Diario de León

Familias

La conciliación tiene nombre de mujer

La débil estructura queda destapada debido al confinamiento y la crisis sanitaria. El Club Malasmadres denuncia las carencias de un sistema basado en el papel de las mujeres, los abuelos y las centros infantiles. Por ello, piden un Pacto de Estado, elaborado por todos los partidos, para rediseñar las jornadas y fomentar la corresponsabilidad desde la empresa.

Ana Prieto con sus hijos en Santa María de la Isla, para un tema sobre conciliación familiar.

Ana Prieto con sus hijos en Santa María de la Isla, para un tema sobre conciliación familiar.

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El confinamiento vivido durante los pasados meses afectó a muchas de las esferas de la vida cotidiana y pública. Sin embargo, si hubo un área donde cayó como un jarro de agua fría, ese fue el ámbito familiar y privado, ya que si bien muchas familias pudieron pasar más tiempo juntas, algunos padres tuvieron que dejar su empleo a un segundo plano.

La asociación Yo No Renuncio es una entidad sin ánimo de lucro que fue impulsada desde el Club de Malasmadres y que nació para reivindicar la conciliación de la vida familiar con la laboral y personal. Bajo el lema #YoNoRenuncio, desde 2015 este equipo de mujeres lucha a favor de un Pacto de Estado por la Conciliación que aglutine a partidos, empresas y familias.

Maite Egoscozabal, responsable de Investigación Social del Club, cuenta que su principal objetivo «ha sido siempre visibilizar la débil estructura que sostiene la conciliación en España y que se sustenta en otras subestructuras como son los abuelos, las guarderías y las escuelas infantiles». Posteriormente, con la pandemia vino el cierre de escuelas y colegios, y la conversión de los abuelos en un colectivo de riesgo, por lo que esa frágil estructura se derrumbó. «En ese sentido, la crisis sanitaria visibilizó un problema que ya veníamos reivindicando desde hace tiempo porque las familias tuvieron que hacerse cargo de los niños y niñas, mientras teletrabajaban, y sin ningún tipo de ayuda. Por eso, nosotras lanzamos la campaña #estonoesconciliar porque había que trabajar como si no hubiera pasado nada», cuenta Egoscozabal.

Pilares básicos

Los abuelos nunca han quedado fuera de juego durante el confinamiento, pese a los riesgos

Durante ese tiempo de incertidumbre, el teletrabajo se impuso como modelo laboral estrella, aunque algunos trabajadores y trabajadoras tuvieron que salir a la calle para poder mantener su empleo. En esos casos, la coordinadora denuncia que «nadie se preocupó por quién cuidaba a esos niños, ya que se daba por hecho que era tarea era de las familias». En este punto, es donde se produce el conflicto entre lo laboral y lo familiar, puesto que salió a la luz la mala estructura previa al confinamiento y se destaparon todos los problemas.

Antes de la crisis sanitaria, el porcentaje de teletrabajadores en España era de un 8%, concentrado especialmente en la empresa privada, según datos facilitados por la asociación. Este modelo era escogido por hombres y mujeres como opción para poder conciliar por la flexibilidad ofrecida. Pero con el confinamiento, el teletrabajo se impuso y fue una vía de supervivencia para las empresas.

«Se ha visto que la mujer se ha adaptado de forma distinta al hombre a esta situación. El teletrabajo nos ayudó en muchos casos porque muchas mujeres se dedicaban a cuidar a sus hijos por el día y teletrabajaban por la noche cuando ellos duermen. En cambio, en los hombres se vio que se adaptaron diferente porque, según nuestros informes, ellos se podían concentrar más de dos horas seguidas, algo que no ocurría en el caso de la mujer», señala la coordinadora.

«De hecho, en nuestras encuestas, 8 de cada 10 madres decían que sus mayores dificultades para teletrabajar eran las interrupciones constantes de los niños. Por ello, hemos visto que, en comparación a los hombres, el teletrabajo es una herramienta para conciliar escogida por las mujeres y como una vía de flexibilidad para hombres», alerta Egoscozabal.

