Diario de León

Campaña de la AECC de León para ampliar los espacios sin humo

Vuelven los talleres presenciales para dejar de fumar. La Asociación Contra el Cáncer retoma los cursos en la sede con quince personas, al tiempo que inicia los trámites con las administraciones para que no se permita fumar en los espacios al aire libre como el campo de fútbol o parques infantiles.

Taller presencial en la Asociación Contra el Cáncer para dejar de fumar, el primero después de catorce meses de pandemia. MARCIANO PÉREZ

Taller presencial en la Asociación Contra el Cáncer para dejar de fumar, el primero después de catorce meses de pandemia. MARCIANO PÉREZ

León

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La Asociación Contra el Cáncer de León inicia una campaña en la que busca involucrar a todas las administraciones locales y provinciales para que prohíban fumar en los espacios públicos al aire libre y que puedan estar frecuentados por menores. En la lista están los campos de fútbol, piscinas, parques, espacios culturales, Universidad y sociedades recreativas, entre otras. Esta ofensiva contra el tabaquismo y sus consecuencias sobre la salud será el eje central del trabajo de la Asociación Contra el Cáncer durante este año, como confirma el presidente e la Junta Provincial de León, Estanislao de Luis Calabuig, que asegura que ya mantenido contactos no formales para comunicar la estrategia, que se desplegará oficialmente en los próximos días. «Está demostrado que el tabaco provoca otras muchas enfermedades a las que conocidas como el cáncer de pulmón o de laringe. Tenemos que proteger a los menores aún en los espacios públicos al aire libre», asegura.

A esta campaña se suma la recuperación de los talleres presenciales para dejar de fumar, un formato que vuelve a la normalidad tras los cursos online obligados por la pandemia. Quince personas participan en la sede de la asociación en este primer encuentro después de catorce meses de aplazamiento por el coronavirus.

Jesús Álvarez tiene 65 años y empezó a fumar a los 18 años. Este es su tercer taller. «En el primer curso que hice estuve catorce años sin fumar, pero cometí un error en una cena de Navidad. Me vine arriba y encendí un cigarro. Me mareó y pensé que eso no me podía pasar, así que seguí fumando y me volví a enganchar. Un sólo cigarro es la perdición». El segundo taller llegó poco antes del confinamiento. «Pero pasé el virus y el post covid fue muy duro. Los pensamientos no eran buenos así que me volvía refugiar en el tabaco. Fumo 15 cigarros al día. Mi objetivo es dejarlo porque quiero y porque lo tengo claro».

Seis meses
Los talleres duran seis meses, más un seguimiento tras terminar para evitar recaídas

Para José Antonio Pérez de Abajo, psicólogo de la asociación que dirige los grupos para las deshabituación tabáquica, los talleres presenciales tienen un plus a los organizados online . «Me permiten captar mejor las reacciones de los participantes y ellos se animan a ser más participativos», aunque reconoce que los cursos no presenciales de León, pioneros en toda España, «dieron un buen resultado y como experiencia no estuvo mal».

Cada participante en estos talleres —ya hay lista de espera de otras quince personas que buscan dejar de fumar— tiene una motivación diferente. Fátima es de origen marroquí. Tiene 23 años y fuma desde los 13. «Lo he intentado por mi cuenta, pero no puedo. Lo quiero dejar porque quiero volver a mi entorno. Me escondo para fumar por respeto a los míos y eso hace que me pierda muchos momentos en común. Siempre soy la que se escapa y desaparece del grupo. Fumo más de un paquete diario. Mis momentos más difíciles son por la mañana, con el café, y cuando tengo estrés. Mi pareja no fuma y mi familia me anima a dejar el hábito».

Goyo trabaja en la Unidad de Cuidados Intensivos. Tiene 34 años y comenzó a fumar a los 18. «Dejé de fumar durante el confinamiento, pero con la ayuda de un tratamiento médico. Estuve sin el hábito durante cuatro meses, pero llegó el verano y encendí un cigarro. Pensé que no pasaría nada, pero me ayudaba a desestresarme y caí otra vez. Ahora vengo a este taller porque conozco a personas que han conseguido dejarlo después de venir aquí».

Apoyo médico

Además del psicólogo, en las sesiones está presente Lourdes Moratiel, la médica de la asociación. Su objetivo es valorar individualmente a las personas que participan en las terapias y prescribir, si fuera necesario, un tratamiento farmacológico de apoyo complementario. La médica sigue el test Fagerström que mide los distintos niveles de dependencia a la nicotina. «Les hago una entrevista personal para saber cómo afrontar los síndromes de abstinencia, como son la ansiedad, el impulso irrefrenable de fumar...». Los tratamientos pueden ser sustitutivos de la nicotina, como parches o caramelos, o los farmacológicos. «Estos tratamientos suelen duran tres meses».

Cada taller tiene una duración de seis meses, con una reunión semanal cada martes, un encuentro que se desarrolla en la sede de la Asociación Contra el Cáncer con todas las medidas higiénico sanitarias a las que obliga la pandemia.

Una vez que terminan los seis meses de terapia continua, el tratamiento incluye un seguimiento individual a los tres y seis meses «para prevenir las recaídas», explica el psicólogo. «El objetivo es mantenerse en la abstinencia».

El primer contacto de los participantes en el taller con el psicólogo se produjo la semana pasada «con una toma de decisiones». La primera sorpresa llegó cuando el terapeuta les dijo que durante una semana más, hasta el encuentro de ayer, tenían que seguir fumando con normalidad.

Elena tiene 57 años. Acaba de cambiar de trabajo y asegura que le ha ayudado a prescindir del primer cigarro de la mañana con el café. «Lo he dejado esta semana. Normalmente fumo 15 cigarros al día y esta semana he reducido a 4 ó 5». El psicólogo le advierte que hay que dar pasos seguros. «Esta semana he fumado lo que me ha apetecido, y me ha apetecido menos».

Las personas que deciden realizar un taller de deshabituación llegan motivadas por diferentes razones. Carmen, con 65 años, ha dejado de fumar cuatro veces, tantas como hijos ha tenido. «Dejé de fumar en los embarazos. Sabía perfectamente que yo tenía una vida dentro a la que no necesitaba esta mierda, pero después de la lactancia, volvía a fumar». Ahora quiere dejarlo definitivamente y para ello recurre a una ayuda profesional.

«Los talleres presenciales te permiten un mejor manejo del grupo y observar mejor las reacciones individuales. Las aportaciones, la eficacia y la motivación se ven incrementadas», explica el psicólogo de la asociación.

El éxito de las terapias rondan el 65 % si son presenciales. «La experiencia con las clases online es que ese porcentaje disminuye un poco, hasta el 50%»

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