Diario de León

30 años frente al maltrato

Nació como refugio para mujeres que huían del maltrato y tres décadas después es un pilar de la sensibilización y lucha contra la violencia machista. La asociación Simone de Beauvoir cumple 30 años con 347 mujeres y 375 menores atendidos.

Parte del equipo de Simone de Beauvoir: Susi Blanco y Marga García, sentadas, y Rosa San Martín, Conchi Unanue, Juana Llamazares y Araceli Martínez, de pie. JESÚS F, SALVADORES

Parte del equipo de Simone de Beauvoir: Susi Blanco y Marga García, sentadas, y Rosa San Martín, Conchi Unanue, Juana Llamazares y Araceli Martínez, de pie. JESÚS F, SALVADORES

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León

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ana gaitero | león

Hace 30 años no había estadísticas de víctimas de maltrato. Hace tres décadas, con una de democracia en marcha, las mujeres que denunciaban agresiones, golpes, intimidación, secuestro... de sus maridos o parejas estaban obligadas a pagarse el abogado, no tenían derecho al turno de oficio porque eran acusadoras...

En aquel tiempo, las víctimas de violencia de género no existían, ni en el lenguaje ni en el imaginario colectivo. Ninguna ley reconocía oficialmente la realidad del maltrato y muchas eran invitadas a darse la vuelta a casa y aguantar si tenían el coraje de acercarse a un cuartel o una comisaría a denunciar.

Hace treinta años y unos meses las mujeres que huían de la violencia en sus casas empezaron a ver una luz al final del túnel. Un lugar donde esconderse y rehacer su vida. Un aliento para seguir adelante. Y abogada para defenderlas. Hace treinta años se abrió en León una casa-refugio bajo el paraguas de una asociación de nuevo cuño a la que bautizaron con el célebre nombre de Simone de Beauvoir.

La filósofa y pensadora, autora de El segundo sexo, había fallecido un año antes en París y la asociación feminista Flora Tristán,’madre’ de la nueva asociación, le rendía un tributo con un recurso entonces pionero para las mujeres que encaraban el maltrato y se veían obligadas a esconderse.

Aquel piso, treinta años después se puede desvelar, estaba en la Avenida Fernández Ladreda. Hoy la asociación tiene tres centros: dos con direcciones conocidas —el centro de día de Arquitecto Torbado, 4 y el centro de menores de la calle Astorga— y uno, el piso de acogida, resguardado bajo el secreto para proteger a las víctimas. Muchas cosas han cambiado desde hace treinta años, aunque «las víctimas no tanto», afirma la presidenta de la asociación, Rosa María San Martín Barcenilla.

Ahora la casa de acogida forma parte de la red asistencial de la Junta de Castilla y León para víctimas de violencia de género, aunque la gestión es de la asociación y dependen de recursos públicos, ahora en el aire, para subsistir. «Tenemos la financiación asegurada para 2018, pero como han pasado parte del IRPF a las comunidades autónomas y este recurso se financia a su cargo todo dependerá de lo que se recaude», advierte María Jesús Blanco, directora de la asociación y la trabajadora más antigua del equipo de Simone de Beauvoir.

En treinta años han pasado por los servicios de la asociación un total de 347 mujeres y 375 menores. El perfil de las víctimas adultas ha cambiado a lo largo de estos años en algunos rasgos: «Antes venían más de la zona rural y tenían más hijos, hasta el punto de que a veces no había sitio en la casa de acogida y había que recurrir a menores; ahora conocen más sus derechos y tienen más fácil acceder a ayudas», señala Blanco.

Simone de Beauvoir empezó con una vocación asistencial y con el paso del tiempo se dio cuenta de la necesidad de intervenir en otros ámbitos. Así nació en 2001 el centro de día e intervención, que tres lustros después es un punto de referencia para la orientación y asesoramiento, las terapias individuales y de grupo, que asume la asociación desde que la Junta dejó de financiarlas.

También se desarrolla en este centro de día e intervención una «importante labor formativa orientada al empoderamiento individual y colectivo de las mujeres», añade la trabajadora social Araceli Martínez. El arte se ha convertido en una de las herramientas de trabajo para facilitar el cambio en las mujeres marcadas por el maltrato y sus secuelas (inseguridad, baja autoestima, miedo a expresarse...).

Sin olvidar las actividades formativas para el empleo, para que las mujeres «estén más capacitadas para un mercado laboral poco boyante». En este ámbito, destaca la colaboración con los supermercados Mas y Mas a través de un curso que ha permitido a algunas mujeres encontrar un empleo y sobre todo reforzar «su motivación personal y autoestima», precisa.

El centro de menores Simone de Beauvoir nace en el 2006 con la finalidad de favorecer que las madres puedan trabajar, formarse y tener un respiro. Proceden de familias mayoritariamente monomarentales y con escasos recursos. Pero el centro de El Crucero «va más allá de cubrir las necesidades de las madres», precisa Marga García.

Los programas están orientados a los niños y niñas de manera independiente. Apoyo escolar, talleres, lectura, juegos y hasta un huerto ecológico y una piscina (hinchable) para el verano forman parte del programa con los niños y las niñas. Después de doce años, algunos acaban ahora su periplo al empezar la enseñanza secundaria. En invierno tienen la merienda y en verano el desayuno. Los talleres se han centrado en la salud y autocuidados y también en la promoción de la igualdad de oportunidades.

«Una de las labores clave del centro es observar a los niños y niñas, prestar atención para ver lo que sucede», aclara. Se prioriza a los hijos de víctimas de violencia de género, pero la procedencia es variada y el denominador común es que sus familias tienen «dificultades». Uno de los trabajos pioneros que han desarrollado es el taller de emociones, especialmente dirigido a los menores que han sido testigos de la violencia hacia sus madres. «Trabajando con las emociones aprenden a ponerlas nombre, se abren y es un mecanismo de evitar la exclusión», precisa la antropóloga Conchi Unanue Cuesta.

Este proyecto no sólo se realizó en el centro sino que fue exportado a la Red de Educadores y Educadoras Latinoamericanas a través del Centro de Innovación de la Uned, que se interesó por el mismo. «Como somos un centro multicultural y no queríamos decantarnos por ninguna fiesta en particular, celebramos el día de las emociones y fue magnífico», apostilla.

Simone de Beauvoir también es una asociación reivindicativa. Está en las plataformas contra la violencia machista (Lunes sin Sol), por la sanidad pública, entre otras, y forma parte del Consejo de las Mujeres de León y la Plataforma del Voluntariado. Ha pedido formar parte del Consejo de la Mujer de la Diputación.

La ley de violencia de género ha marcado un antes y un después para las victimas y agresores. Pero lo que observan ahora, con casi 13 años de rodaje, es que se producido una «reacción del patriarcado» que se traduce en «que se dan menos órdenes de protección» y «se extiende el relato de que las mujeres presentan denuncias falsas para beneficiarse de las ayudas», denuncian. Una luz en el túnel es que en el centro de día ven más implicación familiar ante la violencia, sobre todo en casos de chicas muy jóvenes.

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