Diario de León

Proyecto Hombre

Vídeo | «Decir que controlas es un engaño, como la marcha atrás»

Las adicciones a sustancias

Terapia grupal en las instalaciones de Proyecto Joven-Proyecto Hombre. FERNANDO OTERO

Terapia grupal en las instalaciones de Proyecto Joven-Proyecto Hombre. FERNANDO OTERO

León

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Juan tiene 52 años y comenzó a beber a los 35, cuando fallecieron sus dos hermanas y su madre. Es uno de los 65 usuarios que están actualmente en terapia en Proyecto Joven-Proyecto Hombre de León, que hoy organiza una cena benéfica para recaudar fondos que meter la hucha de las becas para que los usuarios sin recursos puedan acceder a una plaza en un centro terapéutico para las personas con adicciones. «Empecé a beber porque la soledad de perder a mi madre y mis hermanas me pesaba. Estaba casado y tengo dos hijos. Mi mujer me dijo que como no lo dejara me abandonaba. Y así fue. Lo primero que hacía al levantarme por la mañana era coger la botella y beber, bebía a todas horas solo en casa y también cuando salía con los amigos». Además de quedarse sin familia, estuvo a punto de perder la vida. El día que tuvo su primer ataque que le dejó casi inconsciente tirado en el suelo de su casa supo que tenía que cambiar. «No recuerdo ni cómo llamé a una ambulancia. Menos mal que no había cerrado la puerta con llave y pudieron entrar. Me llevaron al Hospital de León, me pusieron dos inyecciones seguidas y pasé dos semanas ingresado. Estuve a punto de morir». Cuando recibió el alta pidió ayuda. «Les dije que no quería salir a la calle, que me ayudaran». La trabajadora social le arregló los papeles para que lo ingresaran en el centro terapéutico de Proyecto Hombre en Asturias. «Al día siguiente vino el director del centro y me llevó en su coche. Estuve allí diez meses». Desde entonces asiste a las terapias de Proyecto Joven-Proyecto Hombre en León. «Sin las terapias no hubiera podido salir porque es muy duro».

Juan es el único nombre real de los usuarios de Proyecto Joven que participan en este reportaje. «No me importa. El camino ha sido duro pero aquí estoy. Cuando me ingresaron apenas me quedaba hígado y ahora estoy recuperando la salud. No soy ni la sombra de lo que era cuando llegué aquí».

Ayuda

A su lado está Juan (nombre ficticio), un joven de 30 años que probó por primera vez la cocaína a los 14. «Me la dio a probar mi hermano», recuerda. Juan se crió en una familia desestructurada y relata que sufrió malos tratos en su infancia. «El alcohol y la cocaína me ayudaban a evadirme. Bebía y esnifaba cocaína. Cuando esnifo cacaína puedo estar tres días sin dormir y eso que te provoca un deterioro cognitivo. Mi comportamiento era obsesivo destructivo conmigo mismo y con los demás. Perdí el trabajo por culpa el consumo porque genera mucha toxicidad a tu alrededor. Me di cuenta de que no podía parar y destruía todas mis relaciones. Ahora tengo un hijo de quince meses y por él estoy aquí. Busqué por internet y llamé. Les dije: ‘Me llamo Juan y necesito ayuda’ y enseguida me recibieron. Cuando llego aquí me siento en un entorno de confianza, encuentro a gente que me quiere ayudar». Juan está a la espera de una plaza en el centro terapéutico de Proyecto Hombre en Asturias. «Estoy dispuesto a pasar allí el tiempo que haga falta para mi recuperación. Necesito cambiar por mi hijo». Su determinación no ha impedido que recaiga en varias ocasiones y se haya levantado otras tantas. «A veces he venido a terapias colocado, pero he venido. Quiero salir de esto y necesito que me ayuden». Ese es el primer paso. «El camino no es fácil y está lleno de dificultades», apostilla la terapeuta Nuria Rodríguez del Blanco.

La espera para ocupar una plaza en un centro es larga. La trabajadora social y terapeuta experta en adicciones de Proyecto Joven, Nuria Rodríguez Del Blanco, destaca que cada vez son menos las personas que necesitan derivaciones a los centros terapéuticos. «Son para personas que no tienen una red familiar que les de apoyo. Afortunadamente, cada vez hay más usuarios que pueden seguir la terapia en sus domicilios». Pero no todos pueden pagárselo. La cena benéfica de esta noche ayudará a los gastos y al mantenimiento del programa en León, que trabaja con la prevención (30 usuarios), tratamientos (65 personas), inserción sociolaboral (109 participantes) y familias (80 asistentes). Proyecto Joven tiene un presupuesto anual de 280.000 euros procedentes de la Obra Social La Caixa, Ayuntamiento de León, Diputación de León, IRPF, Fondo Social Europea y el apoyo de la Cámara de Comercio, además de las aportaciones de socios y colaboradores.

Eva llamó a la puerta de Proyecto Joven cuando se dio cuenta de que, a pesar de fumarse cada día veinte porros de cannabis, no se sentía bien. «Mientras estás fumando piensas que tu controlas y que lo puedes dejar cuando quieras, pero es un engaño, como la marcha atrás, pero es mentira. En vez de preguntarme por qué me sentía mal, me fumaba un porro, es una forma de autolesionarte». Eva tiene 20 años y vive en León desde hace 12 años con sus abuelos. Sus padres están separados. «Tengo un problema con el cannabis. Empecé con 14 años. Paré un año y luego me volví a enganchar. Sacaba el dinero de donde podía, pero no estoy orgullosa. Necesitaba una media de 60 euros semanales, aunque no siempre compraba yo todo, otras veces compartíamos con otros amigos. Vengo a Proyecto Joven para recuperarme y adquirir habilidades. La seguridad social no está preparada para atender los problemas de salud mental, cree que la salud mental es un lujo, pero es una necesidad».

En las terapias reciben las herramientas para plantar cara a sus adicciones. «Necesitan un seguimiento cercano. Aquí hacemos una o dos sesiones individuales a la semana, terapia familiar y de grupo con mediación», recuerda la terapeuta.

juan de proyecto hombre

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