telón echó el cierre por todo lo alto, con final feliz —al menos para la mayoría— y la sensación de que el billete dio para poco, como en las grandes funciones. Esas en las que nos colábamos Ray, Malver, Pep, David y yo cuando jugábamos a ser Los Goonies. Solíamos juntarnos a buscar el mapa como posesos y resulta que el tesoro era permanecer juntos. Ya lo advertí la víspera del Viernes de Dolores. Una vez que la del Mercado sale a la calle, el resto vuela como una mala tarde de verano y aunque la alegría va por barrios, aprendí que en esta santa ciudad, la Semana de Pasión la amas o la odias. No hay término medio. Todos tienen razón pero casi nadie está dispuesto a dar su brazo a torcer. Muy pocos son conscientes de que las homilías de unos no distan tanto de los sermones de los otros. La eterna lucha entre los fieles contra los devotos.

Las velas volvieron a alumbrar el camino de la Señora a su paso por el viejo Reino al tiempo que Felisa —y otras tantas anónimas— le ponían las cosas más sencillas a las almas del Purgatorio. Lo mismo todos tenemos allí a algún ser querido sin un mal beso que llevarse a la boca , que diría el Maestro. Yo, al menos, sé que mi padrino está un peldaño más arriba. Me lo vino a confirmar en una velada de sueños muy reales que demuestran lo grandes e inescrutables que son los caminos del Señor. Aprendí que no hace falta saber mucho de lenguaje musical si cuando tocas algún instrumento lo haces con el alma. Que las bandas de música, igual que los escoltas del Nazareno, son una pequeña familia que procesiona a su manera purgando sus pecados no siempre tan veniales.

Me quedé con las ganas de enjugar las lágrimas de las hermanas de María del Dulce Nombre, que por segundo año consecutivo no pasaron del patio de los capuchinos. Sé que su Madre no dejará ni una en saco roto. Con David, Erick y Davor supe que el verdadero mensaje de la Semana Santa se tiene que descifrar —y sobre todo vivir— el resto del año y no de Pascuas a Ramos, que aún así la imperfecta condición humana acaba dando más testimonio de fe de lo que se piensa, que es necesario perderse para encontrar el camino y que hace rato que la cuenta atrás empezó a dar los primeros síntomas de esperanza.

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