Diario de León

Madrid Fusión

Chocolate por vocación

Tres monjas clarisas demuestran sus dotes con los dulces y encandilan al público en Madrid International Pastry

Publicado por
Lucía Díaz Madurga
León

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Durante varios años, José Carlos Capel, presidente de Reale Seguros Madrid Fusión, estuvo tocando el torno del monasterio de Santa Clara sin éxito. Pero su perseverancia y su fe en el producto que elaboraban le llevó a conseguir que las hermanas clarisas le recibieran para escuchar algo que no se esperaban: que sus dulces de chocolate eran buenos y que quería traerlas a Madrid Fusión.

Ese es el motivo que llevó a sor Israel, Myryam y Sión hasta el escenario de Madrid International Pastry, el congreso de pastelería que acoge Madrid Fusión, con el objetivo de dar a conocer lo que hacen en su obrador. Pero. ¿las monjas no hacían pastas? «Nos hemos especializado en chocolate porque no queremos hacer competencia a otras hermanas clarisas que se dedican a la repostería».

Y es que en el Monasterio de Santa Clara, en Belorado (Burgos), se elaboran algunos de los dulces basados en chocolate que más éxito tienen en el mundo, hasta el punto de que sus preparaciones son encargadas desde Japón. «Nos sorprende muchísimo cómo la gente valora tanto nuestro trabajo, porque para nosotras es nuestra labor cotidiana. Esta es la segunda vez que venimos a Madrid Fusión y, desde esa primera, hemos notado muchísimo el boom. Hasta ese momento vendíamos siempre fuera del monasterio, ahora tenemos tienda propia», explica Sor Sión.

Su saber chocolatero comenzó desde cero, con mucho esfuerzo, investigación y con el conocimiento que diferentes contactos les iban proporcionando. «Llegamos al monasterio porque se iba a cerrar y, la gente, para ayudarnos nos facilitó todo lo que pudo, entre otras cosas, los contactos de varios pasteleros. A partir de ahí comenzamos a indagar en el tema del chocolate siguiendo las indicaciones que nos daban por teléfono».

Se podría decir que aprendieron a hacer chocolate a base de prueba y error por teléfono. Este dulce es su vocación religiosa, pero también ha sido la forma en la que han descubierto su pasión por el producto y por su trabajo en el obrador.

De septiembre a diciembre trabajan alrededor de diez horas al día pero, como ellas mismas dicen, «a un autónomo no le puedes preguntar cuántas horas trabaja —todas están dadas de alta como autónomas—. Eso sí, nunca pillamos atasco ni perdemos tiempo en el transporte, porque trabajamos en el mismo lugar en el que vivimos. Esto es para lo bueno y para lo mano, porque lo que ocurre es que nuestro obrador tiene mucho trabajo detrás, desde la elaboración de los chocolates o el lavado de los delantales hasta preparar los paquetes, hacer los pedidos o comercializarlos». Todo, desde el primer instante hasta el último, lo hacen ellas. Una labor que, además de hacerlas felices, emociona al resto.

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