Diario de León

La comarca duplica las cartillas

La Cabrera, paraíso leonés libre de covid

Truchas es la única zona básica de salud de la provincia sin positivos de covid y muchos residentes temporales se animan a quedarse para esquivar el virus.

León

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Los apenas 1.500 residentes de los tres municipios de la zona básica de salud de Truchas se han multiplicado por dos en la segunda ola de la pandemia, señala el coordinador del centro de salud. Este extremo suroccidental de la provincia es la única franja libre de virus en Castilla y León junto a la vecina Sanabria. «Estamos muy lejos de todo y hasta ahora hemos tenido mucha suerte», comenta Susana, una joven de Quintanilla de Losada.

La comarca, que fue la primera en librarse del virus durante el confinamiento, cumple un mes en verde en el mapa de las zonas básicas de salud del portal de Transparencia del coronavirus de la Junta. «El último positivo lo tuvimos hace quince días», matiza el médico, pero al tener su cartilla asociada a La Bañeza no figura en las estadísticas como de La Cabrera.

La comarca casi esquivó el covid durante el confinamiento, que entró por los «que llegaron de Madrid y otros sitios» y durante la segunda ola solo ha registrado siete positivos. Pero en ningún momento se ha bajado la guardia. El coordinador médico atribuye la buena situación, de un lado, «a que tenemos una población educada y concienciada, son pocos habitantes y la orografía ayuda».

Senén y Margarita esperan a diciembre para regresar a la capital. MARCIANO PÉREZ

La diligencia y colaboración del personal sanitario en su conjunto son otros factores que pone en valor José Mariano Gutiérrez Balbás. Se refiere tanto a médicos como al personal de enfermería y de modo especial a la administrativa que ayudó de forma decisiva en el cribado para la atención presencial cuando se decidió el cierre de los consultorios.

Primeros por una vez

«Estamos muy lejos de todo y hasta ahora hemos tenido mucha suerte. Y tenemos trabajo»

A ello suma la labor de las farmacias de la zona, en Truchas y La Baña, y destaca la cooperación institucional: «Los alcaldes reaccionaron rápido con bandos y repartiendo mascarillas y geles. ¿Lo han hecho otros alcaldes de la provincia?». se pregunta. Tampoco olvida la «ayuda permanente» del gerente de Atención Primaria. «Me ha llamado a cualquier hora para comunicarme un positivo y hacer test y ante cualquier problema busca solución», explica.

Castrohinojo y Quintanilla se atisban desde El Carbajal. MARCIANO PÉREZ

En La Cabrera han sido contundentes, población y sanitarios, a la hora de vigilar las pocas cuarentenas y aislamientos que se han presentado. «En un caso tuve que llamar tres veces a la Guardia Civil, la gente que no tiene síntomas se creen que son falsos positivos y que no contagian», comenta el médico. Otro susto lo llevaron con dos pacientes que comunicaron los síntomas después de varios días. «Mis compañeros siguiendo a los pacientes han hecho un rastreo ejemplar», apostilla.

Todo suma. Las medidas adoptadas en la residencia de mayores de La Baña también han librado del virus a uno de los espacios más vulnerables de la comarca. «Las veces que he tenido que ir he visto que tienen circuitos y en general lo han hecho bien», explica. De los 20 fallecimientos que recoge la Junta desde el inicio de la pandemia en la zona básica de salud, tan solo uno tiene que ver con el covid.

El factor suerte también se tiene en cuenta. «Este virus es muy caprichoso. Hemos tenido un caso grave con neumonía y no se contagió nadie en la familia, ni ninguno de los compañeros con los que compartía el coche para ir a trabajar o a salir de cena», comenta este médico salmantino que lleva ya 27 años al frente de la salud de los cabreireses desde el consultorio de Quintanilla de Losada, punto central de Cabrera Baja.

Suma de medidas

«La gente es prudente, mis compañeros han hecho un rastreo ejemplar y los alcaldes ayudan»

La zona básica de salud de Truchas-La Cabrera está integrada por los municipios de Encinedo, Castrillo de Cabrera y Truchas. Por los dos primeros discurre el río Cabrera en su camino hacia el Sil y por la llamada Cabrera Alta, el Eria y sus afluentes surten agua a la cuenca del Duero.

La Junta contabiliza en su portal un total de 23 personas enfermas de covid (11 confirmadas por PCR) en la zona desde el inicio de la pandemia y se han realizado 163 pruebas moleculares. Actualmente hay 13 casos activos, de acuerdo con los datos de la Consejería de Sanidad y la tasa de positivos por número de tarjetas sanitarias es de 2,05. Está en los niveles más bajos de incidencia, muy lejos del 11,16 de la ciudad de referencia más cercana, La Bañeza.

