Diario de León

‘Avistamiento’ de aves en Colombia para invidentes

Los ciegos «ven con los oídos» en una actividad sensorial que organiza Proaves

Personas ciegas abrazan un árbol. ERNESTO GUMÁN JR

Personas ciegas abrazan un árbol. ERNESTO GUMÁN JR

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EFE

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La hacienda San Felipe, a las afueras Cali, capital del departamento del Valle del Cauca, se ha convertido en un remanso en el que personas con discapacidad visual pueden vivir una experiencia sensorial única ‘avistando’ aves a través de sus cantos.

La riqueza ornitológica de Colombia está representada en las 1.900 especies que hacen del país el más diverso en el mundo, según Proaves, una ONG colombiana que centra sus esfuerzos en protegerlas y conservar sus hábitats.

A Stiven Santander, de 29 años, que perdió hace nueve la visión en un accidente de tráfico, lo que le interesa es «ver con los oídos» y por eso participa de una visita a este lugar en donde se reencuentra con la naturaleza.

«Es algo maravilloso (...) porque es un espacio acogedor, diferente, donde podemos no solo disfrutar de las aves, sino de la naturaleza que hay alrededor y de todos los sonidos del aire. Lo que más me llama la atención son los diferentes tipos de aves que podemos escuchar nosotros que nada podemos ver», dijo a Efe.

Cambio de vida

Los propietarios de San Felipe Birding, Clara Cabarcas y su esposo Carlos Calle, rompieron esquemas y se dieron a la tarea de transformar el predio, que un día fue la finca de recreo familiar, en un espacio en el que los discapacitados visuales pueden apreciar la belleza de las canoras.

Primero establecieron que en su propiedad de 22 hectáreas revoloteaban 186 especies de aves, algunas de ellas endémicas, y otras que van de paso en migraciones y que solo dejan escuchar su canto porque son esquivas para fotografiarlas o grabarlas en dispositivos electrónicos. Con paciencia fueron adecuando los comedores de las aves que eran atraídas no solo por las flores del lugar, sino por las frutas que les dejaban en puntos estratégicos.

Luego, y siguiendo las observaciones de expertos, trazaron un recorrido por la zona y como la idea era centrar su atención en las personas con discapacidad visual, tendieron una «línea de vida» -una cuerda que siguen quienes no pueden ver o tienen baja visión- la cual les permite desplazarse sin problemas en el terreno.

«Acá todo es muy seguro y podemos acercarnos a la naturaleza, escuchar a las aves y sentir los sonidos. Es fantástico, es genial porque podemos oír varias especies», asegura Walter, otro turista con una discapacidad que no le permite ver bien lo que lo rodea.

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