«Para no contagiarse en la calle hay que situarse de espaldas al viento»

Los aerosoles generados por las personas con la tos y los estornudos son la principal causa de contagios del coronavirus, especialmente en los espacios cerrados y de dimensiones no muy grandes, como el transporte público. Pero hay que sumar la dispersión de aerosoles contaminados portadores del virus en ambientes externos «que depende en mayor o menor medida de la velocidad y la dirección del viento respecto a la posición de las personas». El colaborador de investigación de la Universidad de León, Paolo Mandrioli, es uno de los 150 científicos firmantes que han enviado una carta al presidente del Gobierno y a las administraciones autonómicas, para pedir «con urgencia» replantear las medidas para evitar los contagios por aerosoles. En la carta aparece también la rúbrica de otro leonés, Juan José Badiola, director del Centro de Encefalopatías y Enfermedades Transmisibles Emergentes de la Universidad de Zaragoza.

«Un ambiente cálido y seco no asegura la exclusión de riesgo de epidemia viral y pro ello deben mantenerse las protecciones. en un ambiente externo es buena norma controlar la dirección del viento cuando hay presencia de grupos numerosos de personas, por lo que conviene situarse de espaldas».

El centenar de investigadores afirman que las limitaciones de aforo no son efectivas para evitar contagios en el interior y piden sustituirlas por medición de CO2 o uso real de mascarillas. «La mascarilla es muy importante si está puesta correctamente, pero puede no ser suficiente si el ambiente cerrado no está adecuadamente ventilado y las distancias no se respetan continuamente. La gente se olvida con frecuencia que nos encontramos en una situación de emergencia y nuestro comportamiento es la aguja de la balanza de la pandemia. Otro factor que no hay que olvidar es el tiempo de permanencia en dichos espacios».

Mandrioli es senior scientist en el Instituto de Ciencias Atmosféricas y del Clima especializado en la composición física, química y biológica de la atmósfera y su impacto sobre la salud humana, en los vegetales y en los animales. Forma parte del grupo español Aireamos, autor de la carta al Gobierno, al que fue invitado para dar su opinión sobre los aerosoles en el interior por su trabajo en la Capilla Sixtina en el Vaticano. «A pesar de la claridad de las conclusiones científicas, la implantación de estas medidas está siendo extraordinariamente lenta, y muchas veces se realiza de forma parcial e incorrecta», asegura. Dada la «gravedad de la situación», el grupo Aireamos cree que es «urgente» aprovechar el conocimiento disponible e impulsar desde las administraciones las medidas de prevención necesarias para reducir el riesgo de contagio de covid-19 por inhalación. «Buena parte de las medidas propuesta pueden aplicarse de forma inmediata».

El grupo sostiene que las limitaciones de aforo «tienen escasa justificación técnica» y deberían sustituirse por criterios de salubridad efectiva del ambiente interior, como la medición de los niveles de CO2 o la obligatoriedad real del uso de las mascarillas. Las propuestas pasan por estrategias de ventilación exterior/interior, el control de la calidad del aire en los sistemas de climatización de los edificios, el uso de sensores que adviertan de un ambiente cargado y cerrado, con presencia de varias personas, medición de la concentración de CO2, para lo que es necesario saber cómo circula el aire para posicionar los aparatos. «El virus muta con mucha rapidez y su supervivencia depende del soporte en el que se encuentra, como una gota de humedad o una superficie, pero también de parámetros físicos y químicos de la atmósfera tanto interior como exterior».