El médico José Mariano Gutiérrez Balbás. MARCIANO PÉREZ

El verano pasó sin sobresaltos pese a la alta afluencia de emigrantes que retornaron a los pueblos cabreireses. «Quintanilla estaba a tope de gente», comenta Susana, que trabaja en el sector de la pizarra. «Lo bueno es que tenemos trabajo», subraya tras celebrar el estado saludable de la comarca en relación al virus.Aníbal, su vecino, tiene miedo a que con los tiempos que corren «nos acaben quitando al médico». Es el temor que atenaza a las gentes de la España vaciada.

Celia y Lázaro acuden a una urgencia en la mañana del domingo. Viven en Santa Eulalia de Cabrera, su pueblo natal, después de pasar más de media vida en Bélgica trabajando. «Lo estamos viviendo con mucho miedo, si nos pasa cualquier cosa tenemos el hospital demasiado lejos», comentan. Van protegidos con mascarillas FPP2. No quieren jugarse la salud después de tantos años de trabajo.

Mari Paz entretiene la mañana cortando el seto de su casa. «Subo a por la mascarilla», avisa desde una considerable distancia. «Vengo muchos días a arreglar las casas», comenta esta mujer que fue una de las primeras camioneras de la provincia. Y bien bregada en las estrechas, empinadas y retorcidas carreteras que tenía Cabrera en aquellos tiempos. No se olvida de las maniobras que tenía que hacer en Forna para salir con el camión cargado de pizarra.

Del covid también sabe por experiencia propia. «Lo pasé en La Bañeza, donde vivo. El 11 de marzo fui a andar con unas vecinas y el 12 me levanté y ya no podía con el cuerpo. Luego se me arrimó a la nariz y a la garganta. El 18 llamé al médico, tenía 39,5 de fiebre. Me quedé sin olfato. Hasta el 26 de abril no me dieron el alta. Tenía anticuerpos a tope, pero me dicen que tenga cuidado que puedo volver a caer», relata.

La Cabrera, que siempre ha estado a la cola del ‘progreso’, ahora despunta como un paraíso libre de covid en los confines de la provincia de León. Senén y Margarita suelen marchar de Robledo de Losada a León, donde tienen su domicilio habitual, a primeros de octubre. Este año han decidido quedarse «hasta diciembre, seguramente» para pasar con más tranquilidad el fuerte repunte de la segunda ola.

La Cabrera cautivó a este matrimonio hace muchos años. Margarita fue la primera enfermera titulada que tuvo el municipio de Encinedo, en 1977. Recuerda que por aquellos años hubo una epidemia de sarampión y había 154 niños y niñas en la escuela. En aquellos tiempos había un médico para Truchas y otro para Encinedo y llevaban también al personal de las canteras, ahora en manos de las mutuas. Está jubilada, pero se ha llevado su equipo de protección por si en algún momento la necesitan para cualquier emergencia. La profesión va por dentro. Es domingo de San Martín o Sanmartino, como dicen algunos. Tradicionalmente se celebra la fiesta del patrón en esta fecha en Robledo de Losada. Pero ayer sólo una misa recordó la efeméride. Los 28 vecinos que se han quedado en el pueblo comieron en la intimidad familiar el cocido, plato venerado de este día, prueba de que antaño, en Cabrera, comer cocido estaba reservado a días muy señalados.

Sito y su esposa, ya jubilados también, vienen esporádicamente al pueblo. Mientras ella atiende la huerta, el hombre regresa del monte con un suculento triunfo: una cesta de lepiotas entre las que destaca una de tamaño gigante. Frutos que no están al alcance de cualquiera en la era del covid y que a las gentes que siguen arraigadas en Cabrera les regala la naturaleza como si les quisiera compensar del duro trabajo que suponía labrar aquellas tierras y de los años de emigrantes.

La Cabrera, como el resto de la Comunidad, está en alerta 4, bajo el toque de queda y con la hostelería cerrada, a pesar de estar libre de covid. La gasolinera de Truchas atiende desde la ventana. Otros tres bares que sirven comidas en La Baña y el Sabugo de Quintanilla, que ahora también es tienda, están afectados por las restricciones.

El hotel Virgen de Viforcos sigue cerrado; y El Abuelo de Encinedo trancó la puerta al público en este pandémico por jubilación. «Es una pena que no esté poblada esta comarca con la gente de las canteras», lamenta el médico. Más de medio millar de obreros entran cada día en estas tierras para trabajar en la pizarra. Los autobuses están parados. Llegan en furgonetas desde El Barco, Ponferrada y La Bañeza. Es una medida que se ha tomado para evitar los contactos en grupo. «En las naves trabajamos con mucha distancia», comentan en el pueblo.

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