La asociación mira con especial preocupación este modelo, puesto que temen que pueda convertirse en una vía de supervivencia para las mujeres. «El riesgo es que si se entiende como una forma de conciliación sea un llamamiento para las mujeres únicamente. En un contexto normal, el teletrabajo puede llevar al traslado al cuerpo trabajador femenino fuera de la oficina, e incluso del mercado laboral. Por tanto, este modelo debe ser analizado desde una perspectiva de género para poder implantarlo y que los padres se corresponsabilicen de sus hijos también. De lo contrario, será una medida para mujeres», avisa la coordinadora.

Antes de la pandemia, los datos alertaban que la mujer como madre era la que tomaba las decisiones de reducir la jornada, coger una excedencia o directamente abandonar el mercado laboral para poder cuidar. El estudio Somos equipo del año 2017 del Club Malasmadres apostillaba que 6 de cada 10 mujeres están renunciando a su carrera profesional al ser madres, ya sea con una reducción de la jornada (renunciando al sueldo), una excedencia (renunciando al sueldo y al puesto de trabajo) o abandonando el mercado porque te paralizas durante un tiempo. Con la crisis sanitaria, esta estructura actual, sustentada en las escuelas y servicios públicos endebles, está llevando a las madres a la renuncia por la tradición social.

LA INCIERTA VUELTA AL COLE

La inminente vuelta al cole de los niños y niñas en septiembre es mirada con preocupación por padres y madres. Ante la incierta situación provocada por el Covid, los colegios, guarderías y escuelas infantiles carecen de información oficial para guiarse ante la próxima reapertura.

Desde la Consejería de educación de Castilla y León no se ha especificado información a día de hoy cuáles son las pautas a seguir en este nuevo curso.

«Vemos la vuelta al cole mal porque hay poca información e inconclusa, ambigua y poco clara. Madres y padres vivimos este periodo con muchísimo miedo y preocupación por lo que pueda ocurrir, ya que no es lo mismo tres meses sin colegio que medio año. Esperamos una vuelta al cole con recursos y mejor definida», señala la socióloga.

Durante el periodo de aislamiento, a pesar de ser un colectivo de riesgo, los mayores fueron la solución para muchas familias.

EL PAPEL DE LOS ABUELOS

Los abuelos no han dejado de cuidar y es una realidad que la asociación vio con los mensajes de las ‘malasmadres’. En efecto, muchas madres sanitarias, estando en primera línea de acción, dejaron a los niños con sus abuelos y renunciaron a verlos para evitar riesgos y contagios.

Por consiguiente, los abuelos nunca han quedado fuera de juego durante el confinamiento, pese a las alertas sanitarias. Esta realidad evidencia una problemática, ya que si bien el esqueleto de la conciliación eran los mayores, ¿qué ocurre cuando estos se convierten en personas de riesgo?

Maite Egoscozabal

«La pandemia visibilizó un problema que ya veníamos reivindicando desde hace tiempo»

Pues bien, la respuesta es palpable y manifiesta una necesidad urgente de poner herramientas para corregir la falta de la conciliación. En esta complicada tarea, las empresas deben entender la necesidad de cuidar mediante la redefinición de los horarios y el fomento de la corresponsabilidad de ambos padres. De lo contrario, la estructura volverá a caer.

Débil estructura

Seis de cada diez mujeres en España renuncian a su carrera profesional para ser madres

En esta línea, el Club Malasmadres apuesta por un pacto de Estado y la revisión de los servicios públicos para fomentar el cuidado. «Si no se entiende esto, los abuelos seguirán siendo los cuidadores de los niños. Nosotras pedimos la reconfiguración de las jornadas laborales, eliminar los horarios partidos, fomentar la corresponsabilidad desde la empresa y trabajar por una reducción real de la brecha salarial para que hombres y mujeres cobren igual. Estas medidas correctoras las consideramos básicas para reestructurar nuestro sistema, ya que la conciliación actual tiene nombre de mujer y abuela», manifiesta la integrante de Malasmadres.

En concreto, el Pacto de Estado solicitado busca ser un paraguas con unas medidas mínimas a nivel nacional y elaboradas por todos los partidos, aunque cada empresa debe comprometerse conuna medidas para conciliar.